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Un titánica lucha contra el Ulla

El ganador de la competición a su llegada a la meta.

Según las crónicas de la época, más de 8.000 personas presenciaron el descenso en directo, siguiendo en muchos casos el camino realizado por los participantes. El encargado de dar la salida y de arengar a los participantes en Pontevea fue el alcalde de A Estrada, por aquel entonces Mario Blanco Fuentes, rodeado de diversas autoridades. El desafío captó la atención de un gran número de medios de comunicación de la época, que no dudaron en enviar a la zona reporteros y fotógrafos. Destacó la presencia en la prueba de la TVE, algo nada habitual, con sus enviados especiales Gutiérrez y Abelenda.

Esta competición estuvo organizada por la Federación Gallega de Piragüismo y el Ulla Sociedad Deportiva con motivo de las fiestas patronales de Pontecesures y fue una gran novedad en su época por el hecho de intentar recorrer el Ulla, un río con zonas muy complicadas para recorrer en las piraguas de la época. La mayor parte de los participantes estaban además acostumbrados a navegar en las rías, pero no es un río como el Ulla en el que los rápidos, las “pesqueiras” y las piedras se convierten en los principales rivales. Eso daba ventaja a los piragüistas de Lugo, aunque también notaron las diferencias con el Miño, con mucho más caudal de agua que el Ulla.

Una fiesta en la zona

Fuera del agua, el desafío se convirtió en una fiesta en la zona. Titulares como “La apoteosis de un pueblo” dan muestra de ello, así como los augurios de un gran futuro. “Se anotaron un éxito clamoroso y estamos seguros de que en futuras ediciones del mismo, el Ulla tendrá también fama internacional en ese aspecto deportivo, como ya lo tiene en virtud de su riqueza salmonera”, escribía José Luis Alvite. Por desgracia, ese deseo futuro nunca llegó a cumplirse, ya que nunca hubo una segunda edición.

Más de 8.000 personas presenciaron el desafío.

“La mañana se presentó cargada de bruma pero fue despejando paulatinamente. Se mantuvieron en cambio los nubarrones, que daban un tono negruzco a las tranquilas aguas del Ulla en aquel incomparable paraje en el que se conjugan todos los encantos de este poético río”. Así comenzaba su crónica para Faro de Vigo, José Luis Alvite. Era el día 1 de septiembre de 1963 cuando el histórico periodista se desplazaba como enviado especial del Decano para cubrir en persona un evento que había despertado un gran revuelo.

En la localidad de Pontevea –por aquel entonces todavía Puente Vea– y en el puente que separa las provincias de Pontevedra y A Coruña aguardaban un gran número de medios de comunicación, dispuestos a hacer su trabajo en medio de una muchedumbre que llenó ambos márgenes del río Ulla. El motivo era la organización de la primera edición del Descenso del Río Ulla en Piragua, un evento que había reunido a 24 embarcaciones dispuestas a intentar el reto de descender por el caprichoso río hasta la localidad de Pontecesures. No fue sin embargo una aventura nada fácil, lo que demuestra el hecho de que solo 8 de los participantes consiguieron alcanzar la meta. La mayor parte vieron como sus piraguas rompían en los diferentes retos que les planteó el Ulla a su paso.

Una de las pocas embarcaciones que llegaron a la meta.

“Puente Vea, a las once de la mañana, parecía estar celebrando la fiesta del patrón. Unos gaiteros alegraron la espera con aires de Xirimbao o de Ximonde. El eco de los montes que encallejona al Ulla repetían el estampido de las bombas. Mientras tanto, de la Estrada y de Balboa, de Santiago y Puentecesures llegaban coches y más coches”, relataba en su día José Luis Alvite en su crónica. El periodista recogía las impresiones de los primeros participantes en llegar. “Es la primera vez que participamos en esta clase de competiciones y, como es natural, estamos ávidos de encontrarnos en acción. Va a servirnos mucho de lección para futuras competiciones”, explicaba uno de los participantes llegado de Pontevedra. Los favoritos eran sin embargo los de Lugo, habituados a entrenar en el río Miño.

Pontevea se llenó de curiosos y piraguas.

Materiales poco fiables

Sin embargo, el Ulla puso a prueba a los 24 participantes, con piraguas hechas con materiales que distan mucho de los utilizados en la actualidad. Eso hizo que, por encima de las fuertes corrientes, los participantes se topasen como enemigos a las piedras y ramas que podían rasgar la panza de lona de la embarcación. La mayor parte de los accidentes llegaron sin embargo en las presas, como la presa salmonera de Couso, a la que llegaron destacados tres participantes. Siguiendo el curso del río aparecieron los rápidos, con sucesión de caídas y lonas rotas que reparar, seguidas de zonas de tan poco fondo que los deportista tuvieron que coger sus embarcaciones y llevarlas a peso por el borde para volver a lanzarse de nuevo al río. En los saltos de Carcacía se vivió otro accidente importante, con una embarcación que terminó partiéndose en dos.

Con la llegada a la zona de Lapido y acercándose al mar, el nivel del río comenzó a subir, poniendo más fáciles las cosas a los pocos participantes que quedaban en competición. En torno a las 2 y cuarto del mediodía se anuncia en Pontecesures la proximidad del primer piragüista. Pedro Cuesta, un lucense de 18 años, fue el primer ganador del Desafío del Río Ulla en Piragua, con poco más de dos horas de trayecto. Se proclamaba además campeón gallego. “El Ulla solo es navegable en algunos trayectos. Zozobré en dos presas bastante profundas y había que poner mucha atención en los despeñaderos, que no son pocos. Allí se rompieron varias piraguas”, declaró el ganador.

El alcalde de A Estrada Mario Blanco dio la salida con la presencia de la televisión española

Según las crónicas de la época, más de 8.000 personas presenciaron el descenso en directo, siguiendo en muchos casos el camino realizado por los participantes. El encargado de dar la salida y de arengar a los participantes en Pontevea fue el alcalde de A Estrada, por aquel entonces Mario Blanco Fuentes, rodeado de diversas autoridades. El desafío captó la atención de un gran número de medios de comunicación de la época, que no dudaron en enviar a la zona reporteros y fotógrafos. Destacó la presencia en la prueba de la TVE, algo nada habitual, con sus enviados especiales Gutiérrez y Abelenda.

Esta competición estuvo organizada por la Federación Gallega de Piragüismo y el Ulla Sociedad Deportiva con motivo de las fiestas patronales de Pontecesures y fue una gran novedad en su época por el hecho de intentar recorrer el Ulla, un río con zonas muy complicadas para recorrer en las piraguas de la época. La mayor parte de los participantes estaban además acostumbrados a navegar en las rías, pero no es un río como el Ulla en el que los rápidos, las “pesqueiras” y las piedras se convierten en los principales rivales. Eso daba ventaja a los piragüistas de Lugo, aunque también notaron las diferencias con el Miño, con mucho más caudal de agua que el Ulla.

Fuera del agua, el desafío se convirtió en una fiesta en la zona. Titulares como “La apoteosis de un pueblo” dan muestra de ello, así como los augurios de un gran futuro. “Se anotaron un éxito clamoroso y estamos seguros de que en futuras ediciones del mismo, el Ulla tendrá también fama internacional en ese aspecto deportivo, como ya lo tiene en virtud de su riqueza salmonera”, escribía José Luis Alvite. Por desgracia, ese deseo futuro nunca llegó a cumplirse, ya que nunca hubo una segunda edición.

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