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A Estrada alcanza la inmunidad de rebaño al llegar al 94% de vacunados contra el COVID

Un hombre es vacunado en un centro de salud de A Estrada.

Si la inmunidad de rebaño es posible y supone un pasaporte para regresar a la normalidad, ¿quién no querría ser oveja? A Estrada ha llegado a este punto. Desde el servicio de Atención Primaria se aseguró ayer que el municipio ya alcanzado el 94% de los vacunados con las dos dosis contra el COVID-19, de tal manera que el municipio está en condiciones de festejar que dispone de la también llamada inmunidad colectiva o de grupo contra una enfermedad por la que ya han pasado 885 pacientes con tarjeta sanitaria en este concello pontevedrés.

La lucha contra las distintas olas de la pandemia ha sido dura. Durante la batalla han sido 12 las personas que, desafortunadamente, no pudieron reponerse a la infección causada por el SARS-CoV-2. En la misma jornada en la se anunció que se alcanzaba la inmunidad de rebaño –situada en el 90% de población vacunada– el número de casos activos de coronavirus volvió a descender, quedando ya únicamente cuatro personas pasando la enfermedad en sus domicilios. En total, a lo largo de todos estos meses, un total de 869 estradenses se curaron y se realizaron 27.777 pruebas PCR para detectar este virus que ha traído de cabeza al mundo entero desde comienzos de 2020.

La semana comenzó ya con buenos datos, indicios de que la onda podía darse por abatida y, a medida que transcurrieron los días el panorama no ha dejado de mejorar. Sin embargo, el nivel de vacunación es crucial para que el municipio pueda ver recortados por tiempo los contagios. Con todo, la inmunidad no conlleva, al menos de momento, una relajación de las medidas, conscientes de que este virus no perdona que se baje la guardia. De hecho, una consulta a pie de calle entre los estradenses muestra la intención de los vecinos de seguir aplicando precauciones, sin mostrarse confiados de que la vacunación a un porcentaje tan alto de la población vaya a suponer el regreso definitivo de la normalidad, al menos como se conocía.

Los datos mejoran también en Rodeiro, estos días el municipio con mayor incidencia acumulada de COVID-19 en el conjunto de las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes. El alcalde, Rubén Quintá, confirmó ayer que los casos descendieron hasta los cuatro activos, recortándose a la mitad en solo una jornada. Agolada continúa con seis pacientes contagiados, si bien no se reportaron nuevos casos desde hace más de una semana, situación que también se da en Silleda y Forcarei. Cerdedo-Cotobade y Dozón figuran libres de virus.

En cuanto a la capital de Deza, la incidencia de Lalín es también relativamente baja, con 14 casos detectados en los últimos 14 días. En Vila de Cruces figuraban en la jornada de ayer seis casos activos. Uno de estos pacientes reviste mayor gravedad. Se trata de un nonagenario que cursa la enfermedad y cuya evolución precisó ayer mismo ingreso hospitalario.

  • "Ahora no tengo miedo. La vacuna me dio más seguridad para salir a la calle"

    Ángeles Méndez Otero. 75 años

Ángeles Méndez Otero camina por las calles más céntricas de A Estrada con su carro de la compra. Aunque está al aire libre, lleva puesta la mascarilla, un complemento que en las calles estradenses, aunque el municipio goce ya de la esperada inmunidad de rebaño, todo el mundo lleva bien sujeta. A sus 75 años, esta estradense recibió la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 en el mes de mayo. “No tengo miedo, aunque al principio sí, pero la vacuna me dio más seguridad, para poder salir a la calle o ir a la compra”, apunta. En casa están todos vacunados, de manera que las dos personas que conviven en este hogar de A Estrada están protegidos contra la enfermedad y, aunque salen a la calle protegidos y guardando las medidas de seguridad, reconocen que pueden hacerlo sin el temor inicial a volver a su casa, sin saberlo, llevando con ellos un invitado indeseable.

  • "Vamos a mejorar, pero esto vino para quedarse; no volveremos al 100%"

    Silvia Riveira. 47 años

“La vacuna, por mucho que digan, algo hace. Que a lo mejor lo puedes coger... pero yo creo que será más leve. Yo con ella estoy contenta”, apunta Silvia Riveira. Cree que no vacunarse, aunque el pinchazo sea algo que no pueda imponerse, puede ser una postura egoísta. Aunque le supone una alegría alcanzar la inmunidad colectiva, esta estradense no alberga muchas esperanzas de que ello vaya a suponer el fin de esta pesadilla. “Pienso que no. Sí que vamos a mejorar, por supuesto, pero pienso que esto vino para quedarse. Será como una gripe u otra enfermedad que circula por ahí. Habrá contagios, aunque a lo mejor no masivos. En algunas cosas estamos como antes, pero yo creo que al cien por cien no volveremos”, apunta Silvia. Se muestra convencida de que “esto va a cambiar muchos hábitos”. “Creo que le cambió la mentalidad a mucha gente”, opina, desde la experiencia de quien tiene un negocio y una hija de 20 años.

