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Trágico accidente camino de O Corpiño

Estado en el que quedó el autocar sinestrado.

El 24 de junio de 1955, entre Vila de Cruces y Merza ocurría un grave accidente de un autobús que iba con romeros al Corpiño. El coche se salió de la carretera y quedó al borde de un precipicio de unos 150 metros de altura. El resultado: ocho muertos y veinte heridos.

El lugar de suceso fue en el punto conocido por Cortizada, a unos trece kilómetros del pueblo de Cruces y próximo al de Sabrexo. El accidente se produjo entre las ocho y ocho y cuarto de la mañana. El autocar accidentado tenía la matrícula M-97.618, era propiedad de Antonio Rico y procedía de Boimorto, de donde había salido casi al amanecer y se dirigía al Santuario de la Virgen del Corpiño, donde se celebraba la tradicional fiesta de arraigada tradición entre las gentes de Galicia. Todos los viajeros, eran fervientes devotos, predominando la gente campesina y humilde.

La carretera era de piso accidentado y sinuosa, sobre un valle de hermosas vistas, pero muy pronunciado. El lugar donde volcó el ómnibus era uno de los puntos mejor transitables para los vehículos y solo un fallo en la dirección, es a lo que se atribuye el doloroso percance. Sin duda al romperse la dirección, el coche se precipitó sobre un terraplén de unos siete metros de altura. Se cree que dio dos vueltas de campana, en la primera de las cuales arrasó un corpulento pino que fue el que amortiguó la violencia del vuelco. El autocar quedó recostado de lado sobre un estrecho camino vecinal y a poco menos de medio metro del borde de un precipicio sobre el rio Orza, que se calcula en unos ciento cincuenta metros de altura.

En Vila de Cruces, el autocar, según dijeron algunos viajeros, había tenido una pequeña avería y afirmaron que el chofer detuvo el autocar para repararla. Llegado al lugar de Cortizada, en una pequeña recta y ante una ligera curva en la que no llegó a entrar sobrevino la grave avería. Las circunstancias en que produjo el vuelco hacen suponer que los viajeros que resultaron muertos iban en el cupé, sentados sobre techo del autocar. Los muertos quedaron materialmente aplastados por una de las laderas del coche. Decía un anciano que estaba en el lugar del suceso: “Daba pena ver aquellos cuerpos casi todos jóvenes tendidos en el camino y escuchar las voces de lamento de los heridos y de las personas que acababan de perder algún familiar”. Los primeros en personarse en el lugar del accidente fueron el sargento de la Guardia Civil, Cipriano Navarro y el comandante del puesto de Cruces, el médico José Barcala y otros médicos de Cruces, Lalín y A Bandeira que procedieron a practicar las primeras curas de urgencia a los heridos: “El cuadro era de verdadero dolor, por los cadáveres que se iban extrayendo del autocar y el número de heridos que acudían al improvisado botiquín”. Otras autoridades que acudieron, fueron el juez de Paz de Cruces, Manuel Boado, el oficial Ramón Vidueiros, el párroco, Andrés Tallón Neira y el alcalde cruceño, Amable Durán.

Los periodistas con el médico forense de Lalín, el alcalde de Cruces y el médico Barcala.

Alrededor de las doce de la mañana, se procedió al traslado de los cadáveres a Cruces, dando lugar a escenas de dolor de sus familiares, amigos y compañeros de la trágica romería. Desde el primer momento la Empresa de Minas de Silleda, puso sus camiones a disposición de las autoridades para el traslado de los cadáveres y heridos. Los cadáveres de las ocho personas que encontraron la muerte fueron depositados en una de las dependencias del piso bajo del ayuntamiento de Cruces, improvisándose una capilla ardiente y el párroco y otros sacerdotes rezaron responsos, hasta que fueron trasladados a sus respectivas localidades. Los heridos fueron trasladados al sanatorio del profesor Echeverri y al sanatorio del Dr. Baltar.

El Juzgado de Lalín se encargó de los trámites legales. Las diligencias que se practicaron las dirigió el juez de Instrucción, Emilio Bande López y el jefe de la Línea de la Guardia Civil de Lalín, capitán José Cruz Aldea. El chofer quedó detenido y a disposición del Juzgado de Instrucción. El chofer del autocar se llamaba Luis Verde Taboada, tenía 27 años, era soltero y vecino de la parroquia de Boimorto.

El alcalde de Vila de Cruces, Amable Durán, en reunión que sostuvo con sus compañeros de corporación propuso y fue acordado por unanimidad, que constase en acta el sentimiento de la Corporación y del pueblo de Cruces, por este luctuoso suceso. Además, manifestó que costearía los gastos del entierro de los cadáveres, caso de que no fuesen trasladados a las parroquias de O Pino y Boimorto y que además, habría un solemne funeral aplicado por el eterno descanso de las víctimas.

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