-¿No le parece que el miedo generalizado contribuyó a un efecto dominó a la hora de solicitar tal cantidad de ERE?

-Tenemos que apelar a la responsabilidad de cada uno. Yo también me hubiera podido acoger a un cese de actividad pero eso sólo me lo plantearía si veo que esto se prolonga en el tiempo y va para tres meses. Sería no abrir un despacho al público por una cuestión de responsabilidad. Ahora trabajo desde una casa de las afueras y la semana que viene dependiendo de cómo vaya la situación me iré para el despacho y adelantaré cosas en previsión de lo vaya a suceder después. Desde que empezó esto del estado de alarma tengo ya ocho juicios suspendidos, por ejemplo. Estamos en una situación en la que todo el mundo tiene que ser responsable de su situación personal y, después, ya habrá momento de pedir responsabilidades.

-Antes de que llegara la pandemia, ¿se atisbaba una posible crisis en la comarca dezana?

-Yo lo que estaba percibiendo de un tiempo a esta parte, en Lalín, sí que era un repunte de los despidos. Si me pides que analice el fondo del asunto con un criterio económico, pues tampoco estoy capacitado yo para eso. De todas formas, me imagino que estábamos en una situación de recesión otra vez como algunos lo llevaban diciendo desde hacía varios meses. Ya no hablemos de Florentino, que es una de las pocas empresas grandes que quedan en Lalín, y está echando a gente continuamente. De hecho, tengo planteadas un montón de demandas ahora mismo. Precisamente, uno de los juicios que me suspendieron fue el de dos trabajadoras de Florentino que esta vez no aceptaron la indemnización por causas económicas. Es cierto que lo estoy notando a cuentagotas, como pasa con los pequeños negocios que reducen plantilla o incluso en los talleres mecánicos.