Eladio Cuiña era ayer un hombre feliz. Después de muchos años ligado al ámbito empresarial, este lalinense ha vuelto a sus raíces. Las tiene en la parroquia de Prado, donde nació su padre y donde su abuelo fundó, en el año 1918, el Muíño de Cuiña, el mismo que hoy día continúa más activo que nunca y bautiza una ruta que este sábado inauguró un elevado número de senderistas. Más de 150 habían confirmado su asistencia y a ellos hay que añadir las decenas de caminantes que se sumaron en horario de tarde.

Eladio quiso recibir a los participantes con unas palabras, explicándoles su amor por esta tierra y su empeño en devolverle parte de lo que ella le ha dado, sabiéndose afortunado de poder disfrutar de la belleza que le rodea.

El recorrido fue concebido de manera circular, con una extensión de 14 kilómetros. Bautizado como Sendeiro de Cuiña, está homologado por la Federación Galega de Montañismo, que le asignó la nomenclatura PR-G 248.

Más de 150 personas solicitaron acudir al estreno de esta ruta. Bernabé/Javier Lalín

Parte de este entorno privilegiado de Prado, adornado por plantaciones de arándanos y grosellas, para adentrarse en una zona acordonada por robustos robles. El recorrido está salpicado de múltiples atractivos naturales, patrimoniales y etnográficos, desde el propio Muíño de Cuiña que le da nombre hasta la iglesia de Prado –tiene una parte perrománica–, sin olvidar la capilla de Santa Lucía, restos de una antigua fábrica de la luz y de otra destinada a curtidos, el imponente Pazo de Liñares, el Pazo de Irixe o el Puente de Taboada. El curso de los ríos Lamas –también conocido en alguno de sus tramos como Santa Lucía–, Deza y Asneiro acompañan al caminante en su avance, en una ruta que se cataloga como fácil y con un tiempo estimado de recorrido de unas cuatro horas, en las que se atraviesan parajes de las parroquias lalinenses de Noceda, Prado y Bendoiro.

Sumarse a esta ruta permite también descubrir entornos tan hermosos y poco conocidos como Pozo do Rato, donde el Lamas gana nervio y ofrece una sucesión de cascadas cuyas aguas terminan por confluir en un pozo.

Con grupos que recorrieron la senda por la mañana y por la tarde, la organización ofreció un avituallamiento gratuito y puso a disposición de los asistentes, y a precios económicos, un servicio de perritos calientes y hamburguesas. Además se sortearon 20 lotes de un kilo de harina cada uno, molida en el centenario Muiño de Cuiña, todo un símbolo de esta hermosa ruta que. sin duda, es harina de otro costal.