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La matriarca y sus dos tesoros

Evangelina Diéguez Saa, viuda del pulpeiro de Anzo, cumple su sueño de convertirse en tatarabuela a los 94 años con el nacimiento de las mellizas Carla y Martina

Evangelina Diéguez sostiene en los brazos a sus tataranietas Carla y Martina. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Hablar del pulpeiro de Anzo en Lalín y en buena parte de Galicia es hacerlo de todo un emblema de este plato típico y universal. Su viuda, Evangelina Diéguez Saa, vive ahora tranquila y cuidada por una ingente prole que esta semana la ha convertido en una de las mujeres más felices. “Llevaba meses sin creérselo y menos aún que fueran dos niñas. La verdad es que se lo empezó a creer el lunes por primera vez, que fue cuando las conoció”, explica Ana, bisnieta de Evangelina, que la acaba de convertir en una de las pocas tatarabuelas que existen tanto en la comarca como en el resto de Galicia. Ana recuerda que “en la familia siempre estamos con la broma de los 100 años y lo poco que le que da para cumplirlos. Ella lleva mucho tiempo diciéndonos que iba a llegar a tatarabuela y siempre le saltaban las lágrimas con la emoción cuando nos lo contaba. Cuando le dijimos que íbamos a llamar al FARO DE VIGO para anunciar que fuera tatarabuela también se puso a llorar como una niña”.

La nueva tatarabuela de Lalín es la matriarca de una prolífica familia. Con Eliseo Castro Sánchez, el pulpeiro de Anzo, tuvo media docena de hijos (Julio, Pili, Carmen, Merchi, Eliseo y Rosa). En total, son 9 los nietos de la matriarca de Anzo (Silvia, Yolanda, José Daniel, Mary, Toño, Laura, Sonia, Álex y Natalia), una cifra que se supera en cuanto a bisnietos porque se trata de los diez siguientes: Ana, Toño, Aroa, Nayara, Xulia, Cecilia, Nerea, Aida, Dani y David. Evangelina ya ha expresado su deseo de poder juntarlos a todo en octubre con motivo de su 95 cumpleaños “sobre todo por esto de la pandemia, que nos tuvo a todos muy preocupados”, asegura Ana. La idea es, siempre y cuando los protocolos sanitarios lo permitan, compartir un ágape con la totalidad de los 28 miembros de la familia. “Le encantaría que nos juntásemos todos a comer para celebrarlo”, apostilla su bisnieta.

Negocio familiar

En el año 2011 los hosteleros de Lalín rindieron un merecido homenaje al pulpeiro de Anzo durante su tradicional fiesta de Santa Marta. En aquella ocasión, Evangelina acudió a la carballeira del Montserrat para recibir emocionada el reconocimiento a un negocio familiar que continúa con éxito su hijo Julio. La taberna fundada por Evangelina y Eliseo hace más de 60 años, en la que se servían comidas y era uno de los principales puntos de encuentro de esta parroquia lalinense fue el comienzo de esta saga en la hostelería. Años después, y cuando cumplió los 18 años, Julio y su madre siguieron con el puesto de venta de pulpo hasta que él le dio otra orientación más actual. Porque su popular pulpería no está sólo presente en una decena de ferias de la comarca, sino que su carpa-restaurante solía acudir a numerosas fiestas y celebraciones familiares o actos sociales antes de la llegada de la pandemia.

La llegada al mundo de Carla y Martina ha llenado de felicidad a un clan que sigue incrementando su número de miembros. La condición de tatarabuela hace que Evangelina Diéguez Saa no quepa de alegría cada vez que contempla a las dos mellizas con poco más de una semana de vida. Ahora sólo falta que se cumpla el vaticinio de la familia y en poco más de cinco años poder emular a Carlos Saura diciendo ¡mamá cumple cien años!

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