Al adentrarse por el pasillo principal del IES Manuel García Barros en la mañana de ayer, se respiraba cierta solemnidad, de esas que auguran que en breve va a pasar algo para lo que alguien lleva mucho tiempo preparándose. Una cámara sobre un trípode reina en el frente, reforzando ese presagio de evento antes de comenzar, frente a ella, un cartel sobre un caballete reza “Shoá- ¿Cómo fue humanamente posible?”. Lógicamente la vista siempre tira al frente, raras veces a los lados, casi nunca hacia atrás. No obstante, con ese mensaje y el pasillo a las espaldas, es inevitable girarse y mirar, ver…

Para no tropezar con la misma piedra

De las blancas paredes que recubren la columna vertebral del centro cuelgan carteles informativos que recogen imágenes, fotografías incómodas de un pasado doloroso que muchos quisieran olvidar. Un relato que pareciera de ciencia ficción, pero que por desgracia fue muy real; representaciones del Holocausto.

Para no tropezar con la misma piedra

La mañana de ayer es una frase gramaticalmente incómoda, pero que funciona bien como analogía del evento llevado a cabo por tres alumnos del centro estradense en la pasada jornada. Saleta Lueiro, Paula Talquenca y Rubén Gestoso ejercieron de guías para sus compañeros de primero de la ESO y Antropología de Bachiller en un viaje al pasado, a la Europa del Tercer Reich y los campos de concentración, a Auschwitz, Dachau y Treblinka. Las generaciones del mañana mirando a las del ayer para no repetir sus errores.

El evento dio el pistoletazo de salida a las 11.35 horas de la mañana con la interpretación musical de dos piezas: Pavana para una Infanta Difunta de Maurice Rabel, y Summertime de Louis Armstrong, de la mano del profesor y músico Miguel Carbajal a la guitarra y la alumna Carlota Abalo al clarinete. Previamente Paula, Saleta y Rubén aprovecharon para mencionar la importancia que tuvo la música para la supervivencia de los judíos en los campos de exterminio. Asimismo, una vez rematada la ejecución musical, las alumnas procedieron a explicar uno a uno los diferentes pósters de la exposición, con cierto nerviosismo, pero con la seguridad de alguien que sabe de lo que está hablando. Mientras, sus compañeros las siguieron a lo largo del corredor, escuchando atentamente y de vez en cuando, participando en alguna lectura.

La exposición, cedida por Yad Vashem- Centro Mundial de Conmemoración de la Shoá, se inauguraba ayer, cuadrando con el aniversario de la liberación de Auschwitz, y estará disponible hasta la próxima semana. Ana Rosa Quintana, profesora de historia en este instituto fue la responsable de la materialización de esta iniciativa, gracias a su estrecha relación con el centro Yad Vashem después de realizar con ellos un curso formativo sobre la Shoá en Jerusalén. Desde entonces hasta ahora, la institución ha propuesto diferentes proyectos a la docente, si bien este fue el primero en calar entre el alumnado.

Una forma diferente de aprender

Acompañando a la exposición se ofrecía un curso formativo online de unas diez horas, en el que participaban hasta un centenar de centros educativos españoles. Para asistir, Saleta, Paula y Rubén tuvieron que renunciar a la última clase de la tarde los martes, y quedarse una hora más tras finalizar el horario lectivo. No obstante, el sacrificio no fue tal, ya que “aprendimos más de lo que aprenderíamos simplemente en clases de historia”. Ellos entienden ahora con mayor profundidad la importancia de visibilizar estos acontecimientos “para no repetirlos”, apunta Gestoso. Los tres reconocen que lo más impactante fue conocer el testimonio de una de las supervivientes del Holocausto, así como familiarizarse con las costumbres y la cultura judía. Para despedirse y a modo de reflexión final apuntaban que “como sociedad hemos mejorado, pero queda mucho por avanzar”.