Prometieron llegar para quedarse y lo están cumpliendo a pies juntillas. Desde este domingo el uso de la mascarilla es obligatorio para casi todo en Galicia, con muy pocas excepciones. Se acabaron los tiempos en los que bastaba con dar un paso atrás o a un lado para esgrimir la excusa de la distancia de seguridad. Por una cuestión de precaución y solidaridad, además de por el deseo extremo de despertar de un mal sueño, la mascarilla ha de ir siempre colocada, aun cuando corra el aire. Los concellos de las comarcas se encargarán de asesorar a la ciudadanía y de vigilar el cumplimiento de la orden dictada por la Xunta el pasado fin de semana.

El alcalde de A Estrada, José López Campos, explicó que ya tuvo ocasión de trasladar a la Policía Local la necesidad de realizar una labor de concienciación e información ciudadana. La intención del Concello no es que los agentes se pongan a imponer multas de manera inmediata, pero tampoco se hará la vista gorda. Ni mucho menos. La policía estradense tiene encomendada una labor didáctica sobre el nuevo uso de la mascarilla pero, transcurrido el tiempo pertinente, saltarse la normativa dejará al infractor con la boca abierta.

Cabe recordar que, en virtud de la orden publicada en el DOG, resulta obligatorio llevar mascarilla tanto en el interior como el exterior, se cumpla o no la distancia de seguridad. Incluso ocasiones como el terraceo, hasta ahora con un uso bastante laxo de este elemento de protección, se exige colocarse la máscara salvo en el momento expreso de consumir. Las sanciones son de 100 euros.

López apuntó que todavía no se impusieron multas en A Estrada, si bien reconoció que hubo determinados problemas por el uso de este elemento en la playa fluvial de Liñares, cuestión que el Concello ya solventó variando la normativa para este recinto y también para las piscinas municipales. El único momento en el que la mascarilla puede dejarse un poco de lado es en el del chapuzón.

En las terrazas ya podía verse ayer a grupos cumpliendo con la nueva normativa y llevando puesta la máscara mientras el vaso estaba en la mesa. Los paseos en familia o con amigos también necesitan de este complemento, por muy separados que se camine o muy conviventes que se sea.

A estas alturas de la película, el que más y el que menos ya conoce las opciones disponibles, tanto en farmacia como en distintos establecimientos. Han sido meses de familiarizarse con las versiones quirúrgicas, higiénicas o el summun de la protección, con combinaciones de letras y números sin aparente sentido pero que ya muchos recitan con la facilidad con la que un niño canturrea el abecedario.

De moda

Las mascarillas son ya un complemento más del verano, si bien la prenda promete seguir marcando tendencia en la temporada otoño-invierno. Lo saben bien costureras y diseñadoras que se han lanzado, casi como quien no quiere la cosa, a largas jornadas detrás de la máquina de coser dando puntadas a telas atrevidas y otras en clave más neutra. Sus pedidos no paran de crecer y, con ellos, el ingenio y la jornada laboral.

La lalinense Nuria Rodríguez ha perdido la cuenta de cuántas mascarillas ha podido hacer desde el mes de marzo, que comenzó haciéndose las suyas propias para escapar a los problemas que le generaban las quirúrgicas. Apunta que la cantidad fluctúa mucho, con semanas en las que envía un centenar a sus puntos de venta y otras en las que lleva 40. Trabaja sobre pedido y con telas de algodón 100%, reservando el bolsillo para el filtro para que el usuario se encargue de hacer segura su mascarilla y conferirle la correspondiente homologación. Solo entre ayer y hoy tenía que coser más de un centenar de creaciones de lo más vistoso. Vende estas máscaras en distintos puntos de venta de Galicia, estando disponibles en la capital dezana a través de la tienda Moca. En ellas cada detalle importa, cuidando el tipo de goma que se coloca para que el producto final resulte lo más cómodo posible pero siempre sin perder de vista que sea una prenda que, ya de ser obligatoria, luzca.

Entre sus encargos se incluyen variantes más festivas, de plumeti y hasta con lentejuelas. Realiza también mascarillas con el gorro de quirófano a juego para sanitarios y estos días está probando un cuelgamascarillas, similar al que se utiliza para no dejar las gafas tiradas por doquier y que permite tenerlas siempre a mano, en caso de que la situación permita bajarse un momento este "escudo".

También con trabajo hasta arriba anda María Gaiteiro, de Nobelo a Nobelo de A Estrada, que no puede ya ni contar el número de horas que le echa al día para atender los encargos que recibe. Apunta que el hecho de que se haya vuelto totalmente obligatoria no hace sino reforzar el deseo de la gente de contar con una mascarilla que pueda lavar para reutilizar y que, al mismo tiempo, sea coqueta y combinable. "No son homologadas. Lo importante es que tú pongas un filtro en condiciones", remarca, por las suyas, Nuria Rodríguez.

Entre sorbo y sorbo

Las excepciones en la obligatoriedad del uso de la mascarilla en Galicia son realmente pocas, pues la Consellería de Sanidade entiende que su uso generalizado está demostrando ser "una de las medidas más eficaces" para prevenir el contagio del coronavirus, por lo que "resulta necesario reforzar su utilización" para evitar, especialmente, que las personas asintomáticas que no conocen su condición de portadoras de la infección contagien a otras.

Una de las consecuencias de las nuevas normas es que los restaurantes y bares y sus terrazas dejarán, como queda avanzado, de ser islas en el uso de la protección. La resolución de Sanidade establece que solo se podrá quitar uno la mascarilla en los establecimientos de hostelería y restauración "exclusivamente en el momento específico de consumo". Esto significa que se podrá dejar de usar durante la comida -desde que lleguen los platos a la mesa hasta terminar--, pero que en el caso de tratarse de una consumición líquida desligada del menú, únicamente se podrá quitar en los momentos justos en que se esté bebiendo, tras lo cual se tendrá que volver a poner. Por lo tanto, entre sorbo y sorbo, la mascarilla debe regresar a la cara.