La central sindical Unións Agrarias denuncia la aparición de los primeros destrozos provocados por el jabalí en fincas de maíz, ya con el motivo del arranque campaña de siembra en Deza. Asegura que parroquias como las silledenses de Cervaña, Piñeiro o Lamela presentan daños “recurrentes” y apunta que de las 255 incursiones del cerdo bravo en los cultivos denunciadas durante 2019 en la comarca, 40 se concentran en dentro del territorio trasdezano.

Ante esta situación, el sindicato urge la autorización de acciones para controlar el animal, tras las primeras quejas de los agricultores. En este sentido señala que la temporada ordinaria de caza del jabalí no se abre hasta el 21 de agosto, pero la legislación autonómica dispone intervenciones extraordinarias “para proteger los cultivos de los daños de las manadas de jabalí” y que las batidas deben ser solicitadas por los Tecores y sociedades cinegéticas y permitidas por la Xunta. “Se precisa agilidad interrumpir la continuidad de los daños en las parcelas afectadas”. Recuerda que la normativa de la consellería alude expresamente a que “las autorizaciones de caza por daños se realizarán de forma inmediata”.

Unións demanda la aprobación de todas las solicitudes de intervención de caza que tengan por fin proteger los cultivos durante la presente campaña de siembra “cuando los cultivos son más apetecibles para el jabalí y más vulnerables”. Entiende que la administración tiene que hacer un esfuerzo para estar a la altura de las circunstancias, “aplicando interés y diligencia en resolver los problemas de agricultores y ganaderos, no siendo socialmente aceptables actitudes de aplicación tibia de la normativa que dejan a los productores sin posibilidad de proteger sus cultivos”.

Xacobo Feijóo, responsable del área Forestal del sindicato, afirma que el cultivo del maíz es muy vulnerable tanto ahora durante los meses de mayo y junio en la campaña de siembra, donde las manadas de jabalí entran a alimentarse del grado recién sembrado, como a partir de mediados de agosto, cuando se empieza a formar la espiga. Aduce que las explotaciones afectadas tienen que volver a sembrar las parcelas, normalmente varias veces si no hay intervenciones de caza para dispersar los animales, haciendo en muchos casos impracticable a puesta en producción de las parcelas, con la consiguiente pérdida económica.

26.000 hectáreas

En el caso de Deza, asegura, superan las 5.000 hectáreas de maíz cada año, a las que hay que sumar al menos otras 21.000 dedicadas al cultivo de forraje que también son vulnerables a los ataques del jabalí.