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valentina gagliardi nnficha personal | Enfermera de la Residencia As Dores de Lalín

“Hay que ser optimista para poder surfear todas las olas de esta pandemia”

“Algunas veces, lo usuarios de la residencia me aportan mucho más a mi que todo lo que yo les puedo ofrecer con mi trabajo”

Valentina Gagliardi, ayer, en el exterior de As Dores. | // Á. G.

Algunos aseguran que las residencias son hoy los lugares más seguros para protegerse de la pandemia. La vacuna ha sido el punto de inflexión y los contagios y fallecimientos se han reducido casi a cero en los geriátricos, ahora apenas hay usuarios ingresados en hospitales y las puertas vuelven a estar abiertas para nuevos ingresos y visitas. Podría decirse que se ha pasado página en el drama de las residencias. Pero eso no borra de la memoria los estragos vividos en estos centros. La enfermera italiana Valentina Gagliardi llegó a la Residencia As Dores, un osasis en medio de la tragedia, en enero pasado y conoce de primera mano lo sucedido con todo esto.

–¿Ejerció de enfermera en su Italia natal o es su primer experiencia?

–En Italia no me dio tiempo a trabajar porque una vez que acabé la carrera en Pescara ya me vine para aquí de viaje, y aquí me quedé. Tengo que reconocer que llegué a esta zona de Galicia con la intención de pasar solamente un mes pero al cabo de una semana me saqué el billete de vuelta después de quedarme impactada con lo que me encontré. En el 2009 volví más madura a una boda de un hijo de un pariente de mi madre, conocí a la que entonces fue mi pareja, empezamos la relación hasta que me decidí a venir a vivir para aquí a principios del año 2010, poco después de licenciarme como enfermera en Pescara.

–¿Cómo han sido estos seis meses en la Residencia As Dores?

–Muy bien, la verdad. Hay que tener en cuenta que llevo poco tiempo y que empecé coincidiendo en el tiempo con lo que todos sabemos a nivel sociosanitario. Evidentemente, fue todo un reto aceptar trabajar en una residencia tal y como estaba la cosa entonces pero también tengo que decir que con el paso del tiempo todo ha mejorado, entre otras cosas por el buen trabajo que se hace en esta residencia. Además, yo siempre he sido una persona muy optimista, así que creo que el futuro será mejor. Es lo que desea.

–Supongo que la experiencia es diferente a otras similares dentro de la rama de la enfermería, ¿no?

–Por supuesto, la diferencia la marca sobre todo la época en la que nos encontramos. Para mi todo esto es excepcional pero tengo que reconocer que cuento con unos compañeros magníficos que hacen que mi trabajo sea mucho más sencillo. La verdad es que en esta residencia se respira muy buen ambiente y es todo como muy familiar.

–Con todos los usuarios y trabajadores vacunados, ¿la vida se mira de otra forma diferente?

–Yo creo que lo que se puede decir a estas alturas de la pandemia es que todos estamos muy esperanzados. Además, algunas veces los usuarios me dan mucho más a mi que todo lo que yo les pueda aportar a ellos. Es algo increíble. Me ha pasado muy a menudo que son ellos los que me cargan las pilas para poder seguir adelante en unos tiempos que no han sido nada sencillos para nadie, y menos aún entre la población de las residencias, así que resulta conmovedor cuando ves que unas personas tan mayores te dan ese empujoncito que a veces necesitas para seguir. Me refiero que en algunos casos se produce una empatía enorme y te transmiten mucho dentro de sus posibilidades, que a veces te sorprenden cuántas llegan a tener.

–¿Queda mucho todavía para poder decir que hemos conseguido por fin salir de esta pesadilla?

–A mi me gusta ser optimista, como te dije antes. Soy de las que piensan en positivo y que a este virus lo tenemos derrotado. Además, los italianos hemos ganado la Eurocopa y ya está (risas). Incluso hasta el sol sale más ahora que nunca, como si nos quisiera decir algo sobre lo bueno que nos espera a todos una vez que hemos superado lo peor de la pandemia actual.

–Sin embargo, ya hay quien habla de una nueva ola que está llamando a la puerta.

–Insisto: hay que ser optimista y surfear todas las olas de esta pandemia. Tenemos que ser como esos surfistas que miran a las olas de frente para encontrar la perfecta para cabalgarla como se merece. Me gusta ser optimista y pensar que cada día es un día menos para poder llegar al final del túnel. Los romanos siempre presumen de ser testarudos y estar unidos en la adversidad para superar los problemas todos juntos. Bueno, pues eso es lo que a mi me gustaría transmitir en tiempos tan complicados como los nos está tocando vivir a todos nosotros.

–¿Cómo lleva lo del idioma en su día a día en la residencia?

–La verdad es que ya son más de diez años los que llevo aquí y como no podía ser de otra manera me defiendo bastante bien. De todas formas, y supongo que nos pasa a todos, cuando me enfado me sale mucho hablar en mi dialecto propio de la zona de Abruzzo. Es algo que le hace mucha gracia a mis amigos cuando me oyen hablar así. Yo procedo de una parte de Italia que tiene un poco de todo. Mi aldea de Abruzzo tiene más de cuatro mil habitantes pero, como suele pasar en Italia, está todo muy concentrado. Allí están todos muy apiñados y las distancias son muy cortas. Cuando llegué a aquí, si tenía que ir a Santiago o a Ourense con el coche, ya me parecía una barbaridad. En Italia todo estaba mucho más cerca porque en donde vivía tenía la playa y la montaña pegados por la proximidad de los Apeninos a la costa adriática. En esa zona se encuentra la montaña más alta de la cordillera apenina, el famoso Gran Sasso que todo el mundo conoce, que es precioso y con nieve perpetua en su cumbre. Eso sí, gané mucho en cuanto a calidad de vida viniéndome porque aquí, donde vivo ahora, no tengo el estrés que tenía cuando vivía en Abruzzo, por ejemplo.

–Muchos de los usuarios le hablarán en lengua gallega, ¿también se defiende con ella?

–Me encanta el gallego. Tengo la gran suerte de que mi pareja es galegofalante, así que llevo años practicando a diario con una lengua que como te digo me gusta muchísimo. Además, me gusta mucho la idiosincrasia y la ironía de los gallegos. Tengo que decir que es una especie de humor negro muy parecido al que tenemos los de los Abruzos. Es curioso, pero desde el primer día me di cuenta de esa gran similitud entre nosotros.

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