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Cuando la vida es adrenalina

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Cuando la vida es adrenalina Cedidas

Ser madre implica aprender a vivir con miedo. No solo eso. Hay que aceptarlo como compañero de viaje y conseguir que solo tú sepas que está ahí, que nadie más lo note. Si algo tan común como una fiebre disparada o un vómito –frente al que una termina alternando la palangana con una suerte de cuenco formado con sus propias manos– ya de por sí generan alarma, imagínense lo que puede ser asumir la posibilidad, con cierto aire de cotidianidad, de un shock anafiláctico.

La estradense Cristina Porta Gayoso realiza a través de su perfil de Instagram una valiosa divulgación sobre cómo vivir y afrontar las alergias. Su hijo, de dos años y multialérgico, le ha enseñado todo lo que sabe

El primero que sufrió el hijo pequeño de la estradense Cristina Porta Gayoso fue a los 11 meses. Las palabras de la pediatra, pidiendo otra carga de adrenalina y solicitando un helicóptero, todavía resuenan en la memoria de esta madre de A Estrada. Sin duda, Cristina ha aprendido a mantener el miedo a raya. La también delegada en Pontevedra de la Asociación de Personas Alérgicas a Alimentos y Látex (Aepnaa) es un ejemplo de maternidad bien entendida. Intenta llevar la vida en brazos, construyendo desde el positivismo y con pedagogía, un entorno lo más seguro posible, sin dejar que el miedo la haga convertir ese abrazo en una burbuja que, en cualquier momento, pueda explotar.

El hijo de esta estradense es multialérgico. No puede tomar nada que contenga leche, huevo ni gluten. A mayores, es alérgico a las proteínas transportadoras de lípidos (LPT), que se encuentran en vegetales, frutas, legumbres o frutos secos. Literalmente, este pequeño –aun no ha cumplido los tres años– no puede probar más que seis verduras y seis frutas. No es una aproximación. Es una línea roja. Además, es esta una alergia que reacciona por cofactores. Ello hace que comerse una manzana y practicar ejercicio, tomarse un ibuprofeno o tener la menstruación, pueda llegar a suponer para algunas personas alto tan peligroso como jugar a la ruleta rusa.

  • “Las alergias están aumentando, percibo especialmente la cantidad de niños que están mal”

    “Se detectan alergias al polen cada vez en niños más pequeños, que antes era raro y solía producirse en la adolescencia”

“La gente habla de las alergias si las padece. Todo lo que sé yo sobre esto me lo enseñó mi hijo”

Cristina Porta

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Cristina Porta Gayoso ha aprendido a afrontar las múltiples alergias de su hijo de solo dos años

Insiste en que el suyo es un mensaje positivo y que fue a través de su perfil de Instagram (@sinfancialactante) cómo consiguió enfocar esta realidad de manera optimista, tratando de normalizar y hacer visible una situación que muchas familias viven en su día a día. Con todo lo que ello conlleva.

“Desde pequeñito siempre estuvo muy malo. Llegué a tener que despegarle el body con suero fisiológico porque se le pagaba la ropa”, relata esta madre. Se culpa de no haberse dado cuenta de que aquello no podía ser una dermatitis, como le aseguraban una y otra vez. ¿Cómo iba a saberlo? Descubrió qué le sucedía a su pequeño cuando todavía era un lactante. Lo supo cuando fue preciso inyectarle adrenalina. Recibir toda la información le supuso pagar un peaje muy caro. Para aprender a vivir con ello tuvo la inteligencia de pedir ayuda psicológica y de ahí nació su cuenta en Instagram, una que ya supera los 16.000 seguidores y que, a buen seguro, está resultado de gran ayuda para muchas familias que pasan por lo que ella tuvo y tiene que pasar.

“Ahora viajo con mi hijo, pero voy siempre con el tupper y formando a todo el mundo a mi alrededor. Estudié Turismo y, donde antes veía monumentos por todas partes, ahora veo alérgenos”, asegura. “Perdí la vida como la entendía hasta ahora”, añade.

Reconoce que cuando le tocó afrontar la incorporación de su hijo al colegio estaba casi decidida a retrasarlo. El niño nació en diciembre, lo que implica que su primer curso lo pille con solo dos añitos. No se trata de vigilar que en su mochila no falte el agua, la merienda para el recreo o el mandilón. En su caso hay que tener en cuenta que la adrenalina esté preparada por si, en algún momento, algo le hace reaccionar y le ocasiona un shock.

Cristina no quiere dejar pasar de largo la ocasión de aplaudir la acogida que encontró su hijo en el colegio Pérez Viondi de A Estrada. “Fue un ejemplo nacional”, señala. “Lo hacen de diez”. Indica que no solo se tienen en cuenta las muchas alergias de su hijo, sino que se buscan alternativas ante actividades tan comunes como la celebración del magosto. Explica que su tutora realizó un curso sobre alergias, dando muestras del nivel de implicación de los docentes del centro. “El colegio tiene que custodiar la adrenalina. La tiene en clase”, explica esta estradense. Asume que, ante un caso como el de su hijo, “mucha gente tiene miedo”. No obstante, incide en que se trata de primeros auxilios y que en la asociación a la que pertenece disponen de un protocolo de actuación, de manera que los padres firman la autorización de que se le administre adrenalina a su hijo si la precisa y rehúsa emprender acciones contra la persona que se la aplique si no lo hace correctamente.

El parque, un peligro

Cristina insiste en que no quiere enfadarse con nadie. Lleva a la espalda una mochila cargada, en la que, incluso, hay espacio para un injusto sentimiento de culpabilidad. Hay situaciones cotidianas que para su hijo son actividad de riesgo y que, para el común de los mortales, es algo que pasa completamente desapercibido. Su niño es alérgico por contacto, de tal manera que las miguitas que se le caen al bocadillo de otro pequeño que meriende en el parque pueden desencadenarle una peligrosa reacción alérgica. Es también alérgico ambiental, de manera que el polvo, los perros o los gatos son para él también un obstáculo.

“Lo que hace falta es que la gente sepa más sobre las alergias”

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“No se le puede dar de comer nada a un niño si sus padres no están delante”, expone. Es consciente de que es un gesto cultural y de buena voluntad, pero se trata de divulgar para que todo el mundo entienda que es, también, algo realmente peligroso.

Explica la delegada en Pontevedra de la Asociación de Personas Alérgicas a Alimentos y Látex que algo contra lo que han de luchar –a mayores– las familias de los alérgicos es el juicio tan rápido como cruel que se resume en una frase que muchos habrán dicho o escuchado: “qué exagerada es esta madre”. Aun sin cumplir los tres años, su pequeño no come nada sin preguntar antes a su madre. Su hermana mayor, con solo dos años más, ya es toda una experta en alergias. Esta familia, como muchas otras, saben que su vida es adrenalina. Y no porque le gusten las emociones fuertes. Cristina es consciente de que no puede mandar a su hijo a un campamento o de que hasta un beso puede representar un peligro. Lo único que puede esperar esta madre es que en esa mochila suya la culpa y el miedo dejen todo el sitio a la adrenalina, el conocimiento y la vida.

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