Para abaratar costes, López Pampín propone vender mosto refrigerado, como ya hacen los productores de Alemania. Se estrujaría la manzana "fresquita, recogida del día" en la prensa que demanda para el polígono agrario. El mosto resultante se mantendría a 3 grados en tanques refrigerados como los de la leche para evitar que fermente. Luego el mosto se transportaría en cisternas en vez de en bañeras. Se reducirían así notablemente los costes de los portes. Los kilos de manzana que ahora se trasladan en vano hasta la sidrería y luego son desechados ya no se transportarían. Paralelamente, los ganaderos locales obtendrían a precio muy bajo los restos de la manzana y también los que resulten de presionar las aceitunas en la almazara para extraerle el aceite. Mezclándolos con paja trillada, pulpa de remolacha y cereal (como, por ejemplo, cebada) podrían elaborar "una mezcla muy rica para las vacas" y susceptible de ensilar, como ya hacen en otros puntos del norte peninsular.