El monasterio de San Pedro de Vilanova será objeto de una restauración presupuestada en 160.000 euros por parte de la Consellería de Cultura, Educación e Universidade, cuyo titular, Román Rodríguez se desplazó ayer a Dozón para esta joya arquitectónica. Esta actuación se produce apenas un mes después de que finalizara, a principios de diciembre, otra similar en la iglesia de San Xulián de Ventosa (Agolada).

La aportación de la Xunta de Galicia permitirá resolver los problemas de humedad que afectan al inmueble, especialmente a las zonas sur y norte, donde es preciso revisar los últimos drenajes. También está prevista la limpieza de las fachadas, prestando especial cuidado en los elementos escultóricos romanos. Dentro del proyecto se incluye, igualmente, la revisión de la sopena y las tejas de la cubierta, así como la sustitución de los elementos de carpintería interior y exterior que estén en mal estado.

Román Rodríguez incide en la necesidad de llevar a cabo estos trabajos, después de que la última actuación de conservación, centrada en la mejora del tejado y de la fachada exterior, se hiciera en 2004. Prueba de ello es que ya son apreciables los efectos del deterioro ocasionado por la colonización biológica, la falta de mantenimiento y el incorrecto funcionamiento de los sistemas constructivos con mayor compromiso en la evacuación del agua de la lluvia y la protección ante la humedad de capilaridad y filtración, especialmente el drenaje.

Visitable mediante cita con el cura o una vecina

Durante la visita, el titular de Cultura destacó que con estas actuaciones el gobierno autonómico continúa “reforzando su compromiso con el patrimonio gallego”, tal como se refleja en los presupuestos” de este año, en donde la partida para actuaciones de conservación y restauración se incrementa un 19%. En este caso, los trabajos permitirán poner en valor la iglesia románica fundada en el siglo XII y de la que resalta la imagen cisterciense que muestra su interior. El templo celebra misa el día del patrón y puede visitarse previa cita con el párroco o con la vecina que está a cargo de sus llaves. Los orígenes del monasterio benedictino femenino se remontan, como aparece en el muro del ábside, al año 1154, cuando Guntroda Suárez decide donar los terrenos para su construcción y dotación de propiedades para su subsistencia. Independiente hasta 1499, pasa a depender del compostelano San Payo de Antealtares, a donde se trasladaron sus monjas, quedando como testimonio la iglesia, puesto que el monasterio se perdió tras su abandono con la Desamortización del XIX. Es un ejemplo del románico tardío de los siglos XII-XIII, que presenta una planta sencilla, con una sola nave que finaliza en un ábside semicircular, conservando la cubierta de madera a dos aguas. Su fachada es sobria, y pretende marcar la verticalidad especialmente reflejada por el desnivel del terreno en el que se asienta.