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Con traje, pero sin novia

Estefanía González posa con uno de los modelos de su firma.

Quién me lo iba a decir a mí. Eso es lo que pensó Estefanía González cuando estalló la crisis sanitaria por coronavirus. Acababa de arrancar, en noviembre de 2019, su firma Badalada. Una marca especializada en ropa de fiesta, uno de los sectores –por no decir el que más– más heridos por el virus. Sin bodas, sin bautizos, sin comuniones. Sin ocasiones especiales que celebrar, porque todos estaban encerrados en sus casas o sujetos a estrictas medidas de seguridad que evitasen contagios. Sin embargo, la ilusión lo puede todo, y Estefanía decidió seguir tirando hacia delante y perseguir sus sueños. Defender su estilo de ver la moda, y la vida. Y demostrar que no hay mal que por bien no venga.

Aunque su atelier está radicado en Ames, Estefanía tiene una profunda vinculación con A Estrada. Toda su familia materna vive aquí y todavía visita con frecuencia la casa familiar en Barbude. Por ello, una parte de Estefanía pertenece a esta zona, de la que guarda muchos recuerdos de la infancia. Puede que ahora no acuda tanto. Y es que, como dice ella: “puedo pasar diez o doce horas en el trabajo, que no me importa”. Esa frase solo sería capaz de decirla alguien con vocación.

Un gran bajón

“Cuando empecé y llegó el confinamiento fue un gran bajón. Pero la ilusión no la perdí. Seguí aguantando, esperando a que todo esto acabase. Y de momento lo estoy consiguiendo”, dice esta emprendedora, apasionada de la moda de fiesta. Barajó la opción de crear alguna colección casual debido a la pandemia, pero decidió seguir firme a sus deseos: vestir a la gente en los momentos más especiales.

Además, Estefanía se encarga de todo, exceptuando alguna pieza puntual. Ella lo diseña, ella lo hace. Contando siempre con la ayuda inestimable de su hermana. “No tengo stock, solo funciono bajo pedido. Trabajo con material de calidad. Son piezas más costosas, pero que van más allá de una sola fecha”, explica Estefanía, haciendo referencia a que sus productos buscan perdurar en el tiempo y alejarse de la idea del fast fashion que perdura hoy en día. Es decir, de la moda de consumo rápido y desmesurado.

La moda, su gran pasión

Estefanía, que acaba de cumplir los 30 años, siente pasión por la moda desde pequeña. “Siempre me ha gustado pero nunca tuve muy claro si quería dedicarme a ello profesionalmente”, asegura la modista. Sin embargo, cuando llegó a la mayoría de edad empezó a plantearse seriamente si dedicarse al diseño podría ser una buena salida para sus sueños. Así es que optó por cursar Diseño y Moda en el Mestre Mateo. Cuando acabó sus estudios, trabajó durante un tiempo en una empresa de moda. Sin embargo, empezaron a entrarle las ganas de lanzar su propio proyecto. “Mis padres me animaron muchísimo. Soy una persona creativa, y creía que impulsando mi propia idea podría sentirme más realizada”, explica Estefanía.

“No me arrepiento”, dice ella, convencida de sus palabras. “Quería hacer algo por mí misma y aposté por esto. De momento estoy contenta”, añade. Puede que el motor del éxito sea el no perder la esperanza; el mantenerse a flote pese al viento en contra. La ropa de fiesta ha sido la gran abandonada en pandemia, aunque parece que el sector está comenzando a reflotar. Desde luego, a Estefanía le sobran ilusión y ganas. Y deseos, como siempre, de volver a A Estrada.

“Badalada ha sido la mejor decisión de mi vida”, asegura. “Lo único que tenía claro era que no quería vivir para trabajar, por eso me lancé a hacer algo propio. Algo que me apasiona. Se me pasan las horas volando. Es como dedicarle mi tiempo de trabajo a un hobby”, describe la modista. Al final, qué importa más que la feliz propia.

Una badalada

En cuanto al nombre de su firma, fue su hermana la que puso el acento. Estefanía no lo tenía claro, pero sabía que quería algo que la identificase. Su hermana, a la que le gustaba la sonoridad de la palabra, la animó a que la utilizase. “Al final acepté la propuesta porque iba muy en consonancia con el proyecto. Una campanada siempre nos recuerda a fiesta, a buenos momentos, que es lo que quiero transmitir con mi ropa”, concluye Estefanía.

La fiesta ha sido y está siendo uno de esos sectores en el punto de mira. No suele llevarse bien con el coronavirus. Las medidas de seguridad, las distancias y las mascarillas siempre han sido grandes enemigas del contacto social, de las sonrisas relajadas y de los ambientes distendidos con los que disfrutar de tu gente más querida. Aun a sabiendas de que las circunstancias son duras, Estefanía sigue al pie del cañón, tratando de aprovechar las rachas favorables y poniéndole el empeño necesario para salir a flote. La vida de emprendedor es dura. Pero las ganas de seguir tirando hacia delante son la única manera de conseguirlo.

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