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La pandemia cuadruplica en A Estrada las recaídas en adicciones al alcohol y tabaco

Prevención de Conductas Adictivas del Concello constata el incremento de un uso excesivo de las nuevas tecnologías, del juego “online” y de trastornos de la conducta alimentaria

La técnica de Prevención de Conductas Adictivas del Concello de A Estrada guía a las personas que quieren abandonar sus adicciones en la búsqueda de una salida. // Bernabé / Javier Lalín Bernabé / Javier Lalín

Más allá de las múltiples consecuencias indeseadas del COVID sobre la normalidad y la salud de la población en general, en el departamento de Prevención de Conductivas Adictivas de la Concellería de Sanidade, Turismo e Relacións Institucionais del Concello de A Estrada se ha podido constatar que la pandemia ha cuadruplicado las recaídas en la adicción a alcohol y tabaco de los usuarios de sus programas de abandono del alcohol y de deshabituación tabáquica.

Así lo confirmó la técnica responsable del servicio, Isabel Sanmartín, que ha tratado de reconducir la situación caso a caso para que los afectados hagan borrón y cuenta nueva y logren superar sus adicciones definitivamente. Según explicó, en 2020, los programas preventivos de adicciones que se gestionan desde la concejalía que dirige el edil Óscar Rancaño sumaron 59 usuarios activos: 20 mujeres y 39 varones. Algunos acuden derivados de los Servizos Sociais del Concello y otros, de centros escolares. Pero la mayoría lo hace por iniciativa propia o de algún familiar conocedor de la existencia del servicio.

El programa de deshabituación tabáquica es el que sumaba más usuarios al inicio de la pandemia y en los meses siguientes: 32. Por su parte, el programa de abandono del alcohol sumaba 17 en el mismo período. Y el de deshabituación cannábica, 10.

Aunque durante el confinamiento estricto de marzo, abril y mayo de 2020 se ofreció un servicio telefónica de seguimiento y apoyo, se constató que la tasa de recaídas se cuadruplicó respecto de ejercicios anteriores, alcanzando un 8 e incluso un 9%, muy por encima del 2% habitual en ejercicios anteriores.

Especialmente importantes fueron las recaídas en el alcohol de personas que se vieron superadas por la situación de aislamiento social, una sensación continuada de incertidumbre y ansiedad así como por muchas horas de aburrimiento y la ausencia de vínculos personales con los que mantener una comunicación activa. La mayoría carecía de recursos personales para entretenerse o para ocupar el tiempo.

Asimismo, se constató que, además de cuadros de abuso y dependencia del alcohol, surgieron trastornos de la conducta alimentaria y, en un elevado número de casos, “adicciones sin sustancia vinculados con un juego excesivo de las tecnologías, fundamentalmente de las redes sociales, los videojuegos y los juegos online”.

Por lo que atañe al tabaco, se observaron recaídas entre quienes llevaban poco tiempo sin fumar o estaban al inicio del programa.

Cayó, en cambio, en los meses de confinamiento duro, el consumo de sustancias ilegales que eran más difíciles de obtener por las restricciones al movimiento. Es el caso del cánnabis, que actualmente luchan por dejar diez jóvenes.

Desde el desconfinamiento, Sanmartín ha ido retomando de manera progresiva la atención presencial, que actualmente ya es plena (si bien ajustada a las circunstancias actuales de reducción en la duración del tiempo de la sesión, ventilación de espacios y demás medidas de seguridad preventivas del COVID. El horario de atención al público es de lunes a viernes de 8.00 a 15.00 horas, previa cita a través del número 986 677702.

Consumo social en el varón y negación en la mujer

Aunque cada caso es un mundo, la mayoría de los 20 adictos al alcohol que tratan de dejarlo en A Estrada son varones mayores de 50 años que se encuentran en una situación personal desarraigada. Casi todos viven solos y llegan a Prevención de Conductas Adictivas derivados por los trabajadores sociales que se ocupan de los casos de la Renta Social de Inclusión Social de Galicia (RISGA). Suelen sufrir problemas de marginalidad y de integración sociolaboral. Y tienen poco arraigo familiar o ninguno. Suelen relacionar el consumo de alcohol con la vida social. Los de menor poder adquisitivo suelen beber vino y cerveza así como salir de vinos. Otros no beben por la semana porque trabajan sino que acostumbran a consumir gran cantidad de bebidas destiladas (cubatas) el fin de semana. Explica Sanmartín que la mayoría admite al principio que consume alcohol pero no tener un problema por esa causa. Sin embargo, al hilo de un cuestionario objetivo con preguntas específicas, termina admitiéndolo. En cambio, la mayoría de las 3 mujeres usuarias del servicio suele disfrazar ese consumo afirmando que solo bebe un vino a la comida aunque beben más de los dos vinos o cervezas que ya suponen un consumo problemático. La mayoría consume vino de baja calidad y a diario. Oculta el consumo, incluso a su familia (que suele conocer su adicción).

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