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Un castillo en el aire

Vista del Castrelo Pequeno después del incendio del año 2006. // FOTOS: A.P.

En la ladera occidental de la Serra do Carrio, a 715 metros sobre el nivel del mar, destaca un promontorio rocoso que recibe el nombre de Castrelo de Busto o de Madriñán, según la parroquia. Esta elevación granítica fue utilizada, durante el período medieval, para instalar una eminente fortaleza, con construcciones adosadas, según el geógrafo Antonio Presas García. Al no estar catalogada oficialmente carece de la necesaria protección; sin ir más lejos, en la actualidad se ve amenazada por uno de los nuevos proyectos eólicos.

Restos de un muro en el Castrelo Pequeno. A.P.

El recinto superior, en el que se encuentran piedras de cachotería granítica careadas, correspondía a una construcción de forma cuadrada, a la que debía estar adosado un subrecinto lateral, a modo de ampliación. A un nivel inferior, al pie del promontorio, por el lado oeste, se encuentran restos de otro recinto muy alterado en la actualidad.

Esta fortaleza o torre de control del territorio aparece referenciada, según las investigaciones efectuadas por Francisco Rubia, en un documento de comienzos del siglo XVII. Pero, pese a esa constancia, no existen referencias bibliográficas evidentes, algo que no sucede a nivel popular. Para los habitantes de Busto y Madriñán, esta formación rocosa, aprovechada para ubicar en ella una fortaleza, recibe el nombre de Castrelo Pequeno de Busto o de Madriñán, por estar en el límite de las referidas parroquias lalinenses. Muy cerca, a unos 300 metros en línea recta, se halla Castrelo Grande, una formación rocosa acastillada (castle koppies o tor) no ocupada con construcciones defensivas de época medieval.

Trozos de cerámica hallados tras el incendio, con una moneda de euro al lado. A.P.

En la actualidad el Castrelo Pequeno está tomado por una densa vegetación formada por tojos y retamas que impiden una observación directa de las estructuras constructivas existentes. Pero en 2006 un incendio puso al descubierto las referidas estructuras e incluso algunos restos de carácter arqueológico, tales como tejas curvas de barro y trozos de cerámica. Según manifestaron a Presas vecinos de Busto, en la década de 1980 aparecieron monedas muy deterioradas, en las que era muy difícil apreciar las impresiones que tenía en ambas caras: “Algunas veces subíamos a O Castelo y con una sacha hacíamos agujeros removiendo las pedras caídas del muro. Encontramos monedas que se parecían a los viejos patacones de cobre que había antes de que aparecieran las pesetas y trozos de tejas”, relatan lugareños.

Grabados en una roca.

Grabados en una roca. A.P.

La aparición de monedas en este yacimiento arqueológico atrajo la atención de los buscadores de tesoros, quienes, en los años 90, emplearon detectores de metales en su búsqueda y, por ese motivo, han aparecido “diversos agujeros de más de 0,7 metros de profundidad en puntos de la zona ocupada por el castillo”, refiere Presas.

En las rocas que hay alrededor del Castrelo Pequeno se han descubierto diferentes tipos de grabados, tanto prehistóricos como recientes. El profesor lalinense apunta que, entre los primeros, figuran varias coviñas marcadas en una piedra y, entre los contemporáneos, cruces sobre pedestal (cruceros) y nombres de personas; a su juicio, estos últimos “posiblemente tengan relación con la delimitación de los montes vecinales de Madriñán y Busto”.

'Coviñas' en una piedra del entorno. A.P.

Leyenda de la Reconquista

En canto a la existencia de leyendas relacionadas con la ocupación de este lugar, “se conserva una que nos lleva al período medieval, a la época de la Reconquista”. “Los cristianos, con el Apóstol Santiago al frente, tenían colocado un potente cañón en el Castrelo y desde este lugar bombardeaban Santiago de Compostela –narra la leyenda–. Con el apoyo de este cañón pudieron asaltar la ciudade y expulsar a los infieles, es decir, a los moros. Después de eso, la fortaleza se mantuvo ocupada por mucho tiempo, hasta su abandono definitivo, por situarse en un lugar alejado”.

Fuente rehabilitada por los vecinos de Madriñán. A.P.

A escasa distancia se halla un manantial de agua, Fonte Castrela, restaurado en la década de 1990 por el vecindario de Madriñán. Antonio Presas cree que debió ser utilizado durante el período de ocupación del castillo por sus habitantes.

A la vista de todo ello, el geógrafo solicita a la Consellería de Cultura que proceda a la catalogación de este bien patrimonial. Subraya que junto las ruinas de la fortaleza medieval existe una estación de arte rupestre. Además, Presas alerta de que el histórico enclave se verá afectado por la ampliación del parque eólico de O Carrio.

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