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La crisis del textil destruyó en una década más de 600 empleos de este sector industrial en Lalín

El incierto futuro de Florentino podría suponer la práctica desaparición de un gremio que hace tan solo tres lustros facturaba más de 52 millones de euros - El perfil del trabajador es un hándicap para su inserción laboral

Las naves de la extinta firma lalinense Toypes llevan varios años a la venta. // Bernabé/Javier Lalín

El textil lalinense lleva años agonizando y la deslocalización pretendida por la sociedad Florentino podría ser la estocada definitiva a un sector devastado por la crisis y por modelos productivos contra los que es prácticamente imposible competir. Desde que hace ahora algo más de una década la recesión golpeó con dureza a la economía de la capital dezana, han sido más de 600 los empleos destruidos en las principales firmas de confección que, hace ahora solo tres lustros, facturaban más de 52 millones de euros.

Montoto, Toypes, Guerral, D'Aquela, Géneros de Punto Iván, Mercedes Fuentes, Luis Alberto o Enmanuel son algunas de las compañías que se vieron abocadas a echar el cierre después de ver como su cuenta de resultados no paraba de caer. En la mayoría de los casos lo que luego supondría el ocaso de estas textiles comenzaba con expedientes de regulación de empleo para tratar de ajustar los costes a la realidad de su producción. Tras superar concursos de acreedores y, en casos, atisbarse la posibilidad de una continuidad empresarial, al fin y al apostre el resultado era el mismo: el cierre definitivo de estas industrias. Si en tiempos convulsos para la economía la reinserción laboral de los trabajadores que pierden su empleo es complicado, en el textil lo ha sido y es mucho más si cabe por el perfil de estas personas: una mujer de mediana edad o próxima a la jubilación con muchos años de experiencia, pero a la que reciclarse les resulta, por cuestiones obvias, muy difícil.

Florentino anunciaba a principios de mes su intención de prescindir de 50 de sus 150 empleados mediante un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), entre los que se incluían personal de su factoría del polígono Lalín 2000 y de sus tiendas. La icónica firma fundada por Florentino Cacheda hace 57 años llegó a rebasar los 230 trabajadores hace menos de una década y su facturación, según el informe Ardán de 20-19, se aproximó a los 9 millones de euros. En 2003, cuando la crisis todavía no había asomado, había movido unos 21 millones.

Géneros de Punto Montoto fue otro gigante de la moda dezana. Tras varios expedientes de regulación de empleo, la firma fundada en 1956 por Fidel Montoto y Élida Rodríguez no superó el concurso de acreedores y poco después presentaba suspensión de pagos, bajando la reja en 2011. Su facturación, hace ahora una década, superaba los 20 millones. Una apuesta por sobredimensionar sus instalaciones -su traslado a Lalín 2000 supuso una inversión de más de 20 millones- y las inasumibles condiciones impuestas por algunos de sus clientes para mantener su producción echaron por tierra cualquier posibilidad de subsistencia. Este axioma es común a otras de las desparecidas firmas lalinenses, que en momentos ya no muy favorables, se embarcaron en grandes inversiones con naves dotadas de maquinaria de última generación, además de la construcción de grandes naves.

A finales de 2017 se consumaba la desaparición de Guerral, que llegó a contar con unos 60 trabajadores. y que entró en liquidación tras presentar una deuda estimada en algo más de 2,4 millones de euros. Antes ya habían caído Mercedes Fuentes (una veintena de empleos). Géneros de Punto Iván (más de 40),. Toypes (65), Luis Alberto (35), Enmanuel (30) o la decena que tenía D'aquela; ahora especializada en la confección de trajes tradicionales.

Además de la caída de ventas, muchas de estas industrias se vieron arrastradas por impagos de clientes debido al masivo cierre de comercios en toda España. Los costes de producción, incomparables a los de empresas asentadas en otros países o en el gigante asiático, provocaron la caída del que otrora fue un gremio que otrora colocó a Lalín en el mapa español de la moda.

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