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Un año para tirarse a la piscina

Personal de PisciDeza, ayer, construyendo una piscina en Lalín. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Comprar un oasis. Es, resumidamente, lo que buscan aquellos que tienen en sus casas espacio para instalar o construir una piscina. Si en algún momento la propuesta podía hacer saltar el debate, ahora solo genera envidia. En tiempos de pandemia, la playa no puede darse por sentada y, aunque solo sea por el placer de estar al aire libre, hasta retirar las hojas del agua o limpiar el fondo puede verse como una tarea menos costosa que antes de padecer en carnes propias un confinamiento. El caso es que las piscinas están más de moda que nunca. La petición de licencias para construir estos vasos recreativos se ha disparado desde aquellos primeros meses de desescalada y las empresas constructoras, sencillamente, no dan abasto para atender tanta demanda.

“Desde el verano pasado no hubo descanso”, apunta Alexis Iglesias, desde la firma PisciDeza. No es nuevo en el sector, ni mucho menos. La empresa lleva instalando piscinas de poliéster 25 años y nunca vivió una situación igual. Tanta es la carga de trabajo de obra nueva que no han tenido más remedio que decir que no a las reparaciones, a excepción de aquellas que se consideran de urgencia.

La “fiebre” se desató justo después del confinamiento cuando, con el mes de mayo muy avanzado, el verano de 2020 comenzaba ya a presentarse como un espejismo en el horizonte. “Empezaron a dispararse las llamadas”, apunta Alexis. Desde entonces ha sido un no parar. Literalmente. “Desde que terminó el estado de alarma construimos 51 piscinas”, indicó. La sorpresa llega al poner la cifra en comparativa: la media anual suele ser 15.

Incluso con piso en la playa

El debate playa o piscina está más que superado cuando se ha vivido la obligación de encerrarse en casa o cuando un muro imaginario se ha levantado cercando el término municipal, sin margen para el movimiento. Eso marca. “Veo gente que tiene piso en la playa y que antes no quería la piscina y ahora se decidió a construirla porque se sienten más seguros”, exponen desde PisciDeza.

Que haya niños en casa invita a muchos a llamar a empresas como esta para asegurar que en su jardín surja una piscina. Explican que muchas personas mayores se deciden a construirla para que sus nietos puedan disfrutarla. El formato más habitual mide nueve metros de largo por 3,80 de ancho, con una escalera romana de acceso al vaso. “En hormigón se hacen ya pocas”, indican, si bien aclaran que si lo que se busca es una piscina muy grande para hacer la bomba o nadar más en largo, no queda otro remedio que tirar de hormigón para construir el espacio deseado.

Más que liquidez

Tener liquidez para afrontar lo que cuesta construir y mantener este lujo en casa no es lo único con lo que hay que contar a la hora de lanzarse a la piscina. Muchos son los que llegan a concellos como el de A Estrada para pedir permiso para construirla a las puertas del verano, sin margen ya para que la burocracia se tome sus tiempos. Con el Urbanismo no funciona eso de acordarse de Santa Bárbara cuando truena. Hay que pensar si habrá ganas de chapuzón a domicilio cuando todavía se lleva abrigo.

El edil estradense Gonzalo Louzao explica que la construcción de piscinas es un uso compatible del suelo tanto en terreno rústico como en núcleo. “Se pueden hacer prácticamente en cualquier lado”, indica. Partiendo de esta ventaja, hay que sacar el metro. Si la piscina se fabrica en suelo rústico tiene que guardar cinco metros de las lindes, una distancia que se reduce a tres en el caso de que sea suelo de núcleo. En este último incluso puede permitirse una distancia menor si el vecino concede lo que se llama “derecho de arrimo”.

Tomadas las medidas, hay que seguir calculando. Aunque el formato más habitual de piscina suele ser la de nueve metros por cuatro de ancho, a la hora de tramitar el permiso ante el Concello lo que cuenta –y mucho– es el volumen de agua del vaso. De este modo, si son piscinas que tienen menos de 50 metros cúbicos de agua, se tramitan por comunicación previa, debiendo presentar una breve memoria de la obra y esperando para iniciar la construcción un plazo de 15 días hábiles (se van a unas tres semanas). La cosa cambia si uno quiere pegarse el chapuzón a sus anchas, en más de 50 metros cúbicos de agua. Entonces ya es obligatorio solicitar licencia. Ello supone que hay que presentar un proyecto, pagar de tasa el 2% del coste de la ejecución material y estar resignado a esperar hasta que toque. Con mucha suerte, pueden ser tres meses.

“El verano pasado no se hicieron más piscinas porque se agotaron”, apunta Gonzalo Louzao, haciendo hincapié en el deseo que el confinamiento desató de poder aislarse de todo en un oasis casero.

"Este será otra vez un verano muy complicado; se agotarán las piscinas a mediados de junio"

Construirse una piscina no es la única opción para refrescarse en casa, sin ser a golpe de manguera. Las piscinas flexibles o rígidas son una buena alternativa para quien quiere montar algo menos permanente en su jardín y, a la postre, también más económico. Sin embargo, este mercado también está bastante seco. Si cuando se terminó el confinamiento la gente se lanzó a comprar piscinas para sus casas, para este verano la cosa pinta también más bien escasa. “Va a ser un año muy complicado otra vez”, apuntó AlfredoGonzález desde la cadena Tiko Doco, que comercializa desde las típicas piscinas para bebés hasta estructuras con nueve metros de largo.

Indica González que en el mes de enero comenzó a solicitar este suministro a los proveedores y tuvo que lanzar esta demanda a la friolera de 17 países. “Los que me pueden servir antes dicen para la última semana de junio”, señala. Augura que no solo subirá el tiempo de espera sino que, a raíz del encarecimiento del plástico y los portes, también lo hará el importe de estas piscinas.

“Nosotros contamos tener piscinas”, confió Alfredo González, que señaló que su negocio en A Estrada tiene ya una treintena reservadas para este verano. “Se agotarán. A mediados de junio ya no habrá piscinas”, auguró, animando a quien se lo esté pensando a que realice reservas. La firma Tiko Doco vendió el año pasado alrededor de 250 piscinas, desde las de 2,44 metros de diámetro a las de 4,57. “La gente las pide cada vez más grandes, incluso de siete y nueve metros de largo”, apunta González. Aunque no requieren excavación, estas piscinas rígidas sí precisan una especie de contrafuertes y no pueden ir más allá –por cuestiones de presión– de 1,20 metros de profundidad.

Si el suministro lo permite, es cuestión de escoger: una piscina sin casi montaje y que se renueve prácticamente cada año, o una solución más permanente, sobre la superficie o arropada por la tierra del jardín.

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