El alcalde de Vila de Cruces, Luis Taboada, mantuvo una reunión con los afectados por los parques eólicos de Carbia, a quienes aseguró que lleva meses trabajando en la documentación presentada para la paralización de estos proyectos. El regidor deja clara su “total oposición” a estos “espantajos”, como denomina a los molinos de viento, por considerarlos son “muy perjudiciales” para el municipio, ya que “pretenden destrozar la masa forestal más importante del contorno y ahuyentar a los pocos vecinos que a día de hoy apuestan por el rural”.

Al tiempo que apela a la unidad de todos contra estos parques, Taboada afea la forma de actuación del BNG, al que acusa de “sembrar miedo entre la población, con mentiras como que el el alcalde no está haciendo nada por evitar la instalación de los molinos”. Aunque es un problema general, que trasciende las fronteras cruceñas, asegura que su gobierno ya ha adoptado las medidas que están en sus manos “para que no permitan realizar estas aberraciones”. Con la reunión mantenida el viernes, el alcalde daba “un paso más” y confirmaba que “no ha metido este asunto en el cajón”, sino que lo tiene “muy presente” y que “siempre se posicionará a favor de los vecinos”.

Voto de calidad

Por otro lado, Luis Taboada carga contra el BNG por haber sido el único grupo municipal que votó en contra del proyecto de mejora de la calle Vázquez, desde el cruce con Sergio Iglesias hasta la Travesía Vázquez 2, dotado con 802.096 euros, en el marco de la Rede Ágora, de la Diputación de Pontevedra. El Concello tendrá que suplementar la obra con 205.415 euros, pues el resto se financia a través de una ayuda del programa Reacpon. El alcalde, que tuvo que tirar de su voto de calidad para desempatar en el pleno, tilda de “inaudito” el rechazo de “un grupo político que se hace llamar progresista”, a la par que agradece “la altura de miras” de PP y PSOE, que se abstuvieron, por “ser capaces, sin llevarlo al terreno personal, de observar que con los tiempos que corren no se puede desperdiciar que nos entreguen casi 600.000 euros para hacer un proyecto, sea el que sea”. En todo caso, aclara que “no fue un capricho”, sino que echó mano de un proyecto que ya estaba preparado y al que solo le faltaban permisos de otras instituciones, “prácticamente irrealizable solo con fondos propios”.