Maderas nobles, consolas, sillones, armarios de varios cuerpos, escalinata, tapices y fotografías antiguas son algunos de los adornos que todavía se conservan en el interior de la conocida como casa de Don Álvaro de Lalín. La vetusta edificación de estilo modernista está enclavada en pleno Kilómetro 0, fue construida en 1913, y consta de planta baja, primer piso y bajo-cubierta, que abarca una superficie que ronda los 200 metros cuadrados incluido un jardín. Su adquisición por un montante económico de 650.000 euros a satisfacer en cuatro anualidades por parte del Concello fue una operación, avanzada por FARO DE VIGO el pasado mayo. Ayer, José Crespo y el conselleiro de Cultura Román Rodríguez la recorrieron para ver sus posibilidades de uso público y social.
El regidor municipal dijo al acabar que “después de verla, aunque está vieja vale la pena porque casi está para vivir en ella. Queda preparar el convenio entre Xunta y Concello para su rehabilitación. Todavía queda lo que era el Banco Pastor, un tercio más de lo que acabamos de ver. Creemos que puede acoger cosas relacionadas con turismo y con todo lo que tenga que ver con nuestra cultura. En Lalín estamos sin Casa da Cultura y podemos hacer una obra de gran nivel”. Rodríguez le dio la réplica señalando que “la cultura de un pueblo es un conjunto de símbolos. Y dentro de los símbolos que tiene Lalín es esta casa de Don Álvaro. Hay que cuantificar todo lo que es el proyecto de rehabilitación pero lo más importante es saber qué se quiere hacer aquí. Tiene unas enormes posibilidades de generar un foco de cultura, de conocimiento, de identidad para Lalín y un punto de referencia para todos nosotros. Tenemos la posibilidad de crear un símbolo que dé servicio a las expectativas que pueden tener los vecinos de Lalín”. Rodríguez añadió que “el siguiente paso es saber muy bien qué se quiere hacer teniendo en cuenta la ubicación física de esta construcción y cuantificar las intervenciones que se hagan”.
Ambos mandatarios coincidieron en subrayar el carácter cultural de la construcción, llegando a proponer el propio conselleiro una denominación de Casa Cultural de Lalín para el emblemático inmueble.