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La frustrada capilla de San Lorenzo en A Estrada

Fincas e inmuebles en la Avenida de Vigo de la capital municipal. | // BERNABÉ

“Se descartó, porque sobran iglesias y A Estrada tiene un templo estupendo con capacidad para unas 450 personas”. Estas son las palabras del párroco estradense, José Antonio Ortigueira, con las que recuerda que su antecesor, Manuel Castiñeiras, pretendía levantar una capilla en honor a San Lorenzo en un pequeño solar que la Iglesia tiene en la Avenida de Vigo. Según los testimonios de vecinos, el anterior responsable eclesiástico de la capital de Tabeirós era muy devoto de este santo y en su proyecto también había pesado la proximidad del núcleo de Ouzande, cuyo topónimo hace referencia de San Lorenzo.

Como el de muchas otras villas medianas, el núcleo principal de A Estrada se fue ensanchando hasta que la zona donde la Iglesia dispone de un solar de pequeñas dimensiones fue bautizada como la Avenida de Vigo. Precisamente, en relación a los bienes inmatriculados por la institución católica aprovechando un cambio legislativo, en 1988, Ortigueira señala que la Iglesia no dispone de ninguna finca o solar en la calle Benito Vigo, sino que el predio urbano –en donde estaba proyectada la capilla– se ubica en la “calle Vigo o Avenida de Vigo”. El religioso, natural de Caldas y responsable de la parroquia de San Paio desde el año 2004, afirma que sobre la posesión de bienes se libraron muchos debates y que no en pocas ocasiones tuvo que corregir a políticos locales “que nos insistían que la Iglesia era propietaria de un solar en la calle Benito Vigo” e incluso, subraya, se pensaba que correspondía al predio donde estuvo la Cruz Roja.

Registro de bienes

Descartada la construcción de un nuevo templo, en su momento, señala el párroco, se valoró la posibilidad de buscarle al solar un aprovechamiento urbanístico, cuestión que no cuajó “porque no daba las medidas”. En pleno debate sobre si la inmatriculación de bienes de todo tipo por parte de la Iglesia se hizo con criterio o las leyes fueron más flexibles con la institución religiosa que con el resto de los mortales, Ortigueira no tiene dudas. “Todos los bienes se inscribieron correctamente”, aduce, al tiempo que, señala, los registros documentales de la Iglesia son mucho más antiguos que las normas que pudieron ser aplicadas por administraciones públicas como la Xunta de Galicia, cuyo nacimiento es muy reciente. Pone como ejemplo la polémica suscitada en torno a la titularidad del cementerio de Figueroa, donde, a su juicio, no hay debate: es propiedad de la Iglesia porque es demostrable con documentos o libros de inscripciones bautismales del siglo XVII. El sacerdote lamenta que exista una creencia de que la Iglesia desea acumular patrimonio a cualquier precio, cuando, dice, es preciso arrendar fincas para cuestiones básicas como que los curas puedan cobrar una mínima retribución mensual.

Ortigueira aprovecha esta reflexión para recordar el histórico caso de la Carballeira de San Xurxo de Sacos, que pasó a manos de los vecinos pese a que para él no había dudas acerca de su legítimo dueño: la institución católica. “Ahí el abogado que tenía la Iglesia se vendió, pero quien cuidó este espacio fue el cura, quien lo repobló inicialmente con castaños y después lo quiso regularizar porque los vecinos iban ocupando poco a poco la carballeira con sus fincas”, relata.

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