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A Estrada llega al 67% de la población vacunada pero sufre un repunte como resaca de sus fiestas

El día del patrón, el 26 de junio, había en el municipio solo dos casos activos, que ahora han escalado hasta los ocho | Varios positivos están vinculados entre sí y se producen en sectores jóvenes de la población, aun sin vacuna

La agilidad del sistema hace que el gel hidroalcohólico pueda ser la única parada antes de recibir la vacuna para salir y afrontar, al fondo de la imagen, la espera de diez minutos posterior. | // A.CELA

Justo cuando los que están en la treintena comienzan a ser llamados para vacunarse contra el SARS-CoV-2, A Estrada alcanza el 67% de su población inoculada, al menos con una de las dosis del pinchazo que se deseó durante tantos meses. Además, más de la mitad de la población del municipio, en torno al 52%, está protegido frente al coronavirus con las dos dosis. A esta situación se llega en un momento en el que la capital de Tabeirós registra un repunte de casos de la enfermedad a modo de indeseable resaca de sus fiestas patronales de San Paio, una situación que no hay que achacar a los eventos organizados de manera segura sino a la conducta imprudente de las celebraciones improvisadas y sin respetar las pertinentes medidas de seguridad.

El mismo día del Patrón estradense, el pasado 26 de junio, A Estrada totalizaba solo dos casos activos de coronavirus. Las cifras se fueron incrementando en las últimas horas, hasta alcanzar ayer ya los ocho infectados. Varios de los casos que resultaron positivos se encuentran vinculados entre sí y afectan a población joven. Ninguno de los pacientes ha precisado, al menos de momento, ingreso hospitalario. Los ocho casos contabilizados en la pasada jornada representan, ya por sí solos, tres más que el día anterior, de manera que el ritmo de incremento de contagios –en especial si se toma en consideración que el virus prácticamente había dejado de circular en el contexto municipal– es importante.

El virus aprende más rápido

La situación viene a demostrar algo que lleva días diciéndose a raíz de la aparición de nuevas variantes: “el virus aprende más rápido que las personas”. De hecho, se aguarda que la evolución de este coronavirus continúe y, cuanto más circule el SARS-CoV-2, más oportunidades tiene de evolucionar. Sin entrar en la mayor o menor responsabilidad mostrada estos días tanto en el ámbito municipal como en el contexto nacional, desde el ámbito sanitario se pone el acento en que “es necesario seguir cumpliendo con todas las medidas de salud pública”, caso del distanciamiento físico, uso de mascarillas, ventilación adecuada, evitar lugares con aglomeraciones o el lavado frecuente de manos, mientras los índices de vacunación continúen siendo relativamente bajos. Se incide en la urgencia de acelerar la vacunación y también se ve prioritario aplicar las segundas dosis de las vacunas que están pendientes, ante la relevancia de tener un esquema de vacunación completo contra el COVID-19 para reducir el riesgo de infección contra las variantes que, como la delta, están causando preocupación.

En el contexto estradense, con algo más de la mitad de la población inmunizada, botellones y fiestas que se descontrolaron durante las patronales podrían estar recogiendo ahora sus frutos para personas que, por su edad, todavía no recibieron dosis alguna de la vacuna. Las redes sociales y las quejas vecinales pusieron el acento en días pasados en la irresponsabilidad de las personas que participaron en este tipo de eventos, además de denunciar que su actitud incívica se hizo extensiva también a cómo amaneció el Campo da Feira, sembrado de botellas y vasos, en sucesivas jornadas festivas.

Pruebas para cubrir el censo

En estos momentos, en el servicio de Atención Primaria de A Estrada se maneja el dato de que, a lo largo de la pandemia, se practicaron a pacientes del municipio un total de 23.773 pruebas de detección del coronavirus, lo que equivaldría a que todos los estradenses se hubiesen sometido a uno de estos test y más de 3.000 ciudadanos lo hubiesen repetido. Las cifras reales de contagio indican que 700 personas con médico en A Estrada pasaron esta enfermedad, de la que se curaron ya 682 pacientes, ocho pasan la infección ahora en su domicilio y diez fallecieron (un 1,43%)

Muchos vecinos de las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes por debajo de los 40 años comenzaron a recibir estos días citación para vacunarse en la Cidade da Cultura de Santiago. De hecho, en el Área Sanitaria de Santiago e Barbanza se dispensarán hoy 7.009 vacunas frente a la COVID-19 a personas de entre 30 y 49 años, 6.000 de ellas en el emplazamiento que corresponde a los vecinos de esta zona (a excepción de Forcarei y Cerdedo-Cotobade, vinculados al área de Pontevedra e O Salnés).

