Los clásicos cuadernillos infantiles siguen en boga y los expertos llaman a la mesura
Carlos Vila, terapeuta familiar, pide no convertir el repaso de verano en una “lucha” | El tiempo de estudio recomendable va de los 15 a los 45 minutos, dependiendo de la edad

Un niño de siete años escribe los recuerdos de sus vacaciones en un cuaderno. | // MANU MITRU / nerea couceiro
El verano significa tres meses en los que los niños y niñas no asisten a clases. Durante ese tiempo es habitual que las familias decidan comprar cuadernillos o apuntarlos a clases de refuerzo para asegurarse de que no olvidan lo aprendido, y de que mantienen un hábito de estudio. En muchos casos, seguramente influyan cuestiones de conciliación familiar que tampoco pueden pasarse por alto.
Pese a que pareciera una costumbre en decadencia, los cuadernillos de Rubio y Santillana, con los que crecieron varias generaciones entre los 90 y los 2000, siguen estando a la orden del día en las ventas estivales de las librerías de la zona. En la Faro de A Estrada, por ejemplo, cuentan que “algunos padres compran los cuadernillos incluso antes de recibir las notas”, mientras que desde Dalvi, en Lalín, puntualizan que “cuánto más pequeños son los chicos, más probabilidades hay de que los padres compren este tipo de cuadernos”.
Pero, ¿es bueno para los niños el que los obliguen a hacer deberes también en vacaciones? Según el prestigioso terapeuta familiar profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, Carlos Vila, este tipo de actividades podría ser positiva, e incluso recomendable, “siempre y cuando no se convierta en una lucha”. Con esto se refiere a que “a los niños no les gusta hacer deberes, no se divierten, pero es bueno que mantengan los hábitos adquiridos durante el curso, no tanto los conocimientos”.
Con todo, explica que “los pequeños se merecen vacaciones, han trabajado mucho todo el año, con unos jefes exigentes, que son los profesores. Es frecuente ver a alumnos de primaria que ya sufren inseguridades y cuestionan sus capacidades, porque no son capaces de seguir el ritmo que les marcan en la escuela. Por ello, es importante que cuando se hagan tareas de repaso en verano, se trabaje también en mejorar la autoestima del niño”.
Para trabajar en la autopercepción y en la confianza en uno mismo, Vila recomienda que no se recurra a la habitual treta paterna de comprar los cuadernillos del curso siguiente, una tendencia que se cree buena para que así se familiaricen con los nuevos contenidos, “al ver temas que no dieron en clase, y que por lo tanto no saben hacer, los niños se sentirán más frustrados y la inseguridad crecerá”.
Por ello, recomienda que en su lugar se opte por los cuadernillos de su propio curso, o incluso de uno anterior, “lo importante es que al hacerlo sienta que es muy fácil, que lo tiene dominado. Esto servirá para recordarle que sí ha aprendido algo, que sí es capaz”. De este modo, los pequeños se sentirán más reforzados a la hora de enfrentarse al reto de un nuevo curso, y sobre todo, no asociarán las tareas con algo negativo, con una “lucha”, como mencionaba Vila.
En cuanto al tiempo que se considera propicio para dedicarle a estas cuestiones, el terapeuta y profesor sostiene que “debe ir en función de la edad y la propia personalidad del joven”, si bien los rangos recomendados son “en torno a los 45 minutos para chicos de 11 y 12 años, 30 para los de 9 y 10, 25 para los de 8 y 7, y no más de 15 minutos para los de 6 o menos. Debe ser siempre una cuestión flexible, no una norma inamovible”.
Por otra parte, Vila especifica que “es bueno que mantengan hábitos pero esto no significa que deban ser cuadernillos o deberes. Simplemente dedicar tiempo a una tarea sirve. Esto puede ser leer un libro, pintar o aprender a tocar un instrumento”. Bien es cierto que tres meses de desconexión con el mundo escolar puede suponer una vuelta al cole todavía más dura, pero lo que nunca debe perderse de vista es que los niños, son eso, niños.
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