El colectivo comarcal de personas con discapacidad Aspadeza celebró ayer su asamblea anual en la que la junta presidida por María Taboada hizo balance económico y de actividad del año pasado. Para la entidad este ejercicio estuvo marcado, como el precedente, por las condiciones impuestas por la pandemia sanitaria que mermaron mucho su capacidad de funcionamiento ordinario y de hecho actualmente todavía se establecen grupos burbuja entre sus usuarios. Lo que todavía no funciona es la vivienda tutelada de Carragoso, que hasta que llegó la pandemia, se utilizaba como servicio de respiro un fin de semana al mes.

La directora de Aspadeza Ángeles Baldonedo explica que desde hace unos meses comenzaron a aceptar nuevas altas de usuarios, tres en concreto, con lo que el volumen total de personas a las que se presta atención son 38. Un total de 21 participan en el taller ocupacional que la entidad solidaria tiene en su centro Javier Brandido de Mouriscade y 17 tienen plaza en su centro de día. Las personas usuarias que a diario acuden al espacio ocupacional realizan trabajos para distintas empresas o entidades públicas, que para Aspadeza supone una fuente de ingresos. Así, se elaboran etiquetas para la empresa textil Florentino, trabajos puntuales para la Asociación de Empresarios de Deza (AED), calendarios para varias compañías o diversos trabajos para la imprenta Arlit y para la firma de suministros industriales GSI. En el taller de lavandería, que funciona todo el año, tiene a la Diputación como cliente al gestionar el lavado y planchado de la ropa de trabajo del personal de Finca Mouriscade. Y para el Concello de Lalín se elaboraron desde señalizaciones de rutas o trofeos para eventos deportivos.

Los usuarios del centro de día reciben formación en habilidades sociales pero también de cocina, lectura y escritura o manualidades. También se trabajan con otras prácticas como la psicomotricidad, estimulación cognitiva y sistemas alternativos de comunicación. La plantilla está formada por la directora del centro, una trabajadora social, una psicóloga, una educadora social, cinco monitores, tres cuidadores una cocinera y una conductora. Además de múltiples actividades de todo tipo, el colectivo presta a las personas que atiende un servicio de orientación laboral.

En materia económica la asociación cerró el pasado ejercicio con unos gastos de 426.000 euros, mientras que los ingresos ascendieron a 458.000, generando un remanente de 32.000 euros. La principal vía de financiación son las plazas que financia la Xunta (290.000 euros) después los trabajos que realizan los usuarios o aportaciones de sus 60 socios titulares, 6 colaboradores numerarios y 148 protectores. El Concello de Lalín aporta 10.000 euros al año.