La Guardia Civil, en el marco de la operación Touch, ha desarticulado “un grupo criminal” formado por 21 personas, que se dedicaba a perpetrar robos con fuerza en las provincias de A Coruña, Lugo y Pontevedra, “en viviendas, naves industriales explotaciones agrícolas e iglesias”. En la misma investigación se ha desarticulado un punto de venta de estupefacientes en Toques y Boimorto.

La operación dio inicio el pasado mes de mayo, a raíz de varios robos con fuerza en los municipios lucenses de Friol y Guitiriz. En un primer momento, las investigaciones se centraron en un grupo de jóvenes. A lo largo de los seis meses que ha durado la operación, la Guardia Civil ha practicado 21 detenciones y ha realizado seis registros en viviendas y fincas situadas en los términos municipales de Toques, Boimorto, Abegondo, Mesía y Ordes. Además, los efectivos han intervenido material sustraído que había sido vendido mediante intermediarios en más de una treintena de lugares de diferentes municipios.

Segundas viviendas

En la provincia de Pontevedra se les imputan robos perpetrados en los términos municipales de Agolada y Vila de Cruces. Los robos en viviendas eran “una de sus especialidades”, según precisa la Guardia Civil. Y las casas en las que entraban a robar “eran principalmente segundas residencias o inmuebles no habitados situados en zonas aisladas del rural, donde podían forzar puertas o ventanas para acceder al interior sin ser detectados”. Otro de sus objetivos eran las explotaciones agrícolas y ganaderas, de donde llevaban maquinaria, herramientas de mano y en ocasiones también dinero en efectivo y animales, dado que en una finca de Curtis robaron ocho corderos. De hecho, los detenidos “demostraron ser unos excelentes conocedores de las carreteras secundarias y pistas de las zonas rurales donde actuaban”. Apuntan que eran “especialmente hábiles en el robo en la maquinaria de las obras públicas y en maquinaria forestal”.

En los robos sustrajeron diversa maquinaria, piezas de los vehículos y miles de litros de gasóleo que, posteriormente, ocultaban en una finca donde fueron intervenidas gran cantidad de garrafas, dos depósitos de mil litros de gasóleo bonificado y diversos útiles de extracción y suministro de carburantes. En los templos sustraían el dinero que localizaban y objetos de valor como cálices, equipos de sonido, lampadarios, libros e incluso vestimenta de sacerdotes.