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enrique urréjola madriñán nnficha personal | Escultor

“La reclusión durante la pandemia me permitió centrarme en poder crear”

Expone sus cerámicas hasta el 10 de octubre en el Pazo de Bendoiro de Lalín

Enrique Urréjola y Graciela Vila, ayer, junto a piezas de la muestra en el Pazo de Bendoiro. | // BERNABÉ/J. LALÍN

Enrique Urréjola Madriñán, al que todos llaman Quico, es un lalinense que tras vivir 27 años en Vigo ahora está establecido en Zaragoza. Siguiendo la estela de su padre pintor, hasta el 10 de octubre muestra sus últimas cerámicas en los salones del Pazo de Bendoiro.

–¿Desde cuándo esculpe?

–Como mi padre era pintor yo empecé pintando y, después, me pasé al grabado. Desde hace una década más o menos me adentré en la escultura, me gustó mucho y desde entonces es lo que hago. Lo que expongo en Bendoiro es exclusivamente escultura en barro.

–¿Qué fue lo que le atrajo de la escultura para tomar esa decisión?

–Más que nada fue el material. De repente empecé a trabajar con unos barros especiales que se cuecen a una temperatura de 1.300 grados y son una especie de arcilla refractaria de la que se suele utilizar en los hornos para cocer el pan. Es un barro muy granulado y es como si estuviese trabajando con tierra y eso me atrajo mucho. Me adentré ahí y ahí estoy en este momento.

–Desde el punto de vista temático y de la técnica, ¿cuáles son sus influencias como escultor?

–A mi me gusta mucho la obra de Alberto Giacometti, que es lo que desde siempre más me ha atraído en escultura. Después, debo reconocer que tengo unos gustos bastantes clásicos porque Miguel Ángel y todo el Renacimiento italiana me atraen mucho también. De hecho, mi esculturas son muy figurativas. En este caso, en Bendoiro muestro piezas con seres antropomorfos mitad animales y mitad hombres. Tienen un aspecto imaginario pero intento que sean reales para el espectador. Me he traído una treintena de piezas, que son las que espero poder exponer hasta el mes de octubre.

–¿Vino todo desde Zaragoza?

–Sí, claro. Allí trabajo con una ceramista bielorrusa muy prestigiosa que se llama Yanka Mikhailova. Suelo trabajar conjuntamente con ella en el taller y por eso todo lo que se verá en Lalín procede de allí.

–¿Suele venir a menudo por su tierra natal?

–Yo nací encima de la farmacia de mi abuelo, conocida como farmacia Madriñán. Lo que pasa es que sí que estuve aquí muy poquito tiempo. Sí es verdad que venía durante muchos veranos y fines de semana y sigo teniendo familia en Lalín. La verdad es que los tengo un poco olvidados. A ver si con la exposición me reconcilio con todos.

–¿Lo de ser escultor se lo toma tan en serio como una profesión o lo tiene como una afición?

–Es muy difícil vivir exclusivamente de la escultura pero sí te puedo decir que tengo obra en Madrid, Zaragoza, San Sebastián y París. La verdad es que no me quejo porque me van saliendo proyectos y voy haciendo cosas.

–¿No le gustaría atreverse con otros materiales en sus obras?

–Con piedra he trabajado y me gusta mucho. Lo que pasa es que me sigue gustando tanto lo otro, y lo tengo un poco aparcado.

–¿Cómo ha influido la pandemia en su labor escultórica desde la llegada del virus?

–En mi caso, me favoreció. De repente, tanta reclusión me ayudó a dejar cosas que me dispersaban más para dedicarme realmente en el taller a crear un día tras otro. Si no fuese por la pandemia, seguramente la cosa se hubiese diversificado mucho más. O sea que en mi caso, teniendo en cuenta la barbaridad que es esta pandemia, me fue positivo a la hora de poder crear.

–¿Cómo se presenta el futuro?

–Este verano la pintora zaragozana Rosa Balaguer me propuso presentar un proyecto en Aragón para hacer una exposición ahora en un palacio de exposiciones de Zaragoza. Se trata de una exposición junto a ella y un fotógrafo. Sería cuestión de hacer una mezcla entre los tres en torno a un proyecto relacionado con el agua. Ahora me quedo en Galicia hasta finales de octubre, más o menos, y después cuando vaya allí a ver si lo ultimamos un poco y lo concretamos.

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