La estradense Lucía González llegó a la isla de La Palma hace 16 años junto a su pareja, Evaristo Mato, y allí terminó encontrando un lugar en el asentar su familia. Hoy, la policía local vive con tensión la situación generada en su isla por la erupción del volcán, con la incertidumbre de que cómo puede evolucionar la situación y con el corazón “en un puño” ante la desgracia de muchas de las familias que viven en la zona más afectada.

–¿Cómo se está viviendo en la isla de La Palma la erupción del volcán?

–Pues ya te puedes imaginar. Es una desgracia muy grande que nos ha tocado vivir. En estos momentos hay muchísima tensión. La dimensión que ha alcanzando esto es algo que no me esperaba.

–¿Cómo está la situación en estos momentos?

–Lo último que sé es que se abrió una boca nueva, ya haynueve. Sin embargo, no tengo mucha más información ahora mismo sobre eso.

–¿Cuál es su principal preocupación?

–Lo peor es la incertidumbre por si puede empeorar la situación o por lo qué pueda pasar. Vamos viendo lo que nos cuentan los medios de comunicación porque la situación puede cambiar de un momento a otro. Lo que aquí está sucediendo es muy preocupante. Todos estamos deseando que esto se termine.

“Tengo el corazón en un puño porque hay gente que está perdiendo toda su vida”

“Tengo el corazón en un puño porque hay gente que está perdiendo toda su vida” L.D.

–¿Están trasladando a muchas personas de la zona afectada a otras partes de la isla?

–Sí, la última información que tengo es que ya evacuaron a unas seis mil personas de toda la zona afectada o que puede estarlo.

–Porque ustedes se encuentran fuera de la zona de peligro.

–Sí, nosotros vivimos justo al lado contrario de la isla de donde se produjo la erupción. En esta zona no se ve nada de humo. Ayer noté un pequeño temblor pero debo decir que fue el primero que sentí. Aquí no se nota especialmente porque está todo de momento más hacia el otro lado.

–¿Cómo fueron los días previos en los que ya se alertaba de la posible erupción?

–Fueron días muy tensos. Todos estábamos siguiendo las informaciones y estas decían que cada vez los movimientos sísmicos eran más superficiales. Sin embargo, había tranquilidad, porque teníamos mucha información y veíamos que estaban muy atentos a lo que pasaba. Era como una tranquilidad, pero tensa. Veías que podía pasar algo pero no sabías si sería en unos días, en unos meses o si podía pararse. Lo único que podíamos hacer era estar informados de los pasos que había que dar en caso de que llegase la erupción para estar preparados. Es una sensación extraña.

–No todos los días uno está a los pies de un volcán esperando una posible erupción...

–No, para mí no, pero aquí hay gente que ya lo vivió. Muchos vivieron la anterior erupción del año 71 y algunos la del 49. Sin embargo, no tiene nada que ver. De aquella tampoco había tantos medios de comunicación. Ahora puedes ver la tragedia tan terrible que afecta a toda la zona en la que entró en erupción. Es cierto que el cráter se produjo en una zona en la que no había casas pero la colada corrió por zonas habitadas y por donde pasó arrasó todas las casas.

–Por su trabajo como Policía Local ha tenido que trabajar cerca del lugar.

–Cuando se activan los protocolos estamos a disposición de lo que dispongan en una situación de emergencia. Ahora mismo sin embargo, fuera de los municipios afectados, se sigue trabajando con cierta normalidad, aunque preocupados y atentos a lo que pasa al otro lado de la isla. En este lado de la isla hay una cierta normalidad. Yo llevo aquí mucho años y me siento de la isla. Ahora mismo tengo el corazón en un puño porque aquí hay gente que está perdiendo toda su vida. Esta es nuestra gente y nuestras casas y no sabemos la dimensión que puede tener porque todavía no paró. Todo esto es una gran desgracia.