Fuentes del Sergas indicaron que en el área sanitaria compostelana se administraron hasta el momento 471.479 vacunas. Mañana domingo están citados en la Cidade da Cultura otras 8.000 personas de entre 30 y 39 años.

Fin de curso con un aula de Infantil confinada

Completamente sobre la bocina. Justo cuando los niños estrenaban vacaciones de verano, 24 familias del colegio estradense de Figueiroa recibieron un mensaje informándoles de que sus hijos –alumnos de Educación Infantil– serían llamados por el Sergas en calidad de contacto directo de un positivo, en este caso su profesora. Los escolares estaban citados en la jornada de ayer para la realización de la segunda prueba PCR, después de que todos diesen negativo en la primera de ellas. Los alumnos tuvieron que pasar los últimos días confinados en su domicilio. Se les considera contacto estrecho porque a esa edad tan temprana es difícil asegurar que la mascarilla esté colocada todo el tiempo.

Inmunidad en tres minutos

Cuando estoy nerviosa jamás llego tarde. Es una manía que adopté desde que la puntualidad depende de mí, aún cuando la conciliación hace que cada día comprometa mis intentos de llegar a la hora. Hoy resolví a tiempo suficiente. Llego con 20 minutos de antelación a la Cidade da Cultura para recibir mi primera dosis de la vacuna contra el COVID-19. Tenía tanto miedo a liarme y que se me pasase la cita que mi anticipación raya también la mala educación. Sin embargo, no encuentro colas en mi camino. No hubo atascos, aparco cómodamente y avanzo con paso ligero siguiendo las flechas. No tengo siquiera que predicar con el ejemplo mi cantinela habitual de que nunca ofende quien pregunta, sino quien obra mal por no querer reconocer su ignorancia. En tres minutos tengo colocado el escudo contra un enemigo al que ya conozco, aunque desde la consciencia de que su cara es un poliedro.

La organización, de matrícula de honor. No se puede trabajar con más eficiencia y es justo decirlo. Las colas avanzan rápido no, lo siguiente. Es como si fuese una maquinaria bien engrasada y nada aletargada para ser un viernes de julio después de comer. Me saco el sombrero. Solo tuve que detenerme para aplicarme gel hidroalcohólico. De hecho, casi me lleva más dar mis datos que vacunarme, y eso que la enfermera que se me asignó se quedó sin dosis justo cuando yo me sacaba la cazadora para ofrecerle el brazo.

Después de que me informen de que, al haber pasado la enfermedad, puedo descargarme el certificado sin necesidad de esperar un segundo pinchazo, me levanto para dejar mi sitio al siguiente, sin que en ningún momento tenga la sensación de que me tratan con una rapidez que deja al margen la amabilidad. Todo lo contrario. Me toca después esperar diez minutos. Ahí sí que me pilla por sorpresa la estampa. Una zona ventilada con sillas bien ordenadas, todas ocupadas por personas completamente enfrascadas en su teléfono móvil. Y así nos hemos sumergido todos en crear un ejército lo suficientemente fuerte como plantar cara al SARS-CoV-2. Llaman a filas, nos alistamos y pasan revista con ritmo ligero. Es después de ser inoculada cuando el ritmo vuelve a detenerse, con tiempo suficiente para encontrar en esta extraña situación a amigos de la infancia, compañeros del colegio, de la facultad y a madres de los ahora compañeros de mis hijos. En esta sala, soldados de una generación –la mía– esperan salir reforzados por si se encuentran ahí fuera con el enemigo común.

La visita terminó con anécdota. Tan enfrascada como estaba en quedarme con los detalles, que hasta olvidé preguntar qué vacuna me ponían. Estaba más que dispuesta a llevarme el pinchazo de cualquier laboratorio. Tuve que volver y preguntar al personal, por aquello de estar informada. Ayer tocó Pfizer. Si van ustedes hoy, seguramente sea Moderna.


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