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Guerra en el este de Europa

“Están cayendo bombas en los almacenes de armas”

La colonia ucraniana en Deza reconoce estar “muy preocupada” por el inicio del conflicto desatado por la invasión de tropas rusas y muestra su deseo de que todo “acabe lo más pronto posible”

Igor Shakn e Iryna Eysmont señalan con un banderín de Ucrania su lugar en el mapa. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Un ex del KGB tiene desde ayer en jaque a medio mundo. La “operación especial” ordenada por Vladimir Putin sobre territorio ucraniano tiene en vilo a la casi treintena de emigrantes procedentes de esta zona del Este de Europa en la comarca dezana. Todos apuran sus llamadas telefónicas con la familia para conocer de primera mano lo que está pasando y, sobre todo, la suerte que corren los suyos en momentos tan complicados. Una mezcla de rabia e impotencia les inunda cuando se les pregunta por cómo esperan que esta situación mejore para que en el mejor de los casos se puedan volver a reunir con padres, hermanos o hijos residentes a cerca de 4.000 kilómetros de distancia. Igor Shakn y su esposa Iryna Eysmont, y su compatriota Oksana Drach comparten desde hace días, y en especial desde ayer, el temor por lo que pueda suceder en su Ucrania.

Igor Shakn e Iryna Eysmont señalan con un banderín de Ucrania su lugar en el mapa. BERNABE/JAVIER LALIN

“Lo peor de todo esto es que no podemos hacer nada por salvar a nuestros familiares”

Iryna Eysmont - Ucraniana que reside en Lalín

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Igor Shakn y su esposa Iryna Eysmont son ucranianos, pero también “gallegos”. La pareja afincada en Lalín y muy integrada en la zona procede de una localidad fronteriza con Polonia perteneciente a Galitzia, la desaparecida región del Imperio austrohúngaro que estos días es una caldera por el conflicto. Iryna no dudaba en indicar ayer que se encontraba “muy preocupada” por las noticias que llegaban tanto a través de los medios como, en especial, de las conservaciones telefónicas mantenidas con sus familiares. Tanto ella como su marido tienen a sus familias en Leópolis (también conocida como Lviv), a unos 60 kilómetros de la frontera con Polonia, una zona en teoría “tranquila” por su lejanía de Donbas, donde se supone que el ambiente bélico debería ser más evidente. Iryna Eysmont asegura que “lo peor de todo esto es que no podemos hacer nada para salvar a nuestros familiares porque estamos muy lejos y resulta imposible ni siquiera intentarlo”.

A pesar de todo, la pareja ucraniana más conocida de todo Lalín coincide en señalar que no dudarían ni un minuto en intentar evacuar a sus familiares en el caso de que tuvieran la más mínima oportunidad. Igor aseguraba recientemente a esta Redacción que “yo voy a intentar hacer todo lo posible para que nuestras familias se vengan para aquí si es que la cosa empeora. Mi madre tiene 85 años pero te aseguro que no quiere salir de allí”. Su predicción de entonces, en la que mostraba su convencimiento de que la amenaza de Putin no se cumpliría, no se cumplió y ahora el matrimonio sólo piensa en echarle un cable en la medida de sus posibilidades a sus seres queridos. En este sentido, Iryna asegura estar en permanente contacto telefónico con sus familiares y se muestra esperanzada en que todo “acabe lo más pronto posible”.

Rusia bombardea Ucrania e inicia la invasión

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Llama la atención que Igor recordase la amistad que todavía mantiene con rusos y lo asombrados que, según él, se encuentran con los acontecimientos: “Yo conozco a mucha gente rusa porque tengo amigos en Moscú, San Petersburgo y en Petrogrado, con los que me pongo en contacto por WhatsApp o por Messenger, y ellos tampoco entienden lo que está pasando. Son gente normal, humilde y trabajadora que estuvieron un tiempo aquí, en España, y que se volvieron”, explicaba hace unos días.

La ucraniana Oksana Drach reside en Silleda desde 2001. / BERNABÉ/JAVIER LALÍN

“Tengo a los míos repartidos por Kiev y otros puntos del país como Vínnytsia”

Oksana Drach - Ucraniana que vive en Silleda

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Oksana Drach es amiga de Igor e Iryna y, como ellos, vive en estado de shock desde que empezaron las escaramuzas en la frontera ruso-ucraniana. Lleva viviendo en Silleda desde 2001 dejando atrás su vida en Vínnytsia, una ciudad situada a unos 180 kilómetros de la capital que arrastra un pasado marcado por la desgracia primero durante las purgas de Stalin y luego en el Holocausto en Ucrania (Holodomor) y la ocupación nacionalsocialista. Oksana también utiliza la palabra “preocupación” para describir su estado de ánimo, a pesar de que ha tenido la suerte de “poder hablar con la familia. Tengo a los míos repartidos por Kiev y otros puntos el país como Vínnytsia”. En este sentido, sus allegados le han hecho llegar información de primera mano puesto que en una de esas conversaciones le confirmaron que “están cayendo bombas en los almacenes de bombas y eso está asustando mucho a toda la población”.

Los tres ucranianos consultados ayer por esta Redacción también piensan que las armas nunca tuvieron que hacer acto de presencia en un conflicto tan enconado desde hace tiempo. En el caso de Igor y de Iryna, ambos se aferran a la posibilidad de que Leópolis sea uno de los lugares que se podrían salvar de la quema por su lejanía del centro de la nación para intentar a la desesperada poder repatriar a algunos de sus seres queridos. Sin embargo, Oksana vive con el corazón en un puño tras confirmarse los combates en Kiev y otros lugares de Ucrania donde ella tiene a sus parientes. Por eso, ahora cobran actualidad palabras como las de Igor cuando aseguraba que “lo que pasa en Ucrania es que hay mucha corrupción”. Y lo dice un hombre con una importante presencia que no duda en indicar que “yo ya llevo media vida viviendo en España y sinceramente no sé de donde soy”, mientras recuerda a su patria.

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