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Adiós a los temblores: "Ahora ya levanto un vaso de agua sin derramar ni una gota"

José Manuel Lamas es uno de los primeros en someterse a un pionero tratamiento que curó en media hora los temblores esenciales que padecía desde hace 37 años

Lamas sostiene con un vaso de agua, algo que no podía hacer sin derramar el líquido. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Cuando hace unos meses José Manuel Lamas conoció al neurólogo Gustavo Fernández Pajarín, este le hizo una extraña petición. “Me dijo que levantase en el aire un vaso lleno de agua. Le dije que iba a poner todo perdido pero me dijo que daba igual. Tapó todo con papeles y me insistió. Levanté el vaso pero llené todo de agua”, recuerdo el lalinense. El pasado jueves, el Neurólogo del Centro Hospitalario Universitario de Santiago volvió a hacerle la misma petición. “Levanté el vaso y lo mantuve en el aire sin derramar ni una gota. Fue algo increíble”, explica Lamas emocionado al recordar el momento.

La vida de este lalinense, que vive en la Residencia de Mayores de A Estrada desde hace seis años, ha dado un giro tan radical como inesperado. “Estoy como un chaval”, bromea al tiempo que reconoce la suerte que ha tenido. “Para mí esto es como si me tocase la lotería. Hace 37 años los temblores en las manos partieron mi vida por la mitad. Quedé incapaz. Nunca me dieron ningún tipo de esperanza. Verme así ahora es algo que jamás me habría imaginado”, afirma.

Este cambio radical llegó gracias a un pionero tratamiento que desde comienzos de año se viene realizando en el hospital de Santiago y que permite superar los problemas de temblores derivados del Parkinson o esenciales, como era el caso del lalinense. En solo una mañana y gracias a este tratamiento Lamas recuperó aquello que un día su cuerpo le negó. Sin embargo, la historia de este capataz de obra viene de mucho más atrás, con una serie de casualidades encadenadas que acabaron con él ante el doctor Fernández Pajarín.

“Fue todo una casualidad”, admite. “Me empezaron a dar mareos y creía que era por culpa del dolor en las cervicales. Soy muy sufrido, así que no decía nada a las enfermeras. Al final sin embargo se lo acabé diciendo y me pusieron cita telefónica con el médico. Me dio antiinflamatorio pero los mareos seguían. Por varias veces caí, pero tuve la suerte de no romperme nada”, recuerda. “Un día sin embargo cuando iba a echar la siesta me maree por el pasillo. Ese día hablaron con la médica y me mandó ir allí para verme. Estuvieron más de una hora mirándome. Me hicieron mil pruebas. Al final me mandaron a neurología a Santiago”, explica Lamas, agradecido con el trato de la doctora Flora Miranda Pena.

Los mareos terminaron llevándolo entonces al neurólogo Ignacio Requena Caballero. Él fue quien dio con su problema, que venía un medicamento que llevaba tomando tiempo y que le estaba causando los mareos, pero también quien derivó su caso y su expediente al Clínico. “Cuando llegué allí me encontré con el jefe de la máquina esa. El que dirige todo. Él fue quien me dijo que tenía que hacerme unas pruebas para ver si podía someterme a un tratamiento nuevo. Fue increíble porque yo conocía el tratamiento desde el día que salió el doctor Prieto en el periódico. Tenía todos los recortes guardados y no sé cuantas veces los había leído. Cuando se lo dije, quedó sorprendido. Había llegado al sitio”.

La aventura de Lamas tuvo su punto y final el pasado jueves, cuando finalmente se pudo someter al tratamiento. “La operación fue solo media hora. pero tenía que estar despierto en todo momento. Cuando me sacaron para fuera el doctor me pidió que pusiese la mano en alto y ya no temblaba”, recuerda un hombre que quiere mostrar su agradecimiento a todas las personas que lo ayudaron, desde médicos a todos los miembros de la residencia. “Soy un viejo de 82 años y nunca creí que eso me fuese a tocar a mí. Y me tocó sin pedirlo a pesar de que solo hacen dos tratamientos a dos personas cada jueves”, afirma.

Un capataz de obra que tuvo que retirarse a los 51

Fue en el año 1984 años, cuando la mano derecha de José Manuel Lamas comenzó a temblar. “Cuando comenzaron los temblores los iba disimulando para que no se me notase, porque no quería tener que dejar de trabajar, pero cuando llegó la artrosis ya no pude seguir”, explica. “Estuve emigrado muchos años en Venezuela y trabajé de muchas cosas pero cuando volví lo hice en la construcción. Cuando se me descubrió la enfermedad era capataz de una empresa de construcción de Silleda, Fernández Sarmiento. Además, también era conductor de autobús. Me conocía toda la zona de Forcarei. Al final llegué a un acuerdo con la empresa y me tuve que retirar”, lamenta el lalinense. Como ocurre con este tipo de temblores esenciales, fueron yendo a más con el paso de los años, hasta el punto de impedirle hacer gran parte de los movimientos naturales. “Podía agarrar las cosas con fuerza y no me caían pero me faltaba la sensibilidad que necesitas para poder sostenerlas”.

El HIFU, un equipo de 2,4 millones de euros

El Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) es el primer hospital público en España en ofrecer un tratamiento pionero contra el párkinson y el temblor esencial. El centro gallego cuenta desde comienzos de año con un equipo de ultrasonidos de frecuencia focalizado (HIFU), que supuso en su día una inversión de 2,4 millones de euros y que permite avanzar en el tratamiento de esta enfermedad y en la mejora de las condiciones de vida de los pacientes. Se estima que unos 4.000 gallegos sufren Párkinson y que otros 35.000 padecen temblor esencial y que la nueva máquina, con una eficacia clínica de al menos cinco años, podrá atender a la mitad de estos pacientes, para quienes por diversas causas los tratamientos actuales no estaban siendo eficaces. El CHUS se confirmó con la implantación de este nuevo tratamiento como un centro de referencia nacional para el tratamiento de los trastornos de movimiento. El jefe de neurología de CHUS, José María Prieto, es el encargado de dirigir este novedoso proyecto.

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