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Lalín celebra su “Feria de Abril”

El buen tiempo supera a las restricciones y llena las calles durante el mercadillo del 18

Puesto de sombreros de paja, ayer, en la feria del 18 de Lalín. | // BERNABÉ/ANA AGRA

El jaleo de los días de feria ya se oía a un kilómetro del pueblo... cantaba Radio Futura en 1989 para describir el ambiente de un mercadillo singular. La letanía bien podría valer para la feria del 18 que ayer llenó de gente el centro de Lalín desde bien pronto y hasta la hora de comer. Las ganas de los vecinos y visitantes de echarse a la calle para sacudirse eso que los políticos mediocres llaman “nueva normalidad” estuvieron acompañadas de un tiempo espléndido. Finalmente, el bullicio se apoderó de una zona que por momentos recordaba a la calle Sierpes en plena Feria de Abril de la capital andaluza por el volumen de personas deambulando entre los puestos y las carcajadas procedentes de las terrazas.

Un padre y su hija prueban el pulpo. | // BERNABÉ/ANA AGRA

La sonrisa dibujada en el semblante de la gran mayoría de los feriantes fue el mejor termómetro para una jornada que casi ya no se recordaba en la capital dezana. Los churreros repartieron su mercancía haciendo las delicias de los más golosos, sobre todo a primera hora para que sus clientes pudieran mojarlos con el desayuno. Pero, como siempre, el pulpo volvió a ser el rey de un mercadillo donde sus tentáculos no pararon de seducir a familias enteras, en especial antes del inevitable aperitivo al aire libre y, como no puede ser de otra forma, respetando lo que los pedantes denominan “distancia social” para dárselas de modernos.

Las churrerías, un clásico de las ferias. | // BERNABÉ/ANA AGRA

Además, los puestos de comercio de proximidad de flores, alimentación e incluso ropa vivieron ayer un día redondo en el que, además, según la Policía Local, no hubo que lamentar incidencia digna de reseñar. La goleada del Barça al Athletic Club en la final de la Copa del Rey, el partidazo de Iago y Aser frente al Málaga de balonmano o lo poco que gustan los parques eólicos últimamente en la zona fueron algunos de los temas de conversación que se pudieron escuchar entre los que no se quisieron perder un pequeño y efímero soplo de libertad que ayer recorrió el centro de Lalín.

Terrazas de la calle Rosalía de Castro durante el aperitivo. | // BERNABÉ/ANA AGRA

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