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Hablar con las manos, escuchar con los ojos

La falta de intérpretes y de conocimiento de la lengua de signos perpetúa la dependencia de la población sorda de la zona

Taller de lengua de signos impartida en una parroquia pontevedresa. | // MARTA G. BREA

Ver una obra de teatro, iniciar un trámite en alguna Administración, o romper a reír a carcajadas en las reuniones familiares mientras se comparten anécdotas. Todas estas son cosas que para la gran mayoría de la sociedad no suponen mayor esfuerzo. Son consideradas, incluso, actividades de la vida cotidiana. No obstante, esto no es así para otras muchas personas, que debido a una discapacidad, se ven obligadas a configurar la realidad de un modo distinto. Es el caso de la población sorda, cuya forma de comunicarse no se corresponde con la predominante: el habla. Lo que limita enormemente la capacidad de ser autónomo de estos ciudadanos.

Al no poder “hablar” de la forma habitual, en numerosas ocasiones necesitan ser acompañados por alguien para que pueda ejercer de intérprete, pues su método de comunicación, la lengua de signos, es desconocida por la mayor parte de la población. De este modo, sea trámites administrativos como ir al banco, a la aseguradora, o al consistorio, deben depender en otra persona para entender y ser entendidos.

Lo que cabe preguntarse es: ¿Por qué no se instruye a la sociedad en esta lengua, para hacer del espacio público uno integrador, en el que todos tengan cabida. El estradense Samuel Torres, graduado en Traducción Francesa y ahora profesor de la enseñanza pública, lleva varios años haciéndose la misma pregunta. A día de hoy ha homologado el nivel B1 en lengua de signos, gracias a cursos impartidos por asociaciones que trabajan con gente con discapacidad auditiva. Según su punto de vista, este código debería ser impartido de manera obligatoria en la etapa educativa. El traductor y docente cuenta que empezó a asistir a clases para formarse “porque la gente sorda no tiene facilidades. Para empezar, la sociedad considera que es un lenguaje, en lugar de una lengua. Las personas sordas son consideradas erróneamente sordomudas cuando sí son capaces de emitir sonidos. Muchos incluso se ven obligados a aprender a vocalizar y hablar porque nosotros no nos molestamos en aprender su idioma”.

Si bien él sí se interesa por amoldarse a esta minoría, no son muchos los que hacen el esfuerzo. En sus clases nunca se superaban los 15 alumnos, una cifra que, apunta “fue bajando con los años”. Y es que la capacidad de comunicarse es inherente al ser humano, pero el problema llega cuando, por mucho esfuerzo que se ponga, el mundo no sabe descifrar tu mensaje, o no quiere.

Como apuntaba Torres, para las personas dependientes las cosas no son fáciles. Pero tampoco lo son para aquellos de los que dependen. Es el caso de Amalia Lago, hija de sordomudos. Para ella, el peso de las diferentes barreras que el sistema levanta para los discapacitados recae únicamente en ellos y en sus familiares. Eso, los que tengan la suerte de contar con un entorno familiar que pueda ayudarlos. Lago explica que “en A Estrada hay más de 150 personas con discapacidad auditiva, en cambio no contamos con una asociación propia, y dependemos de las de ciudades como Santiago o Vigo. Sea para ir al médico, al Concello o al banco, no hay intérpretes en ninguna de estas instituciones para poder garantizar la comunicación entre los discapacitados y los profesionales. Por lo que al final son las familias o los allegados los que deben pedir días en el trabajo para acompañarlos”.

Desde su experiencia personal, la estradense entiende que “las personas que sufren esta discapacidad están más descuidadas que otras con problemas físicos visibles, por ejemplo. Como los sordos pueden usar su cuerpo de manera normal, no se presta atención al enorme esfuerzo que resulta para ellos realizar las tareas más cotidianas, como el simple hecho de ir a la compra”.

Parece que el mundo todavía no acaba de adaptarse a aquellos que hablan con las manos y escuchan con los ojos. Pese a los pequeños avances que se han ido logrando, como la apertura de punto de información en A Estrada para este sector de la población, en colaboración con la Federación de Personas Xordas de Galicia (FAPX), puesto en marcha gracias a las demandas de personas como Amalia Lago, queda un buen trecho por recorrer hasta lograr la integración total de este sector poblacional.

La Diputación invierte 10.000 euros para intérpretes y guías

En esta línea, la Diputación de Pontevedra viene de revalidar su apoyo a la Asociación de Personas Sordas de Galicia (XOGA) con una aportación de 10.000 euros para el desarrollo del programa “Capaces con la diversidad: servicio de intérpretes y guiaintérpretes de lengua de signos”, del que se benefician 300 personas de 44 concellos de la provincia. Se trata de un servicio que facilita el acceso a la información para las personas con diversidad sensorial en el entorno social, laboral y de ocio, favoreciendo su independencia, mejorando su calidad de vida y fomentando una mayor integración en una sociedad mayoritariamente oyente. De esta iniciativa se benefician unas 300 personas de varios concellos de la provincia, entre ellos A Estrada, Forcarei, Cerdedo-Cotoade, Lalín, Silleda y Agolada. En la provincia de Pontevedra hay cerca de 15.500 personas con diversidad sensorial que presentan dificultades de carácter permanente para acceder a la información y comunicarse.

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