Un lalinense en la trashumancia
Iago López Ferreiro participa desde hace tres años en la conducción de ganado ovino por las cañadas reales de Salamanca

El pastor lalinense Iago López Ferreiro, en plena travesía. / Daniel Donato
Iria Otero
El antiguo oficio de la trashumancia, casi olvidado hoy en día debido a la falta de pastores, se hace visible a través de la figura de Iago López Ferreiro, un pastor lalinense que, junto con 1.300 ovejas, ha realizado la ruta desde Cespedosa de Tormes hasta Santiago de la Puebla. Una travesía que ha durado tres días y que se ha seguido a través de una cañada real, que en su mayoría atraviesa parcelas del Ducado de Alba.
Sus inicios con el pastoreo comenzaron hace tres años, cuando contactó con un amigo suyo. Iago siempre había mostrado interés, desde pequeñito, por este oficio. A lo largo de su vida, además, ha trabajado en el campo con vacas. Su pasión por las ovejas también tiene origen en la infancia, puesto que a los nueve años ya tenía alguna res. Siempre las tuvo por capricho, pero decidió apostar por ellas montando un negocio que finalmente no resultó fructífero, y ante este golpe decidió meterse de lleno en la trashumancia. Su experiencia hasta ahora ha sido buena, de hecho define su trabajo como un sueño hecho realidad. Aunque, bien es cierto que durante su primer año al frente de un rebaño de 500 ovejas no sabía muy bien por donde empezar.
Para entender exactamente cual es labor que desempeña Iago diariamente, es necesario saber qué es la trashumancia y cómo se realiza. Esta actividad se lleva a cabo debido a que existen zonas de la geografía española, como Salamanca en este caso, que en verano son extremadamente secas y que son lugares de cultivo de cereales.

Iago López Ferreiro en su travesía, junto con otros pastores. / Daniel Donato
Por tanto, en la época más calurosa del año, “a principios o a mediados de julio aproximadamente, se trasladan a las ovejas a estos lares andando, para así aprovechar las rastrojeras que dejan las máquinas recolectoras, y allí se quedan hasta noviembre, más o menos”, apunta el pastor dezano. Las ovejas en invierno están quietas, en la cerca, por lo que el encargado solo tiene que atender al ganado de las naves, revisar que esté todo, cambiarlo de parcelas, desparasitarlo cuando sea necesario y, cuando hay parideras, atender a los animales cada cierto tiempo para comprobar que están en buen estado.

Iago López Ferreiro rodeado de ovejas, en la travesía hacia Santiago de la Puebla. / Daniel Donato
Sin embargo, en verano este oficio se vuelve mucho más exigente. “Las ovejas tienen que salir temprano a pastar para evitar las horas más calurosas y, cuando el sol más apriete son llevadas al agua para refrescarse”, explica López Ferreiro. Este es un proceso que se repite tanto por la mañana como por la tarde.
El pastor lalinense sí que confirma que, a partir del cambio de hora, las salidas pasan a ser todo el día, desde las once de la mañana, aproximadamente, hasta que se hace de noche. Están con ellas en el campo toda la jornada.
Esta actividad laboral no es precisamente popular, es más, inclusive está en vías de desaparición. Son muy pocas las personas que quieran adentrarse en este mundo y paulatinamente este tradicional oficio se está perdiendo. En la actualidad este tipo de desplazamientos ganaderos ya no se hacen a pie, sino que son camiones, los medios elegidos para transportar a los animales.

Las ovejas durante la trashumancia. / Daniel Donato
A pesar de que sea un trabajo duro y poco rentable, Iago López Ferreiro lo disfruta al máximo, ya que asegura que le gusta todo de su profesión y que se siente “muy orgulloso” del empleo que tiene, puesto que se trata de una labor que le transmite “absoluta tranquilidad, aun en los días más complicados”. Sin embargo, reconoce que hay aspectos bastante duros en esta tarea, en concreto la paridera de las ovejas, ya que, al manejar grupos de reses tan grandes, el control que hay que realizar sobre ellos es constante. Los pastores deben asegurarse de que “no se mezclen los corderos, para que unas ovejas no se lleven las crías de otras, y esto da mucho trabajo”, señala el pastor lalinense en plena faena desde su destino provisional.
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