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Doscientos ramos de flores para un entierro en soledad

El humorista de Luar "Carlos Carlitos Cuqui" y su familia velan y entierran a su abuelo en soledad, arropados por un manto de flores

Imagen de los doscientos ramos de flores enviados al entierro del abuelo de "Carlos Carlitos Cuqui".

Un inmenso abrazo en forma de 200 ramos de flores fue lo que recibieron el florista soutelano y humorista colaborador del programa de la TVG "Carlos Carlitos Cuqui" en el velatorio y el entierro en soledad de su abuelo, Antonio Vázquez "Tucho".

"Nunca se vieron tantas flores en un entierro", explicaba ayer el humorista. La familia solo había encargado arreglos florales de la mujer, los hijos y los nietos del fallecido. Pero -ante la imposibilidad de quienes les aprecian de poder acompañarles en tan duros momentos debido a la crisis del coronavirus y el obligado confinamiento de la ciudadanía en sus domicilios- una lluvia de flores tapizó los pasillos del cementerio por los que los cuatro miembros de la familia que pudieron asistir a la inhumación -la viuda Julia Bouzas, un hijo, "Carlitos" como nieto y la cuidadora de la viuda, Isabel Castro- portaron las cenizas hasta el panteón en el que Julia confía en que la entierren con su marido cuando fallezca.

Su nieto -que los considera sus padres, al haberse criado con ellos tras el fallecimiento de su madre- quiso dar ayer públicamente las gracias a todas las personas que quisieron enviarle flores. Muchas le llamaron a él, dado que es florista y regenta la floristería Nenúfar. Pero no quiso asumir esa labor y derivó los encargos a floristerías de A Estrada, Cuntis, Santiago, Ourense y Pontevedra. Estos floristas se sorprendieron e incluso tomaron fotos y grabaron un vídeo, Aun siendo profesionales del sector, coincidieron con el nieto del fallecido en que nunca habían visto tantas flores en un entierro. Fue como "un abrazo en la distancia", que muchos de sus seres queridos también les enviaron por teléfono y WhatsApp. A todos ellos y también a los trabajadores de la funeraria Peña -los únicos que les pudieron dar el pésame en persona- les agradece el modo en el que, aun estando solos, se han visto acompañados,

Fue una despedida que nunca hubieran imaginado para el fallecido, Antonio Vázquez, de 91 años. Nacido en Santiago, se crió en Zobra (Lalín). Hijo de una "casa bien", allí enseñó a muchos durante años a leer y escribir.

Conoció a la que sería su mujer durante 70 años en el mítico baile del Changüí. Julia era de Soutelo de toda la vida. Tras unos años sin verse, se reencontraron y se casaron. Emigraron a Andorra. Tuvieron tres hijos -Olga, la ya fallecida Pilar (madre del humorista) y Antonio- que criarían fuera. Volvieron a Soutelo ya jubilados, con 65 años. Y allí criaron a su nieto.

Antonio no era hombre de bares ni tampoco de ir a entierros. Era creyente a su manera. Y un apasionado de la naturaleza, magnífico pescador. Durante años, se ocupó a diario de cuidar sus plantaciones de árboles (roble americano, pino y castaño) en los montes de Soutelo. Levantaba los muros que se caían y limpiaba de maleza los caminos que ahora le echarán de menos. Andaba 8 kilómetros al día.

Lo hizo hasta el 29 de enero. Ese día ingresó en el hospital y, aunque el 11 de febrero regresó a su casa, "ya no venía bien", explicaba ayer su nieto. Volvió a ingresar en el hospital el 8 de marzo, "el día del primer caso positivo de coronavirus en Montecelo. Coincidimos con él en Urgencias". Pero "Tucho" no se contagió. Le fallaron los riñones. Falleció en el hospital el día 24 y, tras ser incinerado como había pedido y el velatorio en el tanatorio de Cerdedo, fue inhumado el miércoles. A su familia le duele no haber podido celebrar ni una misa. Solo vino el sacerdote a "rezarle". Se sintieron arropados en la distancia. Cuando esta situación excepcional acabe le harán el "funeral grande" que "Tucho" se merecía y las medidas excepcionales adoptadas para frenar el coronavirus le han negado

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