“Te lo cuento en un minuto. No me lleva nada. En realidad, fue todo muy rápido”, recuerda la estradense Noni Araújo. Cada año participa, en calidad de secretaria, en el jurado del Premio de Poesía Avelina Valladares, impulsado por el Concello de A Estrada. Lo hace siempre con discreción y una gran sonrisa, sin que trascienda que todo comenzó con ella, que es la “culpable” de que el municipio estradense recuerde desde hace 25 años a la mujer que escribió poesía desde el Casal de Vilanconsta (Berres) y que quiso hacerlo en la lengua que –sabía– marcaba la identidad de estas tierras, aun cuando ella misma hubiese sido educada en el idioma de Cervantes.
Explica Araújo que el nombre de Avelina Valladares, la hermana del célebre autor de la primera novela moderna en lengua gallega y del primer diccionario gallego-castellano, ya daba en aquel 1996 nombre a la Asociación de Amas de Casa de A Estrada, que ella misma presidía. “Pensamos que una mujer como ella, del ámbito rural y poeta tenía que ser recordada”, apuntó. Ni corta ni perezosa, buscó ayuda para la publicación de los poemarios que pudiesen distinguirse con este galardón literario y se plantó en el Concello para proponer al entonces edil estradense de Cultura, José Manuel Reboredo, la creación de este premio. “Era la una de la tarde. Se presentó allí toda la prensa e hice a los periodistas testigo de le proponía al concejal la creación de este premio de poesía”, relató Noni Araújo, que no dejó de reconocer que “todo fueron facilidades” para recordar a esta poetisa estradense, también como una de las primeras mujeres en escribir artículos de opinión en la prensa escrita.
“Era una persona tan maravillosa...” reflexiona la impulsora del Premio de Poesía Avelina Valladares. No oculta que ella, y el escritor Xosé Luna –biógrafo de la poetisa– tuvieron que realizar mucha didáctica para explicar quién era aquella mujer tan especial que pasó a la historia como ‘la hermana de’, aun cuando tuviese méritos de sobra para hacerlo con nombre propio. Queda mucho que descubrir de Avelina pero, al menos una vez año la tierra en la que tenía sus raíces la recuerda por un talento al que ella, modesta hasta la médula, restaba mérito.
