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La energía que viaja en maleta

Enercraft presenta la alternativa limpia a los grupos electrógenos de combustible

Alberto Jurjo, junto a una de los asistentes móviles de energía. | // BERNABÉ/J. LALÍN

Olvídense del molesto ruido del grupo electrógeno que a muchos hogares nos salvó la comida del congelador durante la borrasca Filomena, en enero del año pasado. O del que resulta imprescindible en cualquier concierto, labores de limpieza profesional o el que garantiza la corriente en un camping.

Los asistentes móviles de energía (EMA, por sus siglas en inglés) que presenta en Enerxétika la firma Enercraft nacieron de la resiliencia, esa palabra que puso tan moda el COVID y que en el mundo empresarial se refiere a la capacidad de adaptación que tiene un negocio para seguir adelante ante cualquier cambio. Enercraft comenzó a gestarse en 2013, cuando su director general y cofundador, Alberto Jurjo, vivía en Argentina y llevaba una labor comercial. La firma se hizo más grande, así que se asentó cerca de Toronto, en Canadá, donde funcionó entre 2017 y 2020.

Enercraft está vinculada a la industria de la aviación, uno de los sectores más afectados por la crisis sanitaria que estalló ese 2020. “Fue un año en blanco”, en cuanto a producción, recuerda Jurjo. Así que decidió volver a Galicia “y empezar casi de cero” en Cambados. La empresa tenía clientes y productos desarrollados, pero debía volver a buscar proveedores y darse a conocer. Por eso acudió ayer por primera vez a Enerxétika.

En su stand podemos ver cómo funcionan las EMA. Estas unidades móviles fueron casi la evolución lógica de los equipos de energía que ya diseña para el mundo aeronáutico y abren así un nuevo y enorme nicho de mercado, porque además de la construcción, el ocio o la industria también pueden emplearse en emergencias y en ámbitos militares. “Hasta nos han llamado de Patrimonio por una actuación en una iglesia en la que no pueden emplear un grupo electrógeno convencional, por los humos”, explica Jurjo. En cambio, las EMA son “un enchufe portátil que no huele, no emite olores y puede cargarse a través de un cable normal”. Los equipos se entregan en maletas herméticas muy resistentes, y su coste, si uno echa cuentas, ya se amortiza con los 4.000 euros solo en el gasto en gasolina, en un año, de un grupo electrógeno convencional.

Además de ser una energía limpia y estar construidas con litio de alta calidad, estas unidades móviles terminan con las alteraciones que sí se dan en la energía que entrega un grupo electrógeno de combustible fósil a determinados equipos como los LED o médicos. “Nuestros equipos entregan una onda totalmente limpia”, apostilla Jurjo. Sobre su mantenimiento, su consumo cuando no se emplean es mínimo pero, eso sí, conviene hacerle una recarga de vez en cuando. “Y lo ideal sería realizarla mediante placas solares”, añade.

Hora y media de carga

Como decíamos, esta empresa fabrica desde sus inicios productos para la aviación. Por eso, ayer también mostró en Enerxétika algunas de sus Unidades de Potencia en Tierra (GPU por sus siglas en inglés), que permiten realizar labores de mantenimiento en la aeronave sin gastar energía de la batería propia del avión, o baterías ultra-starter que en cuestión de 20-30 segundos proporcionan mucha energía concentrada al arranque del motor de aviones o de helicópteros, ahorrando así también la energía de las baterías de las aeronaves. Estas baterías tardan en cargarse tanto como un teléfono móvil, es decir, una hora y media como mucho.

Pablo Antelo,con un folleto del panel solar inteligente. BERNABE/JAVIER LALIN

Un girasol tecnológico de cinco metros de altura

La firma Tevalcor, de Negreira, acude también por primera vez a Enerxétika, y lo hace con un par de novedades. Por un lado, con la plataforma TOR, un departamento de ingeniería online que permite hacer cálculos de sistemas fotovoltaicos o tratamiento de aguas industriales. Por otro, presenta el sistema de energía solar Smartflower, que además distribuye para toda Galicia. Pablo Antelo, del departamento de marketing de Tevalcor, explica que Smartflower funciona como un girasol: la plataforma tiene 5 metros de altura y diámetro de entre 7 y 8 metros. Va anclada al suelo y sus placas van girando según la orientación del Sol. “Su eficiencia es un 50% mayor que la de un sistema convencional”, explica. Y eso con algo tan simple como es imitar la naturaleza.

El sistema que se vende en España carece de baterías (en los que se exportan a Estados Unidos sí las llevan), y cubre cómodamente el consumo de un hogar tipo. “Una vivienda unifamiliar precisa unos 3.800 kilovatios por hora, y este sistema es capaz de producir entre 4.000 y 6.000”, apunta Antelo. Y si bien no precisa un día exento de nubes para recoger energía solar, su capacidad de producción es inferior, obviamente, entre diciembre y febrero,

Tomás Covelo, junto al molinillo que presentan en la feria. BERNABE/JAVIER LALIN

Un aerogenerador que no precisa línea de evacuación

Llevamos meses hablando en Deza y Tabeirós de la oleada de proyectos eólicos que desean asentarse en las cumbres de las comarcas. Pero es que la energía eólica, como ocurre desde hace años con la solar, también puede emplearse en el ámbito doméstico. Eso sí, con sistemas con bastante menos impacto visual que los molinillos de más de 100 metros de altura y sin líneas de evacuación. La firma EEGA Suministros Energéticos luce en su stand un prototipo de estos aerogeneradores. Mide 5 metros de altura y el diámetro de 1,20 metros. El director técnico de esta empresa, Tomás Covelo, explica que trabajan con aerogeneradores desde 500 vatios (como el que muestran en Enerxétika) hasta de 70 kilovatios, “que ya son unos monstruos de 10 toneladas”, apunta.

Estos molinillos domésticos pueden funcionar sin descanso, a diferencia de los que superan los 5 kV, que ya deben tener paradas de mantenimiento como los de los parques eólicos. “Trabajamos como su fuese una energía fotovoltaica”, de modo que la energía que produce el viento pasa por un inversor, que la transforma directamente a corriente, y ya va a un enchufe. Como ven, no se precisan obras. Solo una zona con idóneo. Y las hay, porque en toda Galicia se contabilizan 3.000 horas de viento aprovechables.

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