  • "Ahora la pregunta del millón es hasta cuándo dura esta inmunidad"

    Silvia Treviño Ruibal. 39 años

Su profesión la incluyó entre las primeras en recibir la vacuna. La enfermera Silvia Treviño Ruibal está inmunizada desde enero. “Ahora la historia está en saber cuánto dura la inmunidad, que es la pregunta del millón, porque no sabemos si va a quedar una vacuna anual si no... Nadie lo sabe”, indica. No confía en que esto se haya acabado, aunque aguarda que la normalidad se vaya realmente imponiendo. “Tiempo al tiempo. Sin precedentes, hay que dar tiempo y ver lo que pasa, nadie lo puede predecir”. Apunta a que quedan secuelas y también hábitos como el uso de la mascarilla que perdurarán. “Ya debiésemos haberlo hecho antes. En sitios muy hacinados una mascarilla nunca viene mal”, apunta. Confiesa que cuando le pusieron la vacuna se sintió un poco más tranquila. “Yo estaba deseando ponerla, porque mal no te va a hacer. Todo sea para bien”, indica.

  • "Espero que esto sea el final, aunque haya que vacunarse como con la gripe"

    Iván Magariños. 32 años

Iván Magariños tiene a diario contacto con las muchas personas que buscan en su puesto la suerte del cupón de la ONCE. Este estradense se vacunó con la segunda dosis contra el SARS-Cov-2 el pasado 14 de agosto y reconoce que se siente “relativamente más seguro para trabajar de cara al público”. “No es que tuviese miedo ni a poner la vacuna ni a coger la enfermedad”, confiesa a pie de calle, junto a la mesa en la que vende suerte e ilusión en la calle Calvo Sotelo. Y él también tiene esperanza en relación a esta pandemia. “Espero que esto sea el final”. En cuanto a que puedan llegar recomendaciones de nuevas dosis, indica que también sucede con la gripe y que es algo que ya está normalizado de forma anual. “Esta vacuna será una cosa que vendrá para quedarse pero tener la inmunidad de rebaño ya es algo positivo”, remarca.

  • "Siempre habrá que tener un poco de cuidado y mantener distancias"

    Sandra Bravo. 21 años

Sandra Bravo recibió el 4 de septiembre la segunda dosis de la vacuna contra el COVID, por lo que tiene todavía muy reciente el pinchazo que le abre la puerta a la inmunidad. “Sería necesario que todos nos vacunásemos para poder regresar a la vida como era antes. Siendo honesta, de ahora en adelante habrá que tener siempre un poco de cuidado y mantener distancias porque no creo que esta sea una enfermedad que vaya a desaparecer, va a estar aquí, pero estará más reducida así que, dentro de todo, podremos llevar una vida parecida a lo que era antes pero no exactamente igual”, declara esta joven de 21 años. Confiesa que nunca se sintió atemorizada. “Siempre está el riesgo de enfermar pero, mientras sigas las normas y cuides de ti misma, no hay por qué estar preocupado; al final, si te va a tocar, te va a tocar; no lo vas a cambiar por estar vacunado”.

  • "No sé si esto será el fin, pero tenemos que asumir que este no será el último"

    Xosé Neira. 87 años

“Parece que es efectivo y debían procurar vacunar al mayor número de personas posible (...) No le veo sentido a que alguien se niegue a poner una vacuna que puede ayudar”, apunta Xosé Neira. “No sé si esto será el fin de esta pesadilla, pero lo que tenemos que asumir es que este no va a ser el último porque hubo muchos en la historia que se llevaron a mucha gente. ¿Quién nos dice que dentro de poco no aparece otro, si ya hay variantes dentro de esta misma pandemia?”, indica. “Estas cosas malas vienen para quedarse, pero si se puede controlar ya sería algo muy importante; después, lo que venga, vendrá”, reflexionó. “En tiempos no había contactos como hay ahora, pero en estos momentos el mundo está totalmente globalizado y da igual vivir en las Antípodas como aquí, estamos expuestos a que nos lleguen las cosas; las cosas malas sobre todo”.

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