Cada uno sabe los motivos que ayer le hicieron encaminar sus pasos hacia el Santuario de Requián, en la parroquia estradense de Frades. Cada quien guarda para sí el por qué cada mes de agosto siente la necesidad, la llamada o el deseo de dirigirse hasta este enclave del rural estradense para visitar a la Virgen de los Milagros. Sus devotos no dejaron de hacerlo ayer, aunque tuviesen que protegerse tras una máscara, seguramente para incluir en sus oraciones el clamor de protección ante una situación sanitaria frente a la que todo el mundo es vulnerable. La tradicional romería se vio empañada este año por la crisis del coronavirus. Sin embargo, la organización pudo preservar su esencia y permitió a los fieles saciar el deseo de orar en este santuario en condiciones de seguridad.

Las celebraciones se sacaron al aire libre. Una gran carpa posibilitó que desde primera hora de la mañana se sucediesen las misas, reuniendo a los asistentes en un espacio abierto. La disposición de las sillas posibilitó mantener las distancias de seguridad, colocando en las entradas y salidas gel hidroalcohólico y exigiendo el uso de mascarilla para sumarse a las celebraciones. En la misa de las 09.00 y las 10.00 el aforo no se completó, pero sí en todas las demás que se celebraron antes de la solemne (13.00 horas) y en las que le dieron el relevo a esta en horario de tarde.

La imagen de la Virgen se mantuvo en el interior del templo y se dispuso que las personas que quisiesen aproximarse pudiesen hacerlo siguiendo una fila y manteniendo la distancia de seguridad. La entrada se habilitó por la puerta grande, pudiendo detenerse a orar o a recoger estampas, pero sin pasar objetos por la imagen, procediendo a abandonar el templo por la puerta lateral y encontrando nuevamente el gel desinfectante que también se dispuso en el acceso.

En la misa solemne, oficiada por el párroco de A Estrada, José Antonio Ortigueira, -las celebraciones corrieron también ayer a cargo de los sacerdotes Ramón Campos, Jesús Mayo y Juan Carlos Mariño- se sacó la imagen de la Virgen para que presidiese la celebración, aprovechando que el tiempo aguantó y se disipó el temor a que la lluvia pudiese mojar el manto de la talla.

Cumpliendo la normativa, la tradicional procesión que acompaña a la misa solemne no pudo salir. Sin embargo, para quienes sienten en su interior esta fe, los pasos fueron por dentro, con el mismo fervor y recogimiento que siempre. La Banda de Música Municipal de A Estrada hizo sonar sus partituras entre las celebraciones y también en la misa más esperada de la mañana. No faltaron puestos tradicionales de este romería. Sin embargo, el ambiente fue distinto este año. Los tiempos no están para fiestas. Se palpaba más que nunca el clamor, el agradecimiento y la esperanza fundidos en una misma oración.