El comienzo de las obras de reforma de la calle Progreso pilló por sorpresa a la población de Silleda el pasado lunes. El Partido Popular considera una “falta de respeto” que se iniciaran los trabajos “sin previo aviso” por parte del Concello, dadas las molestias que ocasiona tanto a los vecinos como a los comercios.

“Lo que está aconteciendo con la reforma de esta calle no pasa en ningún sitio”, afirma su presidente, Ignacio Maril, que considera “penoso” el tratamiento que el alcalde, Manuel Cuiña, está dispensando a residentes y empresarios de esta vía desde el comienzo del proyecto. “Lo que hicieron ahora ya no tiene nombre. ¿Cómo le puede caber en la cabeza a alguien iniciar unas obras de este calado sin haber avisado previamente a la ciudadanía ni a los comerciantes? –inquiere el portavoz del PP–. No es normal en una persona que tenga dos dedos de frente”. “Es una muestra más del menosprecio constante de Cuiña a los vecinos”, sentencia.

Maril es consciente de que toda obra genera molestias, pero aduce que la administración tiene que velar para “intentar minimizarlas, no agravarlas”. A su parecer, lo mínimo que tendría que haber hecho el gobierno local era dar cuenta del inicio de las obras para que los vecinos buscasen aparcamientos alternativos y los comercios organizasen su logística e informasen a sus cliente. “Pero en el Concello de Silleda mean por nosotros y tenemos que decir que llueve, no vaya a ser que nos cojan de lado”, apostilla.

El PP considera que la ejecución de dos obras a la vez en la misma calle –también la segunda fase de la red de calor– genera “caos”. “Tenemos tramos sin rematar desde hace más de un mes y siguen abriéndose zanjas”, critica Maril, que también cuestiona la colocación de vallas “por toda la calle el primer día”. Sugiere a Cuiña que, en vez de “mandar” a la Policía Local a “hacer caja metiendo multas”, la ponga a controlar a las empresas para ver si están cumpliendo todo lo que prometieron. “¿Para qué intereses mira el alcalde, para los de las empresas o para los de los vecinos?”, se pregunta Maril, que exige a las adjudicatarias “que cumplan, que nosotros no les debemos nada”.