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aNA GONZÁLEZ | Presidenta de la Fundación Salma

“Tiene que ser tan normal ir al psiquiatra o al psicólogo como al médico de familia”

“La tasa de suicidio en Galicia supera en un 65% la media nacional; faltan especialistas”

David Río y Ana González, ayer, en el Casino de Lalín antes de la presentación. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

–¿Qué pasa con los planes de salud mentales actuales?

–En la práctica, se ha demostrado que en la mayoría de los casos no se ejecutan. Y en las partidas que sí se ponen en práctica pues cuando acaban de hacerlo ya son obsoletas porque superan en miles las plazas que se crearon. Nosotros queremos que exista un marco legal que ofrezca un mínimo de seguridad jurídica para planificar esto a medio y largo plazo. En definitiva, hacer una apuesta estable por la salud mental. El problema afecta a la cuarta parte de la población. Incluso la OMS está diciendo que en el año 2030 los trastornos mentales serán la primera causa de discapacidad en el mundo. Esta es una bola que se nos viene encima y que si no estamos preparados, será un problema muy grave para la sociedad.

–¿Cómo va la recogida de firmas para que la ley pueda llegar al final al Parlamento?

–Muy bien, la verdad. En plena pandemia y a pesar de que ya ha pasado un año, tengo que decir que es un clamor popular tan grande que nosotros no hemos tenido que hacer ni siquiera pedagogía cuando empezamos con ello. Tenemos más de 125 fedatarios con credenciales para recoger firmas por toda Galicia. Además, en todos las provincias tenemos desde amas de casa hasta jubilados o decanos de facultades que están recogiendo firmas para nuestra causa. De hecho, tenemos ya más de 300 pliegos, cada uno con unas sesenta firmas recogidas, así que en teoría las firmas ya las tendríamos pero queremos seguir recabándolas hasta el último día.

En alemán, la salud mental se describe como “Seelische Gesundheit”. La etimología de seelische viene de seele (alma). Salma es la expresión literal de salud del alma, de la mente y cuerpo en su conjunto. De ahí ha tomado su nombre una fundación galaica de reciente creación cuyos representantes visitaron ayer el Casino de Lalín para presentar una iniciativa legislativa popular (ILP) para promulgar una ley gallega de salud mental. Ana Gómez es la presidenta de la fundación.

–¿Cómo surge Salma?

–La fundación todavía no llega al año de existencia y ha nacido del desamparo en que nos encontramos. Primero las personas que tienen algún problema de salud mental y las familias que tenemos a cargo a alguien con un diagnóstico de patología mental grave. Somos familiares de personas afectadas y por desgracia conocemos la problemática desde hace décadas. Hemos visto que en pleno siglo XXI la situación sigue igual. Somos una fundación un tanto atípica porque primero pensamos qué es lo que queríamos hacer y conseguir y estuvimos trabajando en ello casi dos años. Cuando ya lo teníamos todo perfilado, en febrero, nos pusimos en contacto con numerosos colectivos de la sociedad civil. Les pasamos el texto jurídico que habíamos elaborado porque queríamos que lo hiciesen suyo. Queremos presentarlo como una iniciativa de toda la sociedad civil porque entendemos que es un problema que afecta a todos los ámbitos de la sociedad.

–¿Por qué es necesaria una ley gallega de salud mental?

–La salud mental es un problema de primer orden en nuestra comunidad. La tasa de suicidio en Galicia supera en un 65 por ciento la media nacional. Además, la situación en el ámbito infanto-juvenil es dramática. En primer lugar, faltan especialistas porque somos el único país junto con Bulgaria en el que no tenemos especialistas en infanto-juvenil. Se aprobó recientemente esta especialidad pero hasta que tengamos gente formada aún van a pasar unos años. También faltan recursos. Hoy en día nos están llamando clínicas y consultas privadas de psiquiatría que nos dicen que ya no pueden asumir por carga de trabajo a pacientes nuevos. Si tienes un niño o un adolescente con algún problema serio, ni pagando lo puedes tratar. Al final, es una ruina psicológica y económica para las familias.

–¿Hasta qué punto ha hecho daño el estigma de calificar la salud mental como algo de pudientes?

–Mucho. Es algo que se ha tapado porque no había recursos y sigue sin haberlos. Si pasaba algo, te mandaban a casa y tú te buscabas la vida. Antes era como digamos más soportable porque la mujer se quedaba en casa y asumía toda la carga de los cuidados y demás. El hombre era el que tenía trabajo externo y se iba trampeando. Pero, hoy, con la estructura familiar que tenemos donde en la mayoría de matrimonios trabajan ambos y hay muchas separaciones, los cuidados son inasumibles porque no te puedes permitir el lujo de dejar un trabajo. En la mayoría de las familias también hay niños más pequeños en edad escolar. Nos llaman padres desesperados a los que se les acaba la baja por depresión y se tienen que reincorporar pero tienen el problema sin solucionar en casa. La situación es dramática.

–¿La situación del rural es similar al de las zonas urbanas?

–O incluso peor. Hay que acercar la atención a la salud mental a los centros de salud. Hay que darle visibilidad. Tiene que ser tan normal ir a un psiquiatra o psicólogo como a un médico de familia. Por eso queremos que se pongan unidades de salud mental en los ambulatorios. Eso sería un primer paso, darle normalidad, hablar del tema porque si no hablamos no existimos. Los agentes políticos no se dan una idea real de la dimensión del problema. Hay que poner recursos suficientes porque con palabras bonitas o buenas intenciones no se cura a la gente. Hay que ser serios y tratar este tema tan problemático con seriedad y responsabilidad. Por eso es tan necesaria una ley

–¿Qué es lo más urgente para Salma en estos momentos?

–Necesitamos una reforma estructural, no valen más retoques ni parches subsanando cuando van apareciendo fuegos. La necesidad es tan apremiante que urge que nos sentemos en serio todos los interlocutores que tengamos que ver con salud mental y elaborar entre todos una reforma del sistema y poner los medios suficientes.

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