Ahora... sí, quiero
Los profesionales relacionados con bodas, bautizos y comuniones observan un repunte en las contrataciones | Confían en que este sea el año de la vuelta a la normalidad tras dos años de parón obligado por la pandemia

Boda de la influencer viguesa Lucía Bárcena en el Pazo de Oca en 2021. /Bernabé/Javier Lalín / Nerea couceiro
Nerea Couceiro
El 2022 promete ser el año del carpetazo a la pandemia después de dos años de restricciones, mascarillas y distancia de seguridad. Con la relajación de las normas resultante de una mayor inmunidad de grupo, muchos de los eventos que habían quedado suspendidos en el tiempo desde principios de 2020 por fin van a poder llevarse a cabo en unas circunstancias lo más parecidas a la vida pre-COVID posibles. Es el caso de las celebraciones coloquialmente conocidas como BBC: bodas, bautizos y comuniones. Todas ellas, pero sobre todo las primeras, ponen en juego a numerosos sectores económicos que dada la falta de actividad estos dos últimos ejercicios han sufrido pérdidas significativas.
Uno de los gremios que viene a la mente en primer lugar al pensar en estos actos es el de la restauración, sin duda golpeado por las circunstancias adversas. Adriana Abeilleiro, al frente de la Sala Gradín y el Pazo Xerlís en A Estrada, comenta que sin duda se ha visto un repunte en las contrataciones, no sólo de bodas sino también de bautizos y comuniones, “con respecto a los dos últimos años puede decirse que el crecimiento es de 90%, con una temporada que promete ser buena ya desde abril”. A esta lectura se suma también Graciela Vila, a cargo del pazo de Bendoiro, en Lalín, que añade además la diferencia en el número de comensales, “ahora aumenta la lista de invitados, que en estos dos años estaba reducida por cuestiones de aforo y seguridad”. Este es un factor crucial a la hora de desarrollar la actividad, pues no es lo mismo un banquete para 30 comensales, que uno para 60, cifras que Vila apunta son las esperadas para las celebraciones de este verano. Pese a ello, en Bendoiro han decidido limitar el número de banquetes por día, de siete que se albergaban antes, a cuatro o cinco que se gestionarán ahora. Una estrategia similar a la que seguirán en Xerlís, que mantendrán el número de diez personas por mesa “para que la gente esté más tranquila”, confiesa.
La temporada buena empieza en abril, más los picos se producen en la época estival, concretamente en los séptimo y octavo meses del año. Así lo comunica Vila, que sostiene que “el primer mes que llenamos fue julio, y el siguiente agosto”.
Otro de los sectores que se lucra de estos festejos son las peluquerías, encargadas de que no sólo la novia, sino todas las invitadas luzcan su mejor cara para celebrar el amor en un día especial, en el que mimarse no duele tanto en la cartera. Por ese motivo, esta clase de negocio factura un 30% de sus ingresos en los meses de mayo a septiembre en proporcionar estos servicios. Vanessa Buela, de Vanessa Buela Estilistas en A Estrada, confiesa que ya se empieza a ver la recuperación, “este mismo fin de semana tuvimos la primera boda”. También notan repuntes en los bautizos y las comuniones pero especifica que “en esa clase de eventos no es frecuente que los invitados acudan a peinarse, se reduce más bien a los niños y principalmente sus madres, o familiares más allegados”. Declaraciones que van en la misma línea que las de Carmen Gaiteiro, de Gaiteiro Peluquería, que este fin de semana también atendió a clientes para dos bodas distintas, y que reconoce que ya hay contrataciones previstas para los meses de verano.
Por otra parte, Buela va un paso más allá y explica que todavía quedan restos de la pandemia, pautas de comportamiento que la población fue asimilando y de las que no se ha desprendido, en particular; la cautela. La estilista estradense comparte que “antes la gente pedía cita con meses de antelación, mientras que ahora lo hacen más pegados a la fecha. Nosotras sabemos que va a haber bastantes bodas porque nuestras clientas nos lo dicen, pero esperan más para pedir hora”. Esto puede deberse al miedo a que finalmente el evento no se celebre a causa de cualquier contratiempo, pues si algo se ha aprendido desde el inicio de los años 20 de este milenio es que nunca se sabe lo que puede pasa.
Si en el tema estético reina la precaución, en el siguiente sector pasa justo lo contrario: los estudios de fotografía. Por supuesto, esta es una pieza clave en la organización de cualquiera de estos eventos. La gente quiere inmortalizar esos momentos que no se repetirán, y con los recuerdos no se juega. Desde Bernabé, en Lalín, conceden que no sólo se observa un repunte en las contrataciones de este tipo, sino que los clientes acuden con bastante más antelación de lo habitual a afianzarse una cámara para sus días, “normalmente acudirían en abril para contratar fechas en julio o agosto, que son las principales, pero este año ha pasado lo contrario. En enero ya teníamos la agenda prácticamente completa. Suponemos que la gente espera que este año se celebren muchas cosas que se habían pospuesto durante la pandemia, y por eso no quieren arriesgar”.
Este titubeo lo observan también las floristerías, como Arte Novo en A Estrada, que confiesa ver “la cosa muy parada” de momento, y añade que “antes a estas alturas ya teníamos pedidos cerrados, ahora a penas hay movimiento. Esto se debe no tanto a la pandemia, sino también al hecho de que ya apenas se celebran bodas en iglesias. La gente tira más por pazos, y por lo general estos negocios ya cuentan con su propia floristería de confianza para hacer los arreglos, por lo que no hay tanta demanda como antes”. Pese a ello, desde el establecimiento concuerdan con que “lo que se contrata se hace más tarde, la gente no planifica con tanta antelación como antes por miedo a que tener que acabar cancelando”.
Antes de finalizar, no puede dejarse atrás un elemento fundamental de todo el proceso de organizar una boda, un bautizo, o una comunión. Se trata de las invitaciones. En este ámbito, Marga Fraga, de la imprenta O Copión, en A Estrada, coincide con el resto de profesionales relacionados con esta clase de eventos. La demanda ha aumentado este año de manera significativa con respecto a los dos anteriores, “ya tenemos algunas contrataciones para bodas, y viene más gente para preguntar por estos temas”.
En resumen, parece que la gente sigue queriendo celebrar, pero que el modo de hacerlo ha cambiado, quizás para siempre, después de los reiterados sustos que el COVID ha dado. Más cautela o demasiada antelación son algunas de las nuevas pautas de comportamiento de este tipo de consumidor, muy específico, y cuya cualidad radica en que independientemente de las adversidades, la prioridad sigue siendo celebrar lo importante.
No se puede hablar de boda sin hablar de la luna de miel. Ese viaje en el que la gente tiende a abrir más la mano y se aventura a destinos más exóticos, pues, en principio, sólo ocurre una vez en la vida. En este aspecto, las agencias de viaje locales aseguran que este 2022 apunta a tender a la alza, al menos con respecto a los dos años anteriores. Así lo manifiesta Juan Rivadulla, que desde Simply Travel asegura que “el crecimiento existiría aunque sólo tuviésemos una contratación, porque en estos dos años la actividad fue cero”. Un enfoque muy similar al de Pelayo Bergueiro, de Viajes Sanpaio, “el crecimiento es del 100% porque en los últimos años no hubo nada”. Las parejas suelen gastar un promedio de entre 2.000 y 3.000 euros por persona en estas escapadas, con duraciones aproximadas de 10 a 15 días, y más servicios de los que se contratarían en un itinerario normal. Asimismo, entre los destinos favoritos están el Caribe, Puerto Rico, Los Ángeles o Nueva York. Eso ahora, porque antes también se visitaban mucho países del sudeste asiático como Japón, China, Tailandia o Vietnam, pero a raíz del COVID y la guerra entre Rusia y Ucrania, este continente dejó de apetecer. En esto coinciden Simply Travel y Viajes Sanpaio. Concretamente, Rivadulla tacha de “imposible” poder vender esos destinos a día de hoy. De nuevo, la pandemia podrá estar llegando a su fin, pero lo que es innegable es que ha dejado una huella perecedera en los hábitos de consumo, que se observan incluso a la hora de escoger un viaje de novios. Pese a todo, la remontada es innegable. Los meses de julio y agosto siguen siendo los favoritos, pero Bergueiro afirma que también ha dado “presupuestos para los meses de septiembre y octubre, incluso alguno en noviembre aunque es menos habitual”. Con la Semana Santa tocando a la puerta, el sector parece estar viendo la luz al final del túnel.
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