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“Mi casa está inhabitable y no tengo para arreglarla”

El lalinense Juan Blanco, enfermo de cáncer y casi ciego, ha tenido que mudarse a otro municipio para ser atendido por una familiar

El vecino de Galegos en la cocina de su casa que se encuentra en ruinas. Bernabé / Ana Agra

Abrir la puerta de la casa de Juan y ver parte del tabique tirado, la cocina con los cables todos por fuera, el baño con los azulejos rotos y la puerta rota y la parte de las habitaciones que a cada paso parece que caerá todo, parece una pesadilla, más si se piensa que hace unos meses vivía allí. Este vecino de Galegos tuvo que marchar por motivos de salud y “porque está inhabitable y no tengo dinero para arreglarla”.

A sus 71 años, Juan Blanco está casi ciego y padece cáncer, dos enfermedades que hacen que necesite unos cuidados y una atención salubre. Además, desde el fallecimiento de su madre, cobra una pensión mínima de 500 euros. Desde hace siete años, empezó su lucha para poder acondicionar la vivienda y recibir atención de los Servicios Sociales de Lalín. “Por problemas con la familia, ya que la vivienda no es solo mía, no se pudo y además, me dejaron tirado ya que ni miran si estoy vivo”, explica.

El baño de la vivienda, con numerosos destrozos. Bernabé / Ana Agra

Desde siempre ayudó a sus familiares de Santo André de Carmoega (Agolada) y hace unos meses que una prima suya descubrió parte de la enfermedad. “Él venía para aquí todos los días y cuando lo llevaba para su casa, veía que llevaba el pantalón húmedo, a raíz de ahí le pregunté y le propuse que fuese al médico”, explica emocionada. Añade que “fue sin decirme nada y en agosto le mandaron hacer pruebas y le descubrieron el cáncer y empezaron los tratamientos, las numerosas consultas, por lo que las visitas a Santiago son asiduas”.

Por dicho motivo y en la situación sanitaria actual, algunos días a la semana tenía que asistir en taxi, lo que suponía unos 70 euros cada viaje. “Para una persona con la pensión que tiene supone muchos gastos, por lo que tuvimos que pedir una ambulancia para algunos de los días y se la concedieron”, explica su prima.

La parte de arriba de la casa, a punto de derrumbarse. Bernabé / Ana Agra

Juan lleva dos meses viviendo con ella. “el 14 de octubre vinieron a ver la casa las de servicios sociales y no me ayudaron en nada; entraron y ya ni subieron arriba, porque la casa estaba inhabitable, dijeron y se fueron”, explica. Apunta que la edil Paz Pérez le dijo que iría a ver su situación, “pero nunca se presentó”. Añade que en su vivienda es imposible que lo atiendan en buenas condiciones, “por lo que no tenían solución para darme”. Ese mismo día, su prima le dijo que fuese a ducharse a su casa “y llegó con varia ropa, porque no podía seguir allí”.

“Hace hoy dos meses que tuve que venir para esta casa porque la mía ya no valía por mi estado”, explica. A raíz de un conflicto familiar no dispone de la totalidad de la vivienda y eso supone un problema para poder acondicionarla para vivir. “Yo solo pido lo que es mío y poder estar en mi casa de siempre y disponer de una persona que me cuide allí, o sino irme para un piso en el que me puedan atender”, relata emocionado.

Apoyo desde Agolada

A raíz de trasladarse para la vivienda de su familiar en Agolada, tuvo que cambiar el empadronamiento, porque “de esta forma me pusieron una chica una hora de lunes a viernes y a mí me ayuda mucho”, explica su prima. Añade que “desde este concello se pusieron a nuestra disposición para lo que haga falta; yo sola no podía, la enfermedad causa numerosos problemas por lo que necesitaba que alguien me echase la mano”. Además, en dicha vivienda viven más familiares, pero todos trabajadores, por lo que “las labores del hogar se vieron multiplicadas; él llegó, tuve que acondicionarle una habitación y lo hice encantada, porque no me da el alma para dejar a alguien así, en su estado, tirado. Él también nos ayudó mucho”, puntualiza entre lágrimas. Juan indica que a raíz de enterarse de su cambio de domicilio, hace unos días que desde asuntos sociales de Lalín se pusieron en contacto con él para “preguntarme qué tal estaba y decirme que, ahora que estaba aquí, ellos no podían hacer nada”.

La familiar que lo cuida dice haber cogido “una depresión, porque me parece muy injusto lo que le pasa, él con menos de 500 euros teniendo que comer mientras estuvo en su casa, por lo menos podían llevarle la comida desde Servicios Sociales”. Explican que varios albañiles vinieron para mirar el arreglo de su vivienda, pero tiene un elevado coste que no se podría asumir con su pensión y los “familiares no quieren vender nada”, apunta Juan.

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