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La última guardia de Carlos Santos Rivadulla

Este bombero se jubila después de 22 años de servicio en el parque de Silleda y pertenecer a Protección Civil de Vila de Cruces

El bombero Carlos Santos Rivadulla, ayer, en el parque intercomarcal de Silleda. | // BERNABÉ/ANA AGRA

El parque intercomarcal de Bomberos, en Silleda, despedirá esta semana a uno de sus hombres. “Me gustaría recalcar que nací en Dombodán, parroquia del municipio de Arzúa”, señala Carlos Santos Rivadulla poco antes de iniciar una merecida jubilación como bombero. Santos recuerda que “nosotros nos jubilamos a los 60 años y como todo hizo de vecino tenemos que pagar el canon ese de marras por la jubilación a los 67 años. Entonces, a mi me correspondían diez meses que los cumplo mañana (por hoy). De hecho, si no hay ninguna catástrofe grande y necesitan personal, esta ya es mi última guardia”.

Preguntado por los recuerdos que se llevará con él cuando disfrute del retiro, Carlos Santos afirma que “me quedo con las distintas situaciones que he vivido durante todo este tiempo y con el cariño de mis compañeros, que son como mi segunda familia. Personalmente, pienso que he cumplido porque he tratado de ser honesto haciendo mi trabajo. Soy una persona que, aunque no soy “cholista” en términos futbolísticos, sí comparto lo de Simeone de que la actitud no se negocia. Habría que preguntarle a los contribuyentes si he hecho bien o no mi trabajo, es evidente”. Porque este bombero vocacional tiene claro que nació para serlo: “Siempre me gustaron las emergencias. De hecho, cuando hice la mili en Zaragoza ya estaba en un retén de bomberos en verano. Allí había muchos incendios y existía un retén dentro de la compañía y yo ya hacía labores de bombero. Siempre me tiró el tema de ayudar a la gente, estos trabajos que implican un poco de riesgo y que te hacen pensar que no son cosas habituales. De hecho, me gusta este trabajo porque yo no sé cuantas salidas habré hecho en mi vida pero nunca hice dos iguales”.

Santos se define como alguien tranquilo, a pesar de haber trabajado toda su vida bajo presión. De hecho, explica que “soy una persona que me gusta sacar de la parte negativa lo poco que tenga de positivo. Me gusta el lema de que si tú puedes, yo también. Cuando hice la mili estuve en los campeonatos de España deportivos militares representando a la V Región Militar. En la primera competición en la que estuve alguien me dijo que me iban a reventar en las pruebas por su dureza. Al final, fuimos medalla de plata por equipos y también conseguí después una de oro. Nunca me he arrepentido de ser bombero. Es más, sí estoy arrepentido posiblemente de no haber opositado antes y de no haberme formado más”.

Sin lugar a dudas, la vida laboral de Carlos Santos ha contado con numerosas situaciones de peligro. Sin embargo, desvela que su carácter le ha sabido ayudar a superarlas porque “suelo ser frío y calculador en los momentos difíciles, y en muchas ocasiones me vi en peligro. Mi problema es que cuando se soluciona el asunto me quedo cortado y bloqueado. De todas formas, sabes que tu profesión es así y no te queda otra que tirar para adelante”.

Sus allegados son los más contentos por la llegada de la jubilación. “Mi familia se lo toma bien y están deseando que me jubile. Soy hijo único y tengo la gran suerte de que todavía me vivan y mis padres. Es la mayor preocupación que tengo ahora mismo porque me encuentro bien y si tuviera que seguir un par de años más pues lo haría sin problema. De todas maneras, en mi casa siempre se hablará de temas bomberiles porque tengo un hijo que también lo es”.

La emergencia sanitaria actual impedirá que los compañeros de Carlos Santos le organicen una despedida como las de antes. Él mismo considera que sería una temeridad en los tiempos que corren, pero se da por homenajeado con motivo de su despedida reglamentaria.

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