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La frustrada unión comarcal

La Mancomunidade atraviesa su momento más crítico, con solo cuatro de sus concellos fundadores | Luis Taboada convocará a los alcaldes para analizar el futuro de la entidad

Los alcaldes Costa, Otero, Crespo, Viéitez y Diéguez presiden, en 2002, la sesión constituyente ante los concejales miembros | // BERNABÉ

El 8 de noviembre de 2002 se formalizaba la constitución de la Mancomunidade Terras de Deza con los seis concellos de la comarca y esta primera reunión ya arrancó con mal pie. Los representantes socialistas demoraron más de 60 minutos su presencia en señal de protesta por el horario de la sesión. Hace casi dos décadas la hegemonía del PP era incontestable y los seis alcaldes pertenecían a la formación conservadora. Solo el lalinense José Crespo se mantiene al frente de una corporación municipal. De los demás, solo el cruceño Jesús Otero continúa en política. Crespo Iglesias aprovechó aquella reunión para, en público, lanzar un mensaje tranquilizador e indicó que este proyecto nada tenía que ver con la fusión municipal. El resto de la mesa presidencial estaba formada por los regidores de Silleda (José Fernández Viéitez), Rodeiro (Eliseo Diéguez), Agolada (Manuel Costa Casares) y Adolfo Campos delegó en el edil José Adonis Rodríguez.

La aprobación de estos primeros estatutos se produjo tras un debate acerca de su diseño s y una votación que dio como resultado 47 votos a favor: PP (41), y PSOE (6) y las siete abstenciones del BNG. En el auditorio municipal lalinense se discutió hasta el nombre elegido para la entidad y los grupos de la oposición mostraron ya su escepticismo acerca del funcionamiento de la misma; no tanto por el fondo u objetivo aparente, como por las formas. El portavoz entonces del BNG, Xoán Carlos Vizoso, anticipó ya la abstención de los nacionalistas pues los estatutos que estaban encima de la mesa, pese a ser en principio negociados con las fuerzas de la oposición, no eran de su total agrado.

Viéitez tomó las riendas de la mancomunidad y desde entonces fue regida siempre por alcaldes del PP: Jesús Otero y Luis López fueron los otros responsables hasta que el primer edil cruceño, Luis Taboada, tras romper un pacto para colocar al exalcalde lalinense Rafael Cuíña en la presidencia se hizo con el bastón de mando en noviembre de 2019. Dozón fue el primero que abandonó, en 2008, y días atrás el regidor agoladés, Luis Calvo, anunció que tomaría el mismo camino. Curiosamente los dos que no están son los dos ayuntamientos menos poblados de la comarca, a priori los que más provecho podrían sacar de su participación.

Crespo, en la enésima crisis de la entidad, defendió más aportación de los ayuntamientos y la profesionalización como única salida. Taboada asegura ahora que “la próxima semana” citará a los alcaldes para hablar “y ver qué solución se busca”.

Silleda

El PSOE de Silleda exigía esta semana cambios estatutarios y presidencias rotatorias. El alcalde, Manuel Cuíña, responde a la oferta de Crespo indicando que “su planteamiento es muy similar al que hicimos, si bien hay ciertos matices en lo tocante a la presidencia rotatoria y otros. “Lo que está claro es que hay que reaccionar lo más rápido posible y adoptar decisiones desde los concellos dejando al margen los intereses de los partidos y apostando decididamente por mejorar la gestión de la entidad”.

Escasas funciones

La mancomunidad incumplió la práctica totalidad de sus objetivos fundacionales. Fueron, por cierto, bastante ambiciosos teniendo en cuenta el escepticismo de parte de los representantes públicos, pero los acordados: Conservación de carreteras y caminos locales; tratamiento integral de todo tipo de residuos; protección del medio ambiente; promoción del desarrollo económico, social y turístico; promoción del suelo industrial; potenciación de un mercado comarcal ganadero y fomento de ferias agrícolas y ganaderas y de productos agropecuarios de calidad; prevención y extinción de incendios y coordinación de Protección Civil; abastecimiento y saneamiento de agua; defensa y puesta en valor del patrimonio histórico-artístico; servicios sociales; coordinación de la enseñanza artística y musical; coordinación de la planificación urbanística y transporte público. Y todavía se planteó ir más allá. ¿El bagaje? Un equipo de bacheo, un plan de eficiencia energética y una depuradora en Losón que da servicio a las parroquias de Santa Baia (Lalín) y San Pedro (Vila de Cruces). El último balance presupuestario se cerró con aportaciones pendientes de Lalín y Vila de Cruces –los impagos fueron bastante comunes– y cero euros en inversión.

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