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Menos camas para soñar en la naturaleza

Comedor de una casa rural de la comarca dezana. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Un informe sobre el turismo rural en Galicia situaba a la comunidad autónoma entre las primeras de España como uno de los geodestinos preferidos por los turistas por su gastronomía. Con todo, las casas rurales solo suponen el 4% de las pernoctas en un territorio en el que la costa sigue siendo el principal polo de atracción de visitantes. El auge de los alojamientos enclavados en plena naturaleza vivió una eclosión en Galicia en los años 90 del siglo pasado y esta tendencia se ha ido afianzando hasta alcanzar un total de 560 establecimientos, con capacidad para casi 7.000 personas.

La provincia de Pontevedra, con Deza y Tabeirós-Montes como, quizá, el principal exponente de la Galicia interior cuenta con 166 establecimientos, que son 13 más que hace tres lustros. Este fenómeno contrasta con lo que acontece en las comarcas, donde la oferta de casas no solo no ha repuntado sino que es más baja. Según los datos oficiales de la administración autonómica, en la zona hay 52 casas rurales, siete menos que en 2005, y en los nueve concellos o cerraron alojamientos o mantienen su censo, a excepción de Forcarei. El antes mencionado informe, divulgado por Fegatur y denominado, Estudio de Mercado Galicia Turismo Rural 2016 señala que el área territorial de Deza-Tabeirós y Santiago aglutina casi el 23% de las pernoctaciones de la comunidad, solo superada por las Rías Baixas.

Pero también apunta que este sector debería profesionalizarse más y, entre las debilidades diagnosticadas destaca el bajo nivel de idiomas, escasa promoción entre el cliente español, en el extranjero o un escaso manejo de las nuevas tecnologías por parte de los empresarios. Al mismo tiempo, concluye que casi el 83% de los turistas eligen su alojamiento por razones de precio y el 84% valora el entorno natural de la zona. Atendiendo a este último criterio, las comarcas atesoran espacios paisajísticos únicos que, sumados a su gastronomía, deberían funcionar como un efecto llamada para los visitantes. Pero Deza y Tabeirós-Montes no es una excepción nos encontramos con un sector atomizado y que no es capaz de canalizar su presencia o, en otros casos, se gestiona mediante decenas de páginas web poco o nada operativas.

En la zona el turista cuenta con 614 camas en casas rurales en las que alojarse, 25 menos que hace quince años. A Estrada destaca como el municipio con una oferta de establecimientos importante al aglutinar una veintena con capacidad para 247 clientes, pero con dos cierres desde 2015. Lalín tenía hace quince años cuatro casas rurales y ahora son tres (36 camas), Silleda el censo bajó de ocho a seis (68 plazas) y Vila de Cruces pasó de nueve a ocho (92). En Rodeiro y Agolada había dos negocios en cada caso que ya no funcionan y Dozón se mantiene sin oferta. Forcarei alcanza ahora las 64 plazas en sus siete inmuebles tras sumar cuatro altas y los siete de Cerdedo-Cotobade pueden dar cobijo a hasta 76 clientes.

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