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Las comarcas agravan su crisis demográfica y las muertes ya triplican a los nacimientos

El año pasado hubo 1.032 óbitos por 391 recién nacidos | Todos los concellos acentúan su saldo vegetativo negativo, con casos con solo un bebé por cada seis fallecidos | Las bodas cayeron a la mitad en diez años

Vecinos de Lalín paseando por el casco urbano. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Hace años que la pirámide de población de las comarcas, como la del resto del interior gallego, está invertida, con cada menos gente joven en su base. En realidad ya no es una pirámide, sino una especie de hucha en la que predomina el tramo de 40 a 60 años, y en la que va ensanchándose además el de las personas mayores de 65.

Ayer, el IGE difundió los datos del movimiento natural de la población, que incluye nacimientos, muertes y matrimonios. De la diferencia entre la cifra de recién nacidos y la de fallecidos se obtiene el saldo vegetativo, que en la zona norte de la provincia, donde nos ubicamos, lleva también varios ejercicios en negativo, y cada ve va a peor. El año pasado, en Deza, Tabeirós-Montes y Cerdedo-Cotobade hubo, en conjunto, 391 nacimientos frente al triple de muertes, 1.032, en concreto. Si hacemos una resta, obtenemos la cifra de -641, que es el saldo vegetativo de la zona. Y esta cifra, como decimos, no hace otra cosa que crecer: en 2010 el saldo vegetativo era de -467 (con 452 recién nacidos frente a 919 muertos); y en 2019, de -596 (con 397 alumbramientos y 993 óbitos). Y no lo olvidemos: es la primera vez que las comarcas rebasan ya el millar de defunciones por año.

Más niños que en 2019

Este saldo vegetativo negativo es común, sin excepción, a los nueve municipios. En la comarca dezana, durante el año pasado tuvieron lugar 238 nacimientos, mientras que hubo casi también el triple de muertes, 613. Así, su saldo vegetativo es de -375. Consuela, pero muy poco, ver que al menos nacieron más niños y niñas que en 2019, cuando hubo 231 alumbramientos. Y consuela poco porque si tomamos los datos de 2010, es más evidente la reducción de población: por entonces, nacieron 281 bebés (43 más que ahora) y fallecieron 556 personas (que son 57 menos). Así, en 2010 el saldo vegetativo también era negativo, de -275, pero menos acusado que en la actualidad.

La capital dezana, Lalín, lidera el saldo vegetativo en rojo de la comarca, lógico si se tiene en cuenta que aglutina más de la mitad de su población. Durante el año pasado, en Lalín nacieron 119 personas y fallecieron más del doble, 253, conque su saldo vegetativo es de -134. En 2010, este saldo estaban en -75, la diferencia entre los 156 nacimientos y los 231 óbitos.

En Silleda, también el número de muertes duplica a los nacimientos, con 128 y 67, respectivamente. De este modo, el crecimiento vegetativo se queda en -61. Está también por encima de los -51 de una década atrás, cuando se habían registrado 120 defunciones frente a 69 alumbramientos.

En Vila de Cruces la proporción ya se dispara y no es de un nacimiento por cada dos óbitos. En Cruces, las 120 muertes del año pasado multiplican por más de cuatro los 29 recién nacidos en ese mismo ejercicio. El saldo vegetativo de este municipio está en -91. Los datos de 2010 eran mejores, pero también negativos: por entonces, Cruces registró 34 recién nacidos y casi el triple de muertos, 84. Su saldo era de -50.

Agolada y Dozón, tónica curiosa

Y los tres municipios menores de Deza ennegrecen aún más la situación demográfica de la comarca. En Agolada, hay casi cinco veces más muertes (42) que nacimientos (9). Así que su saldo vegetativo es de -33. Es curioso, pero esta cifra ya fue más elevada en 2010, porque con 9 recién nacidos y 52 defunciones teníamos un crecimiento vegetativo de -43. Y lo mismo le ocurre a Dozón, que puede parecer que frena sus cifras negativas: cierra 2020 con un saldo de -11 (con 5 bebés y 16 fallecidos), mientras que en 2010 el saldo era de -21 (con 2 bebés y 23 muertes). La explicación, si vemos los números, no está en la inversión de la pirámide, sino en el tremendo éxodo a otros municipios por parte de gente de mediana edad.

Rodeiro no reduce su saldo, negativo pero, junto a Forcarei tiene el dudoso honor de tener un nacimiento por cada seis muertes: nacieron 9 personas y murieron otras 54. Su crecimiento vegetativo es de -45. Al final de la década pasada, su crecimiento estaba en -35, porque en 2010 nacieron 11 bebés y fallecieron 46 personas.

A Estrada mejora los datos de 2019

Ya en Tabeirós-Montes, durante el año pasado tuvieron lugar 128 nacimientos y casi el triple de óbitos, 328. De esta forma, su crecimiento natural es de -200. Una década atrás, había ya menos recién nacidos (165) pero más muertes (339), con lo que su saldo era de -174. A Estrada es la gran responsable de este desequilibro. Cerró el año pasado con un crecimiento vegetativo de -135, el más alto de la zona y solo un punto por encima del de Lalín. En este municipio nacieron 116 bebés, pero fallecieron el doble de vecinos, 251. Pero a diferencia de los concellos dezanos, A Estrada tiene mejores datos que en 2019: por entonces su saldo era de -262, con 127 bebés (uno más que en 2020) y 389 defunciones (61 más). Forcarei, por su parte, muestra un crecimiento de -65 (con 12 recién nacidos y 77 muertos). En 2010 el saldo era de -49 (con 24 bebés y 73 fallecimientos). Y, como A Estrada, suaviza los datos de 2019: ese año el saldo estaba en -87, con 9 bebés y 96 óbitos. En cuanto a Cerdedo-Cotobade, en 2020 tuvo 25 nacimientos y 91 muertes, que son casi cuatro veces más. El crecimiento natural es, por tanto de -66. En 2010, Cerdedo y Cotobade tenían en conjunto (no se habían fusionado) 38 nacimientos y 69 muertes, dando así un saldo de -31. Por último el año pasado se celebraron 132 bodas en la zona. La cifra cae en comparación con las 173 de 2019 y son más de la mitad de las 224 oficiadas en 2010. De esas 132, más de la mitad pertenecen a Lalín (23) y A Estrada (49).

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