Alicia Louzao tiene en su haber el Premio Jovellanos de 2021 al “Mejor Poema del Mundo”. Este galardón ha hecho que la Casa Real la convide el 21 de abril a un almuerzo en el Palacio de Oriente con motivo del Premio Cervantes 2022.

–¿Hace mucho que no visita a sus familiares en Vilatuxe?

–La última vez que estuve en Lalín fue hace más o menos un año. Allí tienen un piso mis padres y de vez en cuando nos gusta ir porque es un lugar que nos encanta.

–¿Cuál es la razón por la que la Casa Real la invita al almuerzo del Palacio de Oriente del día 21?

–Fue por el Premio Jovellanos. Parece ser que la edición en la que gané era la octava y me comentaron en Ediciones Nobel que en otras dos ocasiones invitaron a ganadores del premio. Me pareció una casualidad la verdad muy afortunada porque no ha sido algo que sea un hábito. Quiero decir que en las ocho entregas no han sido todos los premiados invitados. El almuerzo será en el Palacio Real y, según pone en la invitación, las mujeres tienen que ir con vestido corto y los hombres de traje oscuro.

–Supongo que no lo esperaba.

–Qué va. De hecho, en un primer momento pensé que era una broma. Incluso le escribí al de Ediciones Nobel para preguntarle qué significaba porque vi en el correo una carta con el sello de la Casa Real y no me lo creía. Fue curioso.

–¿Sigue compaginando sus vocaciones poéticas con las de la docencia en la capital de España?

–Sí claro. Después de la última vez que hablé en FARO DE VIGO me publicaron en una editorial asturiana el cuarto libro de poesía y poco después conseguí la plaza de funcionaria. Fue todo como una cadena de sucesos fantásticos que no me esperaba para nada.

–¿Cómo le influyó la pandemia a la hora de hacer poesía?

–Recuerdo que cuando gané el Premio Jovellanos la pandemia ya estaba en nuestras vidas. Durante todo el confinamiento que pasé en Ferrol en los dos meses y medio que estuve aproveché para escribir. Además, la verdad es que por lo que vi en redes sociales, que era la única manera de comunicarnos y comprobar que el mundo continuaba más allá de nuestras paredes y ventanas, pudo ver que la gente se apoyó mucho en la cultura, en la literatura para poder seguir adelante durante todo el encierro.

–¿Habrá muchas mujeres escritoras en el almuerzo del día 21?

–La verdad es que no lo sé. De todas formas, en los últimos años estoy viendo que hay mucha literatura de mujeres y eso siempre es muy grato. Queda mucho por hacer pero no hay que olvidar que el Premio Cervantes de este año es Cristina Peri Rossi, que no sé si estará en el almuerzo real pero sin duda cuantas más mujeres se visibilicen en esto de la literatura mejor.

–¿Sigue siendo todo un reto personal y artístico escribir poesía en los tiempos que nos toca vivir?

–La verdad es que me parece curioso porque así como es totalmente cierto el que la gente se va primero a un libro en prosa o a una narración ficcionada de lo que sea, desde Mark Twain a cualquier autor actual, pues en la poesía parece que cuesta más entrar. Uno no se va a la playa –a Valdoviño, que la tengo aquí al lado– con un libro de poemas pero después reflexionas y sabes que en tu móvil en tu mp3 lo que tienes son canciones. Y las canciones son poesía independientemente de la calidad de la gente a la que uno escuche, sino que ahí lo que subyace es un poema si le quitas la música. De hecho, así nació la poesía, acompañada de música.

–¿Eso lo entienden sus alumnos del instituto madrileño?

–Yo siempre se lo comento en clase. Me parece curioso que no se lleve el libro a una playa pero sí que se utilicen otros formatos. Luego hay cantautores que tienen la canción del pirata y esta se la puse alguna vez a mis alumnos de primer curso de la ESO y les decía que estábamos ante Espronceda y que lo teníamos aquí y chicos jóvenes con aires rockeros la estaban cantando sin saberlo seguramente. Hay mucha más gente que se inspira en poemas clásicos para realizar sus canciones totalmente actuales.

–¿Le ha dedicado algún poema a la tierra de sus ancestros en Lalín?

–Tengo varios libros en los que aparece, claro. Por ejemplo, creo que es en el segundo libro donde aparece un poema que se llama directamente “Vilatuxe”. Al final es algo inevitable porque allí pasé una bonita época de mi vida como fueron tanto la infancia como buena parte de la adolescencia.