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La pandemia frena la programación lúdica de la tercera edad en centros sociales y residencias

El programa Silleda Activa está pendiente de abrir sus actividades, y el gobierno evaluará la reapertura de los locales - Los geriátricos no detectan un aumento de demanda de plazas por parte de personas que viven solas

Voluntarias y una usuaria del Proxecto Dorotea, en una actividad en junio. // Cedida

En las comarcas residen 63.881 personas, según los datos del IGE. De esta cifra, 18.728 superan los 64 años. Esta significa que uno de cada tres vecinos de Deza y Tabeirós forma parte de la denominada tercera edad. Hace años que desde las distintas administraciones se programan actividades lúdicas para este sector de la población, que tiene que estar aún bastante más presente y activo en la sociedad. En los últimos meses, la pandemia hizo que los mayores recobrasen protagonismo, pero por ser uno de los grupos más vulnerables al contagio, por la soledad con la que muchos tuvieron que afrontar el confinamiento y, también ahora, por ver cómo quedan cercenadas sus posibilidades de socialización en la nueva normalidad.

Con la llegada de otoño, solían arrancar los programas de turismo social y de termalismo del Imserso. El de este año acaba de quedar suspendido, según publicó el BOE el martes.

La Diputación también contaba con su propio programa, Depotermal, del que en 2019 disfrutaron 184 residentes en las comarcas y cuya edición en 2020 ya no llegó a celebrarse por la irrupción de la Covid-19. Los locales parroquiales son otra alternativa de ocio, que en casos como Lalín en septiembre tuvieron que acomodarse a restricciones de aforo. Silleda, que también se sometió a medidas de contención el pasado mes, está ahora a la espera de evaluar la apertura de los centros sociales de los mayores, y por el momento tampoco ha puesto en marcha las actividades del programa Silleda Activa, enfocado específicamente a las personas que tienen 65 años o más.

Con la misma precaución se mueven los colectivos de mayores. En Agolada, Milagros Mosteiro preside el Club de Pensionistas. Antes de la pandemia, sus casi 70 socios solían reunirse con frecuencia tanto para acudir a la grabación de programas de la televisión autonómica como para organizar viajes o poner en marcha talleres de manualidades. Desde marzo, los únicos contactos que mantienen los socios es por vía telefónica y su sede permanece cerrada.

Las nuevas tecnologías fueron, precisamente, las que permitieron también a los internos en residencias seguir manteniendo contacto con sus familiares, tanto durante el confinamiento como después, con las medidas de restricción. Es más, la concienciación es tan grande "que incluso los propios usuarios piden a sus parientes que no vengan a visitarlos" para reducir al mínimo el riesgo de contagios, explica Fabián Calandria, responsable del Fogar Enxebre de Rodeiro. El centro, como todos, potenció la conexión telefónica con los familiares, pero hace meses que no permite el traslado de internos a Lalín para ver a sus seres queridos y los paseos de antaño por el entorno de la residencia se limitan ahora al jardín. Eso sí, mantienen las sesiones de terapia con perros.

Grupos más pequeños

Al Fogar Enxebre solían ir niños voluntarios de Lalín en determinadas fechas, a modo de encuentro intergeneracional. Ocurría lo mismo con el voluntariado de Aspadeza en la residencia de As Dores, en Lalín, o las visitas de alumnos del CEIP O Foxo al geriátrico de Vila de Cruces, cuyos internos también recibían la visita de centros educativos de este municipio cruceño. Esas visitas han quedado suspendidas por la misma política de prevención y ahora, de cara a Navidades, habrá que pensar en una programación que, de algún modo y gracias a las nuevas tecnologías, permita que todos puedan estar cerca, aunque sea de forma virtual.

En Domus Vi Lalín se optó por aumentar el número de actividades para sus internos, en grupos de hasta cinco personas. La directora del complejo, Raquel López, apunta que sí detecta cambios emocionales a raíz de la pandemia, pero destaca también la tremenda adaptación de los usuarios a la situación. Este centro tuvo un brote en septiembre con ocho personas contagiadas. Aún ahora, con ningún caso activo, mantiene la sectorización de cada grupo de trabajo: así, el mismo equipo atiende a los mismos usuarios durante 15 días.

Tanto Domus Vi como Fogar Enxebre y la residencia de Cruces no detectan que aumentase la demanda de plazas tras el confinamiento, como una alternativa para aquellas personas que ya no desea seguir viviendo solas. Eso sí, "constatamos en esta temporada un incremento de personas que ingresan en plazas privadas de la residencia en fases muy avanzadas de la enfermedad o, en el ámbito de plazas concertadas, bajo vasos de emergencia social, explica la directora del centro cruceño, Rocío Carbón. De igual modo, en los últimos meses también han crecido los usuarios que padecen demencias que provocan severas alteraciones en su comportamiento.

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