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La abuela que vive en el iPad

Elliot, acompañado de su padre Dan Petts, echa la mano para tocar a su abuela Heather que lo mira orgullosa desde la pantalla.

Dan Petts se defiende perfectamente en castellano. Tiene a su lado a su profesora, la estradense Alba Fernández Sanmartín. Se conocieron así, compartiendo horas entre el idioma de Shakespeare y la lengua de Cervantes. Él llegó a Santiago en 2013 para integrarse en el cuerpo técnico del Monbus Obradoiro. Necesitaba dominar el idioma, así que a inicios de 2014 comenzó a tomar clases particulares con toda una experta, que pronto será doctora en Filología Hispánica y que retomará su habitual acción investigadora en colaboración con la Real Academia Española (RAE). Tienen muchas cosas en común, comenzando por su pasión por el baloncesto. Su historia podría ser materia prima para una comedia romántica. Y ahí va el spoiler: se enamoran perdidamente, se casan y tienen a un precioso niño al que ponen el nombre de John Elliot. Este bebé rubio te hipnotiza con sus ojazos azules. Nació el 11 de junio de 2020, en plena pandemia, de manera que para él es normal el hecho de que solo haya visto a cinco personas sin mascarilla y que gran parte de su familia viva en un Ipad. Sencillamente, no ha podido comprobar que son de carne y hueso.

“Tener rutina de trabajo ayuda mucho, porque no poder ver a tus padres es una sensación rara, sobre todo no tener claro cuándo vas a poder verlos o el hecho de no tener siquiera la opción de ir”, explica Dan. La última vez que viajó a su Inglaterra natal fue en las Navidades de 2019. “Ellos no lo están llevando muy bien, sobre todo mi madre”, reconoce. “Ver que el niño crece y que se va perdiendo muchas cosas es duro. Es su primer y único nieto y, para ella, tiene que ser un momento de orgullo ver a su hijo como padre”, añade Alba.

Visita imposible

La abuela Heather se lo pensó mucho, pero cogió un avión y llegó a ver embarazada a su nuera. Se fue de A Estrada, donde reside la pareja, la misma semana en que se decretó el estado de alarma. “Me vio embarazada, pudo sentir las pataditas de su nieto y ayudarnos a comprar las primeras cosas de bebé”, recuerda Alba Fernández. Para cuando nació Elliot e intentó regresar, la cosa se había complicado tanto que ya no le fue posible. “Compró varios billetes de avión durante el verano pero los tuvo que cancelar. Se lo retrasaron dos o tres veces y la compañía terminó cancelándolos”, relata Dan. “Antes de Navidad dijo que no aguantaba más, que hacía PCR, cuarentenas o lo que hiciese falta, que venía fuese como fuese, pero allí los contagios se dispararon y cerraron”, comenta.

La pareja ha decidido dejar de hacer planes. Les gustaría pasar en Maldon buena parte del verano para que la familia inglesa de Elliot pueda recuperar el tiempo perdido. Mientras, las videollamadas se han convertido en aliadas para que puedan ir siguiendo cómo va creciendo el niño. El último gran acontecimiento compartido: su primer diente.

Una tablet para la bisabuela

“La bisabuela se compró un iPad para verlo más grande y hacer las llamadas más cómodas”, ríen. Dan se encuentra muy ligado a su abuela Sylvia, que también desea conocer cuanto antes a su bisnieto, al igual que el abuelo Gary. “Tampoco queremos ir a cualquier precio. No queremos poner en riesgo a nadie”, comentan, para luego señalar que la vacunación va más adelantada en el Reino Unido que en España. “Sabemos que al llegar allí va a ser la locura. Lógicamente todos lo van a querer ver. No puedes ir allí en secreto”, apunta Alba, que también incide en que tampoco sería cuestión de que una abuela viva el momento de conocer a su único nieto sin poder darle un achuchón.

En casa de los Petts Fernández se realizan al menos tres videoconferencias con Inglaterra por semana, siempre que Dan llega a casa a una hora en la que la conexión sea posible. “Allí se acuestan temprano”, bromean. A mayores, los fines de semana por la mañana Elliot siempre ve a su abuela. “Él los reconoce; los saluda y los quiere tocar. Nos hace mucha gracia porque mira por detrás del iPad para ver dónde está metida esa gente”, indica esta pareja entre risas.

El pequeño está más que acostumbrado a las videoconferencias, como cualquier bebé nacido en pandemia. Ve a su padre así cada mediodía. “No sabemos cómo será el día en que se vean cara a cara. Te queda el consuelo de que lo están viendo crecer. Hace 25 años esto no sería posible, sería todavía mucho peor”, se consuelan. “Este niño no vio sin mascarilla más que a cuatro o cinco personas. Cara a cara. Al menos así los ve sin mascarillas y los reconoce y sonríe; le cantan y les contesta”, continúan. Sin embargo, por el rostro de Dan pasa una sombra; la de un hijo que también añora a su madre y que lamenta lo triste que la ve algunos días a través de la pantalla, tragando la frustración y la impotencia de no poder darle un abrazo de ánimo.

Dos bisabuelos a los que querer en la distancia

Los abuelos paternos de Elliot no pudieron cogerlo todavía en brazos ni darle un beso. No pudieron estrecharlo contra ellos para dormirlo cantándole una nana. La primera vez que escucharon su llanto fue en la retransmisión del primer año que grabó su tío Andrés. Les envían decenas de fotos, que luego la abuela se encarga de compartir con el resto de los familiares ingleses a través de un grupo específico de Whatsapp. Y es que Dan es el nieto mayor y, por tanto, Elliot es ahora el primero de una nueva rama en su árbol genealógico. El pequeño tiene la suerte de tener dos bisabuelos. Al abuelo paterno de su madre lo ve de cuando en vez, al aire libre y siempre detrás de una mascarilla. No es tiempo para muchos mimos. Hay que protegerlos a los dos. “Vive a solo cuatro calles y lo ve en el parque. Lo conoce también en la distancia. No lo toca, no se acerca y no lo ve sin mascarilla”, relata la madre de Elliot. Al final, la videoconferencia parece un encuentro más cercano.

“Dan lo lleva muy bien. El pobre se queja poco. Es que no es solo que no conozcan a su nieto, sino que no conocen a su hijo siendo padre”, reflexiona esta estradense. Explican que en alguna ocasión tuvieron todo preparado para recibir a la abuela y terminó yéndose todo al traste, así ahora prefieren seguir viendo cómo Elliot va creciendo, unos en directo y otros a través de esta ventana que ofrecen las nuevas tecnologías. “Para Elliot serán más importantes los años que vengan a partir de ahora”, señalan. Mientras, desde Inglaterra llegan libros y juguetes en inglés o encargos para que el niño tengan presente a esa abuela que vive en el iPad, que desea más que nada en el mundo darle su primer beso.

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