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Doña Teresa, la primera maestra de Laxeiro

En la escuela de la parroquia de Donsión le inculcó la afición al arte al descubrir en él una rara inventiva para la creación artística

Laxeiro con su maestra.

Doña Teresa López González, maestra de la escuela de la parroquia de Donsión (Lalín) fue la que descubrió las cualidades para la pintura del niño José Otero Abeledo, conocido artísticamente como Laxeiro, que con el paso del tiempo llegaría a ser el famoso pintor de Lalín y uno de los referentes de la pintura gallega. Laxeiro fue discípulo de doña Teresa López González, primera maestra de la escuela de Donsión, que le inculcó la afición al arte, al descubrir en él una especial facilidad para el dibujo y una rara inventiva para la creación artística. Laxeiro siempre la recordó con cariño y fue a visitarla a la villa de Bueu después de muchos años, en 1950, en compañía del periodista y fotógrafo Bene, seudónimo de Benedicto Conde.

Bene recogió en un artículo las virtudes de esta maestra y el encuentro con Laxeiro en su casa de Bueu, publicado en el periódico El Pueblo Gallego, el 18 de octubre de 1950, bajo el título Cincuenta y cinco años dedicados a la enseñanza primaria. Doña Teresa López González, ejemplo de vocación profesional. El pintor Laxeiro nos habla de su maestra. De este artículo hemos recogido algunos apuntes en los que el periodista describe el importante papel que desempeño doña Teresa, cuando era maestra de Donsión en el niño José Otero Abeledo, que luego se convertiría en el famoso pintor “Laxeiro”, descubriendo y orientando su afición por la pintura.

Doña Teresa fue mi maestra, ¡qué buena señora y que buena maestra! La recuerdo siempre con el mayor cariño y cada cuadro que pinto lleva unas pinceladas de afectuoso recuerdo para ella, porque a ella en gran parte debo mi dedicación a la pintura, al arte. Este comentario se lo había oído Bene a Laxeiro mil veces desde que le conoce, y no hace pocos años.

Teresa López González, fue la primera maestra del Estado que llegó a la escuela de Donsión, no a Botos, en donde hasta entonces solo había alumnos de “ferrado”, eran maestros de primeras letras que cobraban un ferrado de maíz o de centeno a cada alumno por temporada escolar.

La llegada de doña Teresa a la escuela rural que le fue asignada en Donsión, fue tomada con cierta curiosidad, porque era la que rompía la tradición del ferrado e iba a cobrar ocho duros al mes de sueldo (500 pesetas anuales), que era la paga de muchos maestros de escuela de entonces. Pero a poco de comenzar su apostolado de enseñanza, toda la comarca comenzó a darse cuenta de la importancia que la obra de doña Teresa comenzaba a tener.

Desde los primeros momentos comenzó a preocuparse no solo de los niños, sino también de las personas mayores, organizando para éstos clases nocturnas, que llevaron a su escuela hasta hombres de más de 40 años, con tanta concurrencia que más de una temporada no tenía donde sentar a los asistentes, que, por esta razón, tenían que hacer sus ejercicios en pie, o sentados por relevos. La fama de doña Teresa se afianzó día tras día, y con ello un intenso y verdadero cariño de las gentes campesinas, que durante 16 años la tuvieron al frente de la pequeña escuela aldeana de Donsión.

De Donsión a Beluso y Tui

Después de muchos años, en 1950, Bene y Laxeiro fueron a visitarla a la villa de Bueu, donde había comenzado su apostolado educativo y a donde había vuelto jubilada, después de más de medio siglo de consagración a la enseñanza. Laxeiro había sido su antiguo discípulo al que ella inculcó desde muy niño la afición al arte, al descubrir en él una especial facilidad para el dibujo y una rara inventiva para la creación artística, animándolo a desenvolver su talento y regalándole lápices y cuadernos para pintar.

Cuando la visitaron, doña Teresa conservaba una permanente juventud y su energía de carácter, que confirmaba lo que en los cincuenta y cinco años ha llevado a cabo. En su casa de Bueu comenzó con un colegio particular al que concurrieron, entre otros, los hermanos Massó y otras personalidades.

Terminada la carrera de Magisterio y después de ejercer la profesión en su colegio de carácter particular, paso a la escuela nacional de Cela, en donde desempeño el cargo durante nueve años. Estando en la escuela de Cela le fue otorgado un premio al Mérito (1908). De aquí pasó a la escuela de Donsión, en donde ejerció la profesión durante 16 años. De Donsión, a la escuela de Beluso, en la que estuvo 6 años. De Beluso volvió a Bueu, su propia villa, en donde ejerció 8 años, pasando después a Tui, para estar 9 años y alcanzar allí la jubilación. Doña Teresa, en todas y cada una de las escuelas, en todas y cada una de las localidades, en que ejerció el magisterio, dejó el imborrable sello del cumplimiento del deber en el ejercicio de su profesión.

En la visita que le hicieron Bene y Laxeiro a doña Teresa, buscó en una vieja cómoda, en donde conservaba un dibujo: una lámina de papel “marquilla” o similar, en la que aparecía dibujada una estampa de la Virgen, que había sido aumentada de tamaño por el procedimiento de la cuadricula, cuyos trazos de lápiz de grafito no han sido bien borrados por la miga de pan o la goma…

Esta estampa de la Virgen era la primera obra de Laxeiro dibujada en un colegio de Cuba, que por ser la primera que copiaba en aquella tierra americana, poco después de llegar a la isla, a los 13 años de edad, se la envió a la que había sido su maestra e impulsora para que se dedicara a la pintura y el arte, llegando a ser uno de los pintores más importantes de Galicia.

La escena de la maestra, el discípulo Laxeiro y la vieja estampa de la Virgen, fue emocionante por el profundo valor espiritual que encerraba.

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