La capilla de San Paio de Merza acoge hoy una jornada de arqueología experimental, dividida en grupos y que sirve como colofón a la segunda campaña de excavaciones en el monte del mismo nombre. Esta campaña duró un par de semanas y permitió profundizar en los hallazgos de la campaña del año pasado, en la que ya se habían encontrado restos desde la Segunda Edad de Hierro (datada entre los años 500 y 332 a.C) a la época medieval.
Pero esta vez, el equipo de Cado Arqueoloxía pudo comprobar que la historia y los asentamientos humanos en el Monte de San Paio van mucho más allá. “Al final hay dos yacimientos, con una fortaleza del siglo X y otro yacimiento localizado entre los siglos VI y VIII”, explica Víctor Manuel García. Pero durante estas dos semanas de excavaciones también salieron a la luz restos de tipo prehistórico, como un fragmento de cerámica campaniforme y “una punta de flecha de cuarzo, así que a lo mejor hay otro contexto de la Edad de Bronce”, por lo que nos remontaríamos hasta 4.000 años atrás en el tiempo, recuerda este experto.
Cado Arqueoloxía ofreció el jueves una charla de cierre de la intervención arqueológica. Víctor García recordó la posible existencia de una posible ceca visigoda (es una casa en la que se acuñaba moneda), ya que se encontró una moneda del rey Recaredo, y de una ecclesia (una asamblea de ciudadanos) dependiente de la sede de Iria.
El yacimiento sorprende no solo por estos usos más o menos distanciados en el tiempo, sino por la propia fortaleza. Muy cautos, los arqueólogos que trabajaron en Monte Sampaio, tras estas excavaciones, tienen la teoría de una posible vinculación de dicha fortaleza con los condes de Deza, encargados de repoblar la zona en un momento en que la población se dispersó por la invasión árabe. “Podría ser una reocupación de una villa cercana de los siglos VI y VII, pero hay que tomar esto con mucha cautela”, insiste el arqueólogo cruceño, a la espera de contrastar con los resultados de las intervenciones. De ser así, los condes reagruparían la población, construirían la fortaleza y la fortificarían. Para ello tenían a su favor la propia naturaleza: hay un recodo del monte que es el único acceso a la construcción. La ubicación permitía además a sus dueños vigilar la vía entre los monasterios de Carboeiro y Camanzo (que sigue hasta Ponte Ledesma y Santiago) y disfrutar de vistas tan envidiables como la cercana Fervenza do Toxa. Por eso, Víctor García ve un tremendo potencial turístico en este enclave, amén del didáctico.
Monte San Paio podría dar mucho más de sí a los arqueólogos si no fuese sometido durante años al expolio de metales, con excavaciones furtivas, que lo único que lograron fue “revolvernos el contexto”. Los muros de la fortaleza si se conservaron bien, al estar elaborados con tierra y cachotería. Las excavaciones se realizaron al amparo de una ayuda de Agader. Por eso, depende de la administración que continúen estos trabajos en un yacimiento de casi dos hectáreas y que pueden convertir a Monte San Paio en un referente histórico a nivel gallego.