El Informe do Proxecto Ríos 2019-2020 alerta del deterioro que presenta el bosque de ribera en el margen izquierdo del río Asneiro. Tanto en la evaluación de la primavera de 2019 como en la de la misma estación de 2020 el equipo de voluntarios calificó de “muy degradado” el bosque de este cauce, mientras que el margen derecho sí se encuentra bien conservado. El documento de Adega señala que, también en la primavera de 2019, se detectaron alteraciones importantes en el bosque del margen izquierdo del Ulla, mientras que las dos orillas del Liñares sí están bien conservadas.
El bosque de ribera es una de las cuestiones que mide la calidad hidromorfológica de los ríos, junto al hábitat y las alteraciones que provocan en los cauces los vertidos o el uso de suelo. El informe de Adega señala que los bosques de ribera, compuestos por las masas de árboles y arbustos al pie del cauce, dan refugio a la fauna, pero al mismo tiempo mantienen la diversidad de plantas y controlan la temperatura del agua. Si hay alteraciones en estos bosques, acabarán produciéndose también cambios en el agua que, en último caso, pueden afectar al consumo humano. De ahí la necesidad de preservarlos.
Vertidos y represas
Y es que el caso del Asneiro no es aislado: en esos dos años, los voluntarios de Adega realizaron 162 inspecciones. Pues bien, en 2019, los ríos que tenían alteraciones importantes en sus cauces eran más de la mitad de los que sí los mantenían en buen estado. En 2020 los datos fueron mejores, en parte por el confinamiento y la menor presión humana. Los vertidos, las represas o las labores de desbroce y actividades ganaderas suelen ser los impactos más habituales. El informe cita el mal estado en que se encuentran ríos de otras partes de la comunidad, como el Sarela y el Lagares por la presión urbana, o el San Finx, por las labores mineras.
Mencionábamos antes el hábitat de los ríos como otro criterio a tener en cuenta en la calidad hidromorfológica de los ríos. Los voluntarios de Adega examinaron aspectos como la presencia de hojas, madera o algas sobre el cauce, además de recoger muestras de invertebrados. Pues bien, en 2019 el hábitat fue calificado de excelente tanto en el Ulla como el Asneiro y el Liñares, mientras que en 2020 el Ulla mantuvo la categoría de excelente y la del Asneiro pasó a “moderado”. Este descenso puede estar muy relacionado con los vertidos que padece cada dos por tres este caudal.
Otro parámetro que mide el informe es la calidad biológica, a partir de un inventario tanto de macroinvertebrados como de flora y fauna y de especies invasoras. En este aspecto, el Ulla presenta una calidad biológica muy buena tanto en 2019 como en 2020, la misma calificación que obtiene el Asneiro. El Liñares, por su parte, tenía una calidad biológica bien conservada en otoño de 2019, mientras que en primavera era muy buena.
Las truchas necesitan frío
Por último, los equipos voluntarios de Adega examinan la calidad fisicoquímica del agua, para ver su transparencia y la presencia de nitratos o su pH. El informe destaca que el cambio climático suele favorecer un incremento de la temperatura del agua, que además de dificultar los ciclos biológicos de truchas e invertebrados (precisan aguas frías) favorecerán la proliferación de especies invasoras. Este aumento se dio en el Ulla a su paso por Pontevea y Teo, al alcanzar los 21 ºC. La temperatura media de los ríos gallegos es bastante inferior, de 13,5 ºC.
"El Asneiro llegó a 20 miligramos por litro de nitratos, cuando lo habitual son 5"
Sobre los nitratos, los ríos soportan la llegada de aguas depuradas de núcleos urbanos y de actividades industriales, pero a sus cauces también llegan pluviales que a veces arrastran restos de purines y fertilizantes. La Unión Europea marca un límite de 50 miligramos por litro (mg/l) de nitratos. Pues bien, en la mayoría de las inspecciones de 2019 y 2020 los ríos tenían una concentración de 5 mg/l, salvo el Asneiro, que tanto en el otoño de 2019 como en la primavera de 2020 arrojaba una proporción de 20 mg/l. Con estos datos, es evidente el impacto de los vertidos de la depuradora de Botos.
Cuerdas, ruedas, alambres y medicinas
Hace falta cambiar el sistema de saneamiento y depuración para evitar más daños en el Asneiro y, por extensión, en el Deza y el Ulla. Pero también es necesario endurecer las sanciones a empresas y particulares que siguen usando la naturaleza como un vertedero. El informe de Adega recoge, año tras año, que los residuos más habituales al pie de los ríos o directamente sobre sus aguas suelen ser plásticos, papel, latas y vidrio, además de voluminosos como restos de obra, neumáticos, electrodomésticos, prendas textiles, cuerdas, alambres y hasta medicamentos.
Poco importa que Adega organice, cada septiembre, la Limpeza Simultánea de Ríos (en la que suelen participar voluntarios estradenses), o que pescadores se afanen en la puesta a punto del Deza, el Asneiro o el Toxa antes del arranque de la temporada de pesca: a finales de año, hay enclaves naturales condenados a ser un punto limpio, por el mal obrar siempre de los mismos.
La cuenca más examinada
Los tres ríos pertenecen a la cuenca de las Rías Baixas. A nivel global, en esta cuenta la calidad del hábitat es similar a la de los exámenes de 2014, 2017 y 2018: más del 60% de los cauces tiene una excelente calidad de su hábitat. Sin embargo, los bosques de ribera bien conservados no llegan a ser ni la mitad de todas las inspecciones, y el 17% tiene bosques de ribera muy degradados, y además sube el porcentaje de los que tienen alteraciones importantes, alcanzado un 45%. En esta cuenca se realizaron 51 inspecciones en 2019, de las 106 totales de ese año